En Estados Unidos hay unos 70 santuarios católicos con la categoría de «nacional», con estatutos propios, acogida de peregrinos y clérigos al cargo. Pero sólo uno presume de ser el lugar de unas apariciones marianas constatadas y aprobadas por la Iglesia. Se trata del santuario mariano de Champion, en Wisconsin.
En octubre de 1859 -es decir, un año después de Lourdes- la Virgen María se apareció en el bosque de Champion (Wisconsin, EEUU) a la joven inmigrante belga Adele Brise, que llevaba 4 años en el país y ni siquiera hablaba inglés. La Virgen María le encargó el siguiente mandato: “Enseña el Catecismo a los niños de este país salvaje”. En 2010 el obispo local (de Green Bay) reconoció oficialmente las apariciones como reales y aprobadas, y en 2016 la iglesia del lugar adquiría la categoría de santuario. Desde entonces, ha ido atrayendo a más y más devotos que buscan curaciones físicas, sanación interior y crecimiento en la fe. Desde julio de 2011, la diócesis encargó el santuario a la congregación de Padres de la Misericordia (fathersofmercy.com), congregación que enfatiza el servir en retiros, la Confesión y la Eucaristía.
Los hechos de las apariciones
Adele Brise llegó a Estados Unidos en 1855 con sus padres y sus tres hermanos y 24 años. En Bélgica había querido ser religiosa, pero la pobreza y inmigración lo habían impedido. Wisconsin era una zona boscosa que atraía emigrantes pero con pocos clérigos católicos: un solo cura cubría la mitad del estado.
Un día a principios de octubre de 1859, con 28 años, llevando grano al molino, Adele vio una dama vestida en un blanco brillante, con una cinta dorada en la cintura y una corona de estrellas en la cabeza. Estaba de pie entre dos árboles. Adele se asustó y quedó quieta un rato contemplándola. Al cabo de unos minutos, la imagen desapareció lentamente dejando una nube blanca.
Unos días después, el 9 de octubre de 1859, domingo, Adele acudía a misa con una vecina y su hermana Isabel, recorriendo la misma ruta. Al llegar a los árboles, volvió a ver la dama de blanco entre ellos. Adele llegó a la parroquia y se lo comentó al sacerdote. Él le animó a preguntar a esa dama quién era si volvía a verla.
Cuando Adele y sus acompañantes volvían a casa por el mismo camino, la dama de blanco volvió a aparecer. Sólo Adele la veía. La muchacha preguntó:
– En nombre de Dios, ¿quién eres y qué quieres de mi?
– Soy la Reina del Cielo que reza por la conversión de los pecadores, y deseo que hagas lo mismo -respondió la dama. – Has recibido la Sagrada Comunión esta mañana y eso está bien. Pero debes hacer más. Haz una confesión general y ofrece la Comunión por la conversión de los pecadores. Si no se convierten y hacen penitencia, mi Hijo se verá obligado a castigarles.
– Adele, ¿quién es? ¿Por qué no podemos verla como tú? – se quejaban las acompañantes de Adele
– Arrodillaos, la Dama dice que es la Reina del Cielo -les explicó Adele.
– Bienaventurados los que creen sin ver -dijo la Dama mirándolas con amabilidad. Y luego se dirigió a Adele: – ¿Qué haces aquí ociosa mientras tus compañeras trabajan en la viña de mi Hijo?
– ¿Qué más puedo hacer, querida Señora?- preguntó Adele
– Reúne a los niños de este país salvaje y enséñales lo que deberían saber para salvarse.
– ¿Pero cómo les enseñaré yo, que sé tan poco?
– Enséñales su catecismo, cómo signarse con el signo de la cruz, y cómo acercarse a los sacramentos; esto es lo que deseo que hagas. Ve y no temas nada. Yo te ayudaré.
Ese es todo el texto del mensaje: conversión, confesión, comunión, arrepentimiento y penitencia, enseñar a los niños lo necesario para salvarse, catecismo, hacer la señal de la cruz, acercarse a los sacramentos, y no tener miedo.
Adele no tuvo nunca más visiones, pero vivió hasta su muerte en 1896, con 66 años, aquello que la Dama le había encargado. Su padre fue el primero en construir una pequeña capilla en el lugar de la aparición, que atrajo peregrinos desde 1861, y allí se contaban favores recibidos y sanaciones.
Catequizar a los niños
En 1865, el capellán de la colonia belga, el padre Philip Crud, animó a Adele y otras compañeras a abrir un colegio gratuito al que acudían los niños pobres de emigrantes. La comida llegaba de milagro, donativos de padres generosos. Adele enseñaba el catecismo, y otras compañeras diversas materias. Formaron una comunidad de terciarias franciscanas, con hábito, pero sin ingresar plenamente en la vida religiosa.
Adele Brise murió en 1896 después de una vida dedicada a catequizar niños. Las mujeres de la escuela se integraron en una comunidad de Hermanas Franciscanas, que se responsabilizaron de la capilla. En 1992 la capilla pasó a estar a cargo de unas carmelitas y en 2002 pasó a ser propiedad diocesana. Siempre se mantuvieron los relatos de favores de la Virgen en ese lugar.
