A Jesús, a través de María. Son miles de personas las que han conocido a Cristo o han profundizado en su fe gracias a la Virgen. Cuanto más se conoce a la Madre de Dios, más sencillo es amarla, y como consecuencia, amar a su Hijo. Desde los inicios del cristianismo los católicos han venerado a María y le han cantado sus alabanzas. La han coronado como reina o han nombrado algunas de las iglesias y catedrales más bellas en su honor. Pero el amor es un fuego que se ha de avivar para que no se apague.