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Por Domingo Aguilera Febrero 2019

 

Todos los videntes de la Virgen coinciden en afirmar que vieron a una mujer bellísima, tan bella, que deja en ellos una impresión tan profunda, directamente en el alma, que les hace muy difícil describir su rostro.

María es una mujer, no una divinidad. La mujer más bella de la creación. Es hija de Joaquín y Ana. Engendrada por ellos y preservada de la corrupción, del pecado original, por una intervención directa del Espíritu Santo.

María es la creación más grande del Padre. Es la criatura en la que el Espíritu Santo actúa, tomándola como Esposa, para preparar la morada del Hijo.

Cuando el ángel la visita, este le rinde pleitesía y la saluda como la llena de gracia. Y  por el poder del Padre, el Hijo se encarnará en María, que ya es la Esposa del Espíritu Santo.

La belleza es lo que percibimos los humanos como felicidad. Cuando nos enamoramos, todas nuestras hormonas, todo nuestro ser biológico, accede a un estado de bienestar que no puede ser destruido por nada excepto por el desamor.

Y la belleza no lleva acarreada un discurso lógico, que partiendo de unas premisas concluya en unos resultados lógicos. La belleza no necesita de una determinada cultura para actuar. La belleza es sencillamente atraccióndeseo. Luego vendrá la inteligencia y junto con la voluntad completarán el acto volitivo.

La BELLEZA con mayúsculas es lo que percibimos los humanos como felicidad absoluta. Un estado del alma que trasciende toda realidad material para  ensimismarse,  engolfarse como diría el clásico, con el Cielo.

La BELLEZA absoluta es Dios, que la agota en sí mismo. Pero Dios Padre nos da a su Hijo, y nosotros limitados humanos, contemplamos en el Hijo la Belleza absoluta. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre y por lo tanto perfecto Dios y perfecto hombre. El cuerpo de Jesús es perfecto. Cuerpo que ha recibido en su totalidad de María, por la intervención directa de Dios Padre, entrando así por propio derecho y con toda la plenitud, en el linaje humano.

María es la mujer perfecta, la única persona del linaje humano, junto con Jesucristo, perfecta. Escogida para ser Madre del Hombre Perfecto, al que dará su sangre y su cara y todo su cuerpo.  ¿Cómo no va a ser la mujer más bella del mundo si es la madre de la Belleza?

Contemplar la belleza de María nos llevará a contemplar la belleza de su Hijo y contemplar la humanidad de Jesús nos llevará a contemplar la Belleza en su plenitud, que es contemplar las tres Personas en un solo Dios verdadero. Así el alma no entenderá el misterio de la Santísima Trinidad, pero podrá enamorarse de cada una de las personas y entablar una relación con cada una de ellas. Entrar en la intimidad de Dios.

 Lo único que tenemos que hacer es presentar María a nuestros familiares y amigos. Ella hará el resto.