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Por Domingo Aguilera, enero 2024

 

María y José ya se habían casado, aunque no habitaban en la misma casa todavía siguiendo la costumbre judía de esperar un año mientras el marido construía la casa común, cuando María concibió del Espíritu Santo. 

María fue verdadera madre al aceptar al Hijo como su hijo, porque siempre los hijos los da Dios y José fue verdadero padre al aceptar al Hijo de María como hijo suyo. El hijo hace a los padres y no el revés, como ocurre con los animales, porque la persona la crea el Creador en el momento en que los padres ponen la esencia del futuro hombre. La persona es un don divino.

 

El aceptar un don siempre requiere de la libertad del que lo recibe. Un don no aceptado es frustrado, no llega a conseguir el fin para el que fue creado. 

Así que Dios Padre escogió a dos personas humanas que, libremente, aceptaron acoger a su Hijo como hijo, estableciendo una relación de filiación con su Madre y con su padre. Relaciones que, teniendo el mismo principio en la filiación, tienen distinto término en la maternidad y en la paternidad.

 

Esa relación de filiación crea la familia. Y esa relación nacida de un don divino, al ser la esencia de Dios el mismo ser divino, es aceptada por dos personas humanas. Dos criaturas humanas que aceptan libremente a una persona divina. Los mejores padres escogidos por Dios Padre para su Hijo. 

María y José cuidaron de su hijo con verdadera delicadeza y veneración, como un don divino, como lo es toda criatura humana. 

Jesús aprendió todo lo necesario para llegar a la plenitud humana de sus padres. De María aprendió el cuidado “del otro”, la delicadeza en el trato, la piedad de invocar a Dios con esas oraciones que todo buen judío saca de la Torá y sobre todo el cariño materno. 

De José aprendió la Sabiduría de la Escritura al leer el rollo de Isaías que estaba escrito en hebreo. Así, empezaría a los dos o tres años a leer hebreo y por eso los doctores de la Ley se quedan asombrados al ver a un niño que no tenía edad para entrar en la sinagoga y que sin embargo leía e interpretaba las escrituras con una extraordinaria sabiduría. 

De José aprendió el oficio de בנאים, traducido al griego por τεκτονών o tektón. Un oficio bien remunerado y de prestigio que tiene que ver con la construcción, pero no como peón sino como arquitecto. 

De José aprendió también el idioma griego al trabajar en Séforis y que le permitió responder directamente a preguntas de Pilato tales como “¿Qué es la verdad?” y que conocemos la respuesta dicha directamente por Jesucristo. 

Todos los miembros de esa familia crecieron en Sabiduría y Gracia, en una relación continua de filiación/maternidad/paternidad que hizo posible esa figura humana de Jesús, tan atrayente. 

¿Y si María y José no se hubiesen aceptado como mujer y marido?

Siempre hay remedio para el matrimonio si acudimos a los tres, porque a esa familia pertenecemos.