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Por Domingo Aguilera. Febrero 2022

Muchas conjeturas podríamos hacer sobre la importancia de los sueños en la prospección de las personas y el descubrimiento de las raíces de sus padecimientos. Los científicos miran al pasado. Pero muy pocas prospecciones, con criterios científicos, de los sueños tienen proyección de futuro. Al final podríamos decir con Calderón de la Barca, que los sueños, sueños son. ¿Y en el caso de José?

 En el artículo “José, varón justo” indiqué que  Yahvé siempre le habla en sueños a José.  Ahora vamos a ver cómo José interpreta esos sueños.

Alonso Gómez, en su libro “tras las huellas de José”, nos indica  que “lo que se les escapa a los psicólogos de este mundo -que en un buen número prescinden de Dios- es que el dueño del día y de la noche utiliza con frecuencia esta como sacramento de comunicación personal con sus elegidos”. (C III, 3, g, El ángel del Señor se le apareció en sueños)

En el Antiguo Testamento se señalan tres modos de comunicarse con la divinidad: a través de los profetas, a través de los “urim” (signos sagrados) o a través de los sueños. Sin embargo la misma Escritura que afirma estos tres caminos para establecer relaciones con Dios prohíbe que los sueños y profecías emanen del corazón humano, poniendo al pueblo de Israel en guardia contra los falsos profetas. Y vemos como en el Nuevo Testamento los sueños siguen siendo importantes, por ejemplo la mujer de Pilato ve en un sueño que Jesús es inocente. 

Son numerosos los pasajes en el Antiguo Testamento en los que Yahvé habla a sus elegidos en sueños, aunque los más famosos sueños en el AT son los de José con el faraón. A este José sus hermanos le llamaban despectivamente “el soñador”. “El soñador” libró a Egipto de una enorme hambruna y también a Israel “bajando a Egipto”, aunque el precio que pagó el pueblo judío por ser librado del hambre fue el de ser esclavo de los egipcios. Son los contrastes del Señor, que les libra de una muerte por hambre y que a su vez pone precio para salvarles de la muerte del alma. Años más tarde, Jesucristo puso precio al pecado con su vida.

Sin embargo en el Nuevo Testamento los sueños de José, del padre de Jesús, son pacíficos y providenciales para salvar a María, al Niño y a la humanidad. Cuatro son los sueños de José que encontramos en el evangelio:

1.       En Nazaret donde el ángel le indica en sueños dos cosas:

“Al despertarse, José hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado, y recibió a su esposa. Y, sin  que la hubiera conocido, dio ella a luz un hijo; y le puso por nombre Jesús” (Mt: 1, 24-25).

·         que tome a su esposa y que conviva con Ella, antes de lo previsto en la ley, “porque lo engendrado en Ella procede del Espíritu Santo”. Esto le ocasiona a José que sus familiares se pongan en contra de él, dado que no había pasado un año desde la boda y esas prisas le ponen en entredicho a él. Esto pudo ser la causa de que sus parientes de Belén “no le recibiesen” y que no tuviese fácil acomodo en esa ciudad. José “quedó” en entredicho ante los hombres, salvando el honor de María. José no dio explicaciones, simplemente calló.

·         que él acepte ser el padre de Jesús. No que le adopte, que sería otro camino legal más fácil pero que perdería el hilo davídico, sino que sea su verdadero padre y por lo tanto Jesús sea descendiente de David. Para que se cumplieran las Escrituras. Lo hemos visto con más detalle en el artículo “la Paternidad de José”.

2.    En Belén:

“Cuándo se marcharon (los magos), un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. Él se levantó, tomo de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto” (Mt: 2, 13-16).

Este sueño hizo que María y el Niño abandonasen su tierra “rápidamente y de noche” y estuvieran fuera del alcance de Herodes, salvando así a Jesús de una muerte segura. Ejerciendo de Custodio, nos muestra un paralelismo con Moisés. En Egipto todo varón judío debía morir, pero hubo uno que se salvó en las aguas del Nilo y Moisés salvó a todo el pueblo deteniendo las aguas del Nilo.

3.         En Egipto:

“Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel…” (Mt: 2, 20). 

El ángel le indica que regrese. Peregrino en tierra extraña. “Desde Egipto llamé a mi siervo” para que se cumplieran las Escrituras.

