Por Pilar Martínez de la Torre Vidal. ©Pilar Vidal. 2015
Madre, mirándote ahora, tendida en tu lecho, me parece mentira cómo ha pasado el tiempo.
Dicen que yo era el discípulo que tu Hijo amaba. Pero aunque los demás no lo sepan, también soy el que más amas tú. O quizá, con la perspectiva que me dan los años, me doy cuenta de esa capacidad que tenéis las madres para conseguir que cada hijo se sienta único y el más querido. Siempre he pensado que conectábamos tanto porque teníamos en común el haberle dicho “Sí” a Dios a primera hora. Pronto te supiste elegida desde toda la eternidad, y algo así me ocurrió a mí. Por eso nunca dudé de mi llamada y me lancé a seguir a Jesús desde muy jovencito.
Marinella Bandini - Patricia Navas - publicado el 14/12/21