El papa Francisco aprobó la consagración a la Virgen del Silencio, una de las devociones del Sucesor de Pedro, confirmó a Aleteia fray Emiliano Antenucci tras una audiencia privada de 40 minutos que tuvo lugar en el palacio apostólico el 22 de marzo de 2019. “Es bellísima” sostuvo el Papa, según el religioso.
Ary Waldir Ramos Díaz | Abr 03, 2019
Artículo publicado en Aleteia
El fraile Antenucci narra detalles de su audiencia privada con el Pontífice sobre un gran proyecto sobre el icono mariano
Por Cari Filii
En la festividad de la Anunciación, el Papa visitó por primera vez como Sumo Pontífice el Santuario de Loreto, la casa de la Virgen María milagrosamente trasladada a este lugar desde Nazaret. Dijo misa y firmó la exhortación apostólica postsinodal Christus vivit sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, cuyo texto se hará público en estos próximos días (el sínodo tuvo lugar en octubre). Fue la primera misa celebrada allí por un Papa desde que lo hiciese el Beato Pío IX hace 162 años. También dirigió a los miles de personas congregadas en el exterior del templo unas palabras sobre la vocación antes de rezar el Angelus. En particular, dirigidas a los más jóvenes, en continuidad con el mensaje de discernimiento y de abrirse a las sorpresas de Dios (como su llamada) que formaron parte de las reflexiones del sínodo sobre la juventud celebrado en octubre.
El rector del Santuario de Fátima en Portugal, P. Carlos Cabecinhas, explicó que “el mensaje de Fátima nos ofrece una verdadera pedagogía para vivir” la Cuaresma, animando dos elementos esenciales: la oración y la conversión.
En la homilía de la Misa que presidió el domingo 10 de marzo en el santuario portugués, el sacerdote explicó que en sus apariciones en 1917 la Virgen de Fátima “presentaba la conversión como algo esencial” y destacaba que siempre había “un llamado a la oración”.
El Papa Francisco lo explicó en TV2000
Publicado en ReL 21 noviembre 2018
Desde siempre, las familias cristianas han reflexionado sobre la vida familiar mirando a la Sagrada Familia de Nazaret, al portal de Belén, a la huida a Egipto, a la sorprendente llegada del bebé Jesús, a la especialísima relación entre María y San José. ¿Cómo era esta vida familiar y esponsal?
El Papa Francisco, devoto de San José, que tiene una imagen de San José dormido, en su cuarto, bajo la cual coloca cartas y documentos con asuntos que espera que la intercesión del santo ayude a resolver, ha hablado de esta relación conyugal en otro capítulo de sus participaciones en TV2000, en italiano.
San José es el ejemplo, dice el Papa: «No se obstina a seguir su proyecto de vida», sino el de Dios
Zenit . 22 diciembre 2013
Publicado en ReL
El santo padre Francisco se dirigió hoy desde la ventana del estudio pontificio a la multitud reunida en la plaza de San Pedro. Rezó la oración del ángelus y pronunció las siguientes palabras:
"Queridos hermanos y hermanas
En este cuarto domingo de Adviento el evangelio nos narra los hechos precedentes al nacimiento de Jesús, y el evangelista Mateo los presente desde el punto de vista de san José, el prometido esposo de María.
José y María vivían en Nazaret; no habitaban todavía juntos porque el matrimonio no se había realizado. En ese tiempo intermedio, María después de haber recibido el anuncio del ángel quedó en cinta por obra del Espíritu Santo. Cuando José se da cuenta de este hecho queda desconcertado. El evangelio no explica cuáles eran sus pensamientos pero nos dice lo esencial: él quiere hacer la voluntad de Dios y está listo a la renuncia más radical.
En cambio de defenderse para hacer valer sus derechos, José elige una solución que para él representa un sacrificio enorme: ´Porque era un hombre justo y no quería acusarla públicamente, pensó de repudiarla en secreto´.
De manera breve esta frase reasume un verdadero y propio drama interior, si pensamos al amor que José tenía por María. Pero también en tal circunstancia, José quiere hacer la voluntad de Dios y decide, seguramente con gran dolor despedir a María en secreto.
Es necesario meditar sobre estas palabras para entender la prueba que José ha tenido que superar en los días anteriores al nacimiento de Jesús. Una prueba similar al sacrificio de Abram cuando Dios le pidió a su hijo Isaac: renunciar a la cosa más preciosa, a la persona más amada. Pero como en el caso de Abram, el Señor interviene: ha encontrado la fe que buscaba y abre un camino diverso, un camino de amor y felicidad: ´José -le dice- no temas de tomar contigo a María, tu esposa. De hecho el niño que ha sido generado en ella proviene del Espíritu Santo´.
Este evangelio nos muestra toda la grandeza de ánimo de José. Él estaba siguiendo un buen proyecto de vida pero Dios reservaba para él otro plan, una misión más grande.
José era un hombre que siempre sabía escuchar la voz de Dios, profundamente sensible a su secreta voluntad, un hombre atento a los mensajes que le llegaban desde lo más profundo del corazón y desde lo alto.
No se había obstinado a seguir su proyecto de vida, no permitió que el rencor le envenenara el ánimo, pero estuvo listo a ponerse a disposición de la novedad que, de manera desconcertante le era propuesta.
Y así un hombre bueno que no odiaba y no tenía permiso el rencor que le avenenara el alma. Cuantas veces nos ha sucedido a nosotros. (…) Y José es un ejemplo de esto y se ha vuelto más libre y más grande.
Acercándose al designio del Señor, José se encuentra plenamente consigo mismo, más allá de sí mismo. Esta libertad de renunciar a lo que es suyo, a la posesión de su propia existencia y esta plena disponibilidad interior a la voluntad de Dios, nos interrogan y nos muestran el camino.
Nos disponemos entonces a celebrar la Navidad, contemplando a María y a José: María la mujer llena de gracia y que tuvo el coraje de confiarse totalmente a la palabra de Dios. José, el hombre fiel y justo que prefirió creer en el Señor en cambio de escuchar las voces de la duda y del orgullo humano. Con ellos caminamos hacia Belén”.