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No creo en los mensajes apocalípticos que circulan en las redes sociales. Siempre han existido las plagas, los terremotos y todo tipo de males en el mundo. Y siempre hay quienes se aprovechan para llenarnos de miedo y que olvidemos la vida de oración y la cercanía de Dios.

Además, Jesús fue claro cuando nos advirtió:

“Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán. Por lo que se refiere a ese Día y cuándo vendrá, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de Dios, ni aun el Hijo, sino solamente el Padre”.(Mateo 24, 35-36)

Pero sí creo en la necesidad de vivir con serenidad y alegría y de un urgente llamado a la conversión en el mundo actual.

Debemos volver la mirada a Dios, dejar los pecados que tanto lo OFENDEN y llevar nuestras vidas conforme a su santa voluntad, amando, haciendo el bien, perdonando, agradándole en nuestros actos y pensamientos.

No hay nada más sabroso que vivir en estado de gracia, sabiendo que Dios habita en nosotros.

 

Las apariciones de la Virgen en Fátima fueron toda una revelación y dieron la vuelta al mundo. Nos hicieron recordar la necesidad de la oración y de abandonar los pecados que llevan a la perdición de nuestras almas.

La Virgen santísima fue muy clara en ello.

“Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores. Son muchas almas que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas.” (19 de agosto de 1917)

“Es necesario que se enmienden, que pidan perdón de sus pecados… ¡No ofendan más a Nuestro Señor, que está ya muy ofendido! (13 de octubre de 1917)

Debemos acudir a la Virgen, pedirle su protección.

Estuve leyendo el tercer secreto de Fátima y me llamaron la atención estas palabras del Ángel a los niños videntes.

Pareciera que nos las dice a nosotros:

“…hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!…”

¿Qué te parece si hacemos un cambio en nuestras vidas? Justo para eso es la Cuaresma. Empieza por una buena confesión sacramental, lleva vida de oración y haz todo el bien que puedas a todo el que puedas. 

Actúa en adelante conforme a la santa voluntad de Dios y Él te mirará complacido.

¡Ánimo!

¡Dios te bendiga!

ALETEIA