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María Madre de Dios Hijo

Por Domingo Aguilera, Octubre 2019

La maternidad no es de naturalezas, sino de personas. María no es la Madre de la naturaleza Divina de Jesús. Jesús no son dos personas, una divina y otra humana, sino una persona con dos naturalezas. María es la Madre plena de Jesús de Nazaret. Que es el Hijo del Dios vivo.   “Yo hago las obras de mi Padre, Mi Padre es el que me glorifica…..” (jn ,8, 54). María es plenamente la Madre de Dios.

El Espíritu Santo establece con María una relación espiritual (Esponsal) y simultáneamente Dios Padre establece con ella una relación de filiación (maternal). Es decir, Jesús es concebido simultáneamente en su vientre y en su corazón, en lo profundo de su ser. Y María lo acepta con toda la libertad cuando dice “Hágase en mí según Su palabra”

Juan A. García González, escribe:

La libertad humana no es causal sino donal; no un singular y misterioso tipo de principiación, sino apertura activa de la persona que acepta y da: busca, encuentra, dispone... ; en suma, se mueve en el mundo, entre las personas y ante Dios.

La libertad es el ser del hombre; pero tal vez más que al ser haya que referir la libertad al bien, pues es muy bueno que existan criaturas libres.

Pero para el hombre sin libertad no hay bien posible; ni valores en sí –de esos que valen por sí mismos-; ni –muy especialmente- cabe el amor, como unión y correspondencia entre personas. Porque además sucede que la libertad es ella misma muy buena, como cada persona lo es; luego será mejor aún la vida en común, la coexistencia entre personas: el ámbito propio de la libertad.

A la postre, las personas –y Dios como persona que es- coexisten. Y en la reciprocidad de su obrar, del intercambio donal entre ellas –dar y aceptar-, el hombre se juega su ser; así en la tierra como en el cielo. La libertad humana muestra entonces su sentido existencial: precisamente, la actividad de ser persona, el acto de ser personal.”

 

María vivirá esa maternidad en grado sumo, con plena libertad. Cuando Dios es un niño y cuando sale a predicar y cuando lo prenden para matarlo. Pero si María está al pie de la Cruz es especialmente por su fe y también por ser madre. Maternidad y fe. Este es el binomio que salvará a esta civilización.

Conocemos la reacción de José cuando sabe que su mujer, sí, su amada esposa, ha sido elegida desde todos los tiempos para ser la Madre del Mesías. ¿Cómo va a ser él “el padre del Mesías”?. Sabe que el padre del Masías es Yahve. Hasta que un ángel le confirma su papel. Un ángel,….siempre un ángel, y en sueños. Con la certeza de la fe y la incertidumbre de la razón. No es fácil ser práctico con la incertidumbre. Y su papel es sumamente práctico: alimentar y cuidar de Jesús.

Pero José sabe que María es la hija predilecta de Dios, porque es la Madre del Mesías. Y espera y confía totalmente en todo lo que está pasando. No entiende muchas cosas, pero sabe que ese es el gustoso precio que tiene que pagar. Y su corazón late al unísono con el de su mujer.

Nadie conoce mejor los pensamientos y el corazón de un hijo que su madre. El Corazón Dulcísimo de María conoce y late con el Corazón de Cristo. ¡Que intimidad tendría esa Madre con ese Hijo!.

Sólo María, como criatura, tiene la relación de ser Madre de Dios. Solo María y Dios Padre. La relación maternal de María no es inmanente. Esa relación de Maternidad solo la puede establecer en el Espíritu Santo.

Cuanto me gusta saborear, contemplando en oración, que Dios Padre es Padre de Dios Hijo y María, criatura, Madre de Dios Hijo.

¡Cuánto nos quiere Dios para abajarse a ser hombre y cuanto confía en María para salvarnos!

Y nosotros ¿qué relaciones establecemos? Frívolas, temporales, superficiales, o desde la donación total. ¿Con quién?... Piénsatelo y rectifica.

En este mes del rosario podemos contemplar los misterios con los ojos de María. Ella, como Madre, nos acercará al Corazón de su Hijo.

¡Madre de Dios Hijo, ruega por nosotros!

  • Juan A. García González. Thémata. Revista de Filosofía, 39, 2007