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Por Domingo Aguilera. Dic 2020

Me pide un gran amigo mío, L MM, que publique un artículo en diciembre sobre la Navidad.

Si me preguntasen cuál es el villancico que más me gusta, respondería sin pensármelo dos veces, que un español y un italiano.

El español dice:

Dime Niño de quién eres, todo vestido de blanco,
Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo
Dime Niño de quién eres y si te llamas Jesús
Soy amor en el pesebre y sufrimiento en la Cruz.

            Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra
            Que viva el Niño Jesús que nació en la Nochebuena
            La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va
            Y nosotros nos iremos y no volveremos más.
 

El italiano se titula “Tu Scendi Dalle Stelle”y dice así:

Tú vienes de las estrellas, oh rey del cielo
Y vienes a una cueva, al frío y al hielo
Oh mi divino Niño, te veo aquí temblando
Oh Dios bendito ¡ay lo que te costó haberme amado!!

Para ti, que eres el Creador del mundo, no hay ropa ni fuego
Querido Niñito, ¡Cómo me enamora tu pobreza!
Oh mi divino Niño, te veo aquí temblando
Oh Dios bendito ¡ay lo que te costó haberme amado!!

¿Qué es lo que tienen estos dos villancicos en común? Ambos definen en pocas palabras toda la profundidad de la Redención. Con el nacimiento del Señor se hace realidad la Redención, que se completará en la Cruz y la Resurrección.

El Niño tiene la clave de nuestra existencia y viene a contárnosla. Él es el dueño del tiempo. Algo que el hombre no ha logrado dominar. Al contrario, el tiempo domina a la humanidad.

Se nos da un tiempo concreto y distinto a cada uno. Tiempo que puede ser una condena o una liberación, y eso depende exclusivamente de cada uno de nosotros. El Niño viene a decirnos que quiere librarnos del tiempo, que nos quiere para Él eternamente, que no nos obcequemos con las apariencias, que somos demasiado valiosos para Él.

 El universo lleva millones de años desde que se produjo el Big Bang, y en unos cuantos millones de años más, el universo será una masa oscura y helada. Y solo durante unos pocos miles de años en un planeta llamado tierra aparece el hombre. Todo el universo ha sido creado para el hombre. ¡Qué desperdicio! O visto de otra forma ¡Que amor tan grande tiene Dios por su criatura! El universo desaparecerá, el hombre no. ¿Qué tiene el hombre para que Te enamores de él? Parece decirnos ¿Qué más puedo hacer por ti? 

 Y… ¡el Verbo se hizo carne!

La Palabra, la Verdad se hizo carne. No el amor, ni la misericordia, sino la Verdad. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”  Para que la Verdad sea el cimiento del amor y de todas las virtudes en cada uno de nosotros. No al revés. Para que crezcamos en la fe, que es la verdad,  y seamos consecuentemente el consuelo de Dios.                                                                     

 Así, el Creador del universo, envía a su Hijo para que, siendo un absoluto dependiente, nos redima. Y cuenta para ello con un varón de Galilea llamado José, que enamorándose de María hace posible el matrimonio en el que Dios quiere nacer. Cuenta con María que dice sí a José y después dice SI al ángel, para desde entonces no parar de decir al hijo que lleva en su vientre que vive solo para Él. Y cuenta contigo y conmigo, para que establezcamos una relación con el Niño.

Y nosotros ¿qué le decimos? ¿Creemos de verdad que ese Niño es el Salvador de toda la humanidad?

¡Ay este Niño!...

¡Ay lo que te costó haberme amado!!

La Nochebuena se viene, la nochebuena se va….

El Niño y tú.

 Felices Pascuas, y mis oraciones, a todos los seguidores de esta web.