En 2010, durante la fiesta de la Inmaculada Concepción, patrona de Estados Unidos, se dio la aprobación diocesana oficial del obispo David Ricken a las apariciones y se leyó el decreto en una misa especial en el santuario de Champion: «declaro con certeza moral y de acuerdo con las normas de la Iglesia que los acontecimientos, apariciones y locuciones dadas a Adele Brise en octubre de 1859 presentan la sustancia de carácter sobrenatural, y yo por la presente apruebo estas apariciones como dignas de fe – aunque no obligatorias – para los fieles cristianos».
Eso ayudó a muchos a compensar el mal sabor que dejaban las recientes declaraciones oficiales eclesiales de que eran falsas otras apariciones: las de Necedah (de 1949, también en Wisconsin) y las de Bayside (1968, en Nueva York).
Rezar por los obispos: uno cada día, por su nombre
Recientemente, desde el 1 de mayo, con el mes de la Virgen, pero alargándose hasta octubre, ha nacido en el santuario una nueva devoción que atrae a los fieles y los organiza en su oración: consiste en rezar por los obispos de Estados Unidos. Cada día se menciona a uno concreto por su nombre.
El sacerdote John Broussard, rector del santuario, señala que la idea nació con la petición del Papa Francisco a los obispos de que consagraran el mundo a la Virgen, por la paz, anunciada en abril de 2022. «Pensamos que sería una buena idea en este santuario, el único de apariciones aprobadas en Estados Unidos, aprovechar las muchas gracias que fluyen aquí y orar por los obispos, por su fuerza, sabiduría, visión y gracia para conducir al pueblo de Dios hacia Jesús», explica.
Lo incorporaron en la rutina cotidiana de oración: mencionar a un obispo concreto por su nombre en la misa, y dedicar el día a orar por él y sus intenciones. (Se entiende que cada obispo auxiliar va incluido con su obispo titular). Esta iniciativa se llama ahora «el Proyecto Pastor» (Shepherd Project). Animan a quien quiera a sumarse en la oración en la distancia.
La web de este proyecto es ChampionShrine.org/shepherd-project.
Rezarán por un obispo norteamericano cada día, hasta el final de octubre. Los días ya están asignados. El primer día rezaron por el arzobispo Listecki, de Milwaukee; el segundo, por el pastor local, David Ricken, de Gree Bay. El tercero, por el obispo Callahan de La Crosse… La lista va en espiral, primero recorre diócesis de Wisconsin, luego las que las rodean…
En el Oratorio de la Aparición hay una imagen del obispo del día y una vela perpetuamente encendida. El santuario además explica por e-mail a cada obispo que están rezando por él. Hasta el momento, todos y cada uno han respondido con un mensaje de agradecimiento.
Broussard lo propone también como una excusa para peregrinar: si tal día rezan por tu obispo, puedes peregrinar al santuario con otros diocesanos para rezar por él.
Orar por enfermos y contar sanaciones
El Catholic Register ha publicado algunas historias de fieles que acuden al santuario buscando curación de sus seres queridos.
Los periodistas hablan con la señora Louise, abuela de Sam, un niño de 4 años. Sam recibió 11 meses de quimioterapia por leucemia. No le funcionaba y los médicos esperaban un trasplante de médula. Una noche fría de noviembre llevaron el niño al santuario, a las 9 de la noche, ante la imagen de la Virgen, rezaron diez avemarías y encendieron velas. «Querido Jesús, haz que me ponga mejor», rezó el niño.
Al día siguiente, los médicos les pasaron los resultados que preparaban para la petición de médula: ¡no había ya células con leucemia en el niño! Los médicos no sabían explicarlo. No hubo más tratamiento ni hubo trasplante. Hoy Sam tiene 15 años y es un robusto jugador de fútbol americano. Y toda la familia -con Sam- reza el Rosario unida cada noche.
El padre Broussard asegura que hay muchos casos y que se van a documentar mejor porque acaban de formar en el santuario su propio comité médico para investigar curaciones físicas. Hay una pared llena de bastones y muletas de personas que llegaron con movilidad reducida pero ya no las necesitan.
Otras gracias que no son físicas
También hay personas que explican que en el santuario recibieron fuerza o gracia para perdonar, o para liberarse de una carga pesada.
Y muchos cuentan que no podían rezar o hablar con Dios aunque intuían que Él «estaba ahí»… y en el santuario recibieron la conexión, la cercanía, para establecer una relación personal y cercana con Él.
El rector del santuario explica que «algunos de los mayores promotores del santuario son los que vinieron y experimentaron que eran tocados de manera poderosa. Nuestra Señora los tocó. Fueron y le contaron a otros el gran don que tenemos de un santuario de María aquí», explica el rector.
Broussard añade que los milagros son «impresionante y hermosos de ver, pero lo más importante es que la gente se vaya teniendo una relación más profunda con Jesús, Dios y María».
(Publicado originariamente en el portal de noticias marianas www.carifilii.es ).