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María Hija de Dios Padre 

por Domingo Aguilera. Septiembre de 2019

Como vimos en el post anterior, las relaciones entre las tres Personas de la Santísima Trinidad son Inmanentes e Inmutables. Relación Filial y Relación de Amor.

¿Cómo son nuestras relaciones?

Nosotros “elegimos” las relaciones y esa elección nos enriquece o degrada. Relaciones de igual a igual, como la amistad o el matrimonio. Otras relaciones que no elegimos, podemos aceptarlas o rechazarlas, son “verticales”, como la paternidad-filiación, maestro-discípulo, etc.

Podemos relacionarnos con los demás o las cosas, desde nuestros sentidos, desde nuestra imagen real o virtual, desde nuestros miedos, desde la tecnología, o por el contrario desde el fondo de nuestro corazón, o cómo dice Polo desde el ser personal. (*)

Si la relación es intelectual, necesitará del auxilio continuo de la voluntad, pero si es vital, sólo necesitará ser alimentadaAlimentar el Amor: Silencio. Donación.

Y también podemos romper relaciones. Este es el maravilloso juego de la libertad.

Juan A. García González. nos aporta su punto de vista antropológico:

 En el pensamiento contemporáneo, se ha sentido la necesidad de resaltar la categoría de relación para comprender al hombre. Ser persona, parece que sí, es constituirse como una hipóstasis, como un supuesto individual; pero, sobre todo, es establecer relaciones, abrirse al exterior, y –en particular- a las demás personas.

El hombre no se constituye como tal encerrándose sobre sí mismo para subsistir; sino que se abre al mundo y a los demás, se relaciona con ellos: sale fuera de sí mismo. Y entonces, como lo primero para la persona es la relación, se habla del yo y su circunstancia, del hombre como ser que está-en-el-mundo, del binomio yo-tú o del yo-otro, y demás consideraciones de este tipo.

El dictamen de Polo al respecto es claro: el ser personal es distinto del extramental. 

Éste último, el extramental,  es el sentido primero del ser: justamente el ser como lo primero, es decir, como principio, como fundamento o como causa; la metafísica se ocupa de él desarrollando esas nociones y otras afines como las de sustancia, movimiento, naturaleza, esencia, etc. El ser personal, en cambio, es rigurosamente un ser además, un ser segundo, añadido al primero; corresponde, por tanto, a la persona co-ser; más que un ente, la persona es un coexistente. (1) 

  Y cabe preguntarse ¿qué relaciones estableció María?

(Veremos algunas en este post y dejaremos otras para los sucesivos)

Cuando se acercaba la plenitud de los tiempos fue concebida María de Joaquín y Ana. Y Dios Padre decretó que como la nueva EVA, María, sería concebida sin pecado original y llena de gracia. Su voluntad  y la de Dios Padre, concurriendo por el mismo camino sin conflicto alguno. Tú, Señor, lo quieres… yo lo amo.

María será así la Hija predilecta de Dios Padre. Y Dios establece una nueva relación de paternidad con María. No es la paternidad del Dios Creador, que crea a todos los hombres, sino la Paternidad que engendra una nueva vida sobrenatural plena y única. La nueva EVA. Un recipiente digno para su Hijo. La obra maestra de la creación.

Al llegar al uso de razón Miriam tenía una conciencia plena de lo mucho que le amaba su Padre Dios y aceptando su paternidad establece con El, una relación de filiación desde lo más profundo de su corazón. Y se ofrece con todo su ser. Toda para El. Solo para El.

Ya no es que Yahvé se muestre como un Padre, cosa que todo el Viejo Testamento intenta demostrar, sino que con Ella se abre el Nuevo Testamento. Dios ES su Padre.

Y María confía totalmente en su Padre Dios, creciendo en gracia y virtudes con la ternura de su Padre.

Más tarde conoce a José. Y José no solo establece una relación de amor con aquella joven tan bella, sino que, desde lo más profundo de su ser, con confianza en Yavhé, establecen una relación de fe, considerando José que el voto de virginidad no le separa de María, muy al contrario, le una a una mujer más bella que la que ve con sus ojos naturales. Ya no concibe su vida sin ella. Ni un segundo.

María, criatura como nosotros, nos conduce hacia lo que nosotros no podemos alcanzar por nuestras solas fuerzas: el misterio de la intimidad Divina, que habita en Ella. Es el camino seguro para ir al Padre.

¿Cómo son nuestras relaciones? ¿Con quién las establecemos?... Allí donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.

 

Hija de Dios Padre, ruega por nosotros.

 (1) Juan A. García González en Thémata. Revista de Filosofía, 39, 2007

 (*) Vid 1