Por Domingo Aguilera. Abril 2019
“Estaban junto a la cruz de Jesús, su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quién amaba, que estaba allí, le dijo a su madre: Mujer, aquí tienes a tu hijo. Después le dice al discípulo: Aquí tienes a tu madre. Y desde aquel instante el discípulo la recibió en su casa.” (Juan X, 25).
Sólo hay dos pasajes en el Nuevo Testamento en los que Jesús llama Mujer a María. Este (Juan X,25) y en la bodas de Caná (Juan II,4).
Hasta el tremendo momento de la crucifixión, María era solo la madre de Jesús. Los discípulos la trataban como la madre del Maestro, todos, incluido Juan, el discípulo amado. Incluso podrían decir que era la Madre del Mesías, cuando afirman “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” aunque eso se lo revelase directamente el Padre.
La fe de María le lleva al Calvario, como a Juan. La falta de fe lleva a los otros diez discípulos a huir del escándalo de la cruz. María desarrolló toda su vida en la fe. Crecía en edad, en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres, como su Hijo, con su Hijo. Como dice Jacques Phillippe, “ La grandeza de María es la grandeza de su fe”
Y Jesús, desde la Cruz, le pide un nuevo SI, para que acepte a sus discípulos, representados por Juan, como hijos suyos. Los discípulos, los bautizados, ya la podemos llamar Madre, porque lo es.
Pero ¿por qué Jesús la llama Mujer y no Madre?
Si Jesús hubiese querido decir a Juan, “Cuida de mi Madre, cuida de María” no habría utilizado la palabra mujer.
En el Génesis Eva es nombrada 11 veces como “mujer” y solo una como Eva.
Eva propone a Adam que cometa el primer pecado. María propone a Jesús que haga su primera manifestación en Caná. “Mujer, que nos va a ti y a mí.”
Eva con Adam, caen tentados por el demonio en el árbol. María con Jesús, está al pie de la cruz en la Crucifixión.
El fruto de Eva es el pecado para toda su descendencia. El fruto de María es la victoria sobre el Diablo, rompiendo la herencia de Eva, para toda la humanidad.
Es la Redención de todos los hombres. Por una mujer entró el pecado y por María la Gracia. Y en la Cruz, María queda asociada de forma inconmensurable y definitiva a la Redención, siendo su nuevo “roll” el de cuidar de la Iglesia, como madre que es de Ella. Y cuidar de todos los hombres, comunicándonos su fe, porque esa es la misión de la Iglesia. Por lo tanto María es Madre de todos los hombres, no solo de los bautizados.
Eva fue creada sin pecado original. María fue concebida sin pecado original.
¡Madre Inmaculada, ruega por nosotros!