4.         En Israel:

Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea”(Mt: 2, 2)

Cuando está entrando en Israel, recibió en sueños instrucciones que le hacen cambiar los planes de residencia e irse a Nazaret. “Será llamado Nazareno”, para que se cumplieran las Escrituras.

En la sinagoga de Nazaret se han encontrado recientemente huellas de que en ella existió el rollo completo de Isaías, por lo que es más que probable que tanto José como María conociesen este libro en profundidad. Es el libro que habla más extensamente y con mayor detalle del Mesías; que nacerá de una virgen, que será el siervo de Dios y que será despedazado y despreciado de los hombres. Este libro sería el alimento más importante y continuo en aquellas almas jóvenes de Nazaret. José leería este libro en la sinagoga por ser varón de la estirpe de David. María iría a la sinagoga a partir de los diez años, como era costumbre entre los judíos piadosos. Ambos lo llevaban grabado en el corazón. 

José que era justo meditaba las Escrituras de día y también de noche, cuando no existen barreras en la mente y el sueño se escapa de la lógica y de nuestros planes. En la noche Dios nos sorprende, nosotros solo podemos ser sorprendidos. Es un momento especialmente apto para recibir los mensajes del Señor de los sueños. Pero esta cercanía de José con el Señor no es sino el fruto del esfuerzo y de la intensidad de su amor a Dios durante el día. Es el sueño del enamorado que al encontrarse con su amor no duerme, y mantiene una dulce vigilia que no cansa. Sólo piensa en su amor. Es el fruto de pasar el día en presencia de Dios y de querer seguir el diálogo amoroso por la noche. Es en el misterio de la noche donde el espíritu encuentra esas soluciones que la luz del sol y el ajetreo diario no le dejan ver. Es el momento en el que el alma ya no ve con los ojos de la carne sino con el amor.

La condición del soñador, del que estando con los pies en la tierra sueña con la meta, es ansiar la meta continuamente, vivir para el amor. Es la condición de la persona que no se conforma nunca, que supera los obstáculos porque sueña, porque deja de ser “realista”.

La noche es el momento en que dejamos de ser lo que con tanto empeño nos empeñamos en parecer y siendo inermes somos lo que realmente somos. La noche puede ser una enorme ocasión de oración o por el contrario una noche de oscuridad. El Señor nos espera en la dependencia, se esconde en la pequeñez de un Niño y será nuestro compañero en la noche oscura del alma. No es la noche tiempo muerto, tiempo baldío, sino que es la continuación del día. Sólo si estamos cerca del Señor durante el día podemos estar cerca de Él durante la noche.

Que José tuvo un don profético preternatural como lo tuvo su antepasado, es comúnmente admitido por la mayoría de los teólogos. Si lo tuvo José, el asesor del Faraón, como no lo va a tener el padre de Jesús de Nazaret. Este don y la castidad heroica vivida por él, le capacitaban para tener este contacto directo con Dios en sueños.

José se quedó fascinado primero con el libro de Isaías que le hacía “soñar” y posteriormente  con María, al encontrar en Ella las virtudes tan admirables que la rodeaban.

¿Pensó José cuando le pidió a María casarse con Ella y esta le dijo sus condiciones de virginidad, que Ella podía ser la madre del Mesías?  Eso estaba escrito en el libro de Isaías y seguramente que lo pensó.

¿Tuvo José más sueños que no aparecen en el evangelio? Alonso Gómez afirma que es muy probable que desde los comienzos José tuviese más trato con Yahvé en sueños, quizás sin el intermedio del ángel, pero como una ayuda y guía espiritual preparándole para su misión.

¿Por qué Jose escoge a María por esposa? Desde luego las virtudes y belleza de María eran evidentes, pero José establece una relación matrimonial con María, no como fruto de un impulso ciego sino como fruto de la oración y del trato entre ambos en la sinagoga de Nazaret y sobre todo porque lo “soñaría” en presencia de Dios. Y María descubre en José a la persona puesta por Dios para completar su vida. Descubre, en la propuesta de matrimonio de José, su vocación matrimonial. Vocación matrimonial que es fundamental para la Encarnación del Verbo, ya que primero se desposaron y después vino el ángel.

Ciertamente Yahvé escogió y preparó a dos criaturas claves para la venida del Salvador: José de Nazaret, que nació antes que María, y María, concebida sin pecado original. Ambos completamente libres, libremente escogieron lo que Yahvé tenía preparado para ellos.

Y el Verbo se hizo carne.