por Domingo Aguilera
A lo largo de todo el tiempo, la humanidad ha pasado por múltiples etapas y distintos modelos, pero todas las civilizaciones han ido avanzando sobre la base de saber lo que conviene para su modelo, es decir lo "lo que está bien y lo que está mal" para su supervivencia y progreso.
Es al final del siglo XX cuando la civilización occidental ha roto con los modelos anteriores. Es la primera vez en la historia que occidente no tiene modelo, no sabe lo que está bien y lo que está mal. Aparece el devenir líquido, la modernidad líquida. Es el "like". No interesa lo que uno es, sólo interesa la imagen. Todo es nuevo para mí, no hay nada que me detenga y la tecnología me lleva a saberme sin límites.
La Virgen ha venido a salvar a esta humanidad que huye de Dios. La Virgen Inmaculada fue Madre de Dios en el momento de su SI al mensaje del Ángel y fue Madre de los hombres dese el momento en que su Hijo en la Cruz le pidió un nuevo SI y asumió ser Madre de todos los hombres, no sólo de los que seguirían a Su Hijo.
La historia de la humanidad ha estado siempre bajo la protección de la Madre. Son incontables las situaciones en la que Ella ha intervenido en ayuda de sus hijos.
A Santiago se le aparece en un pilar cuando este, cansado de la dureza de los habitantes de Hispania, decide abandonar su predicación.
En los primeros siglos del Cristianismo, cuando el Islam va a destruir Europa, su Invocación por los cristianos pidiendo su intercesión y Ella con signos inequívocos, frena en Lepanto el avance de sus enemigos. Y así, en sucesivas intervenciones se muestra en esos primeros siglos, como la mujer luchadora que vence el mal.
En la conversión del mundo azteca, cuando todo parecía baldío por la extremada dureza de sus habitantes, la Virgen de Guadalupe le dice a Juan Diego que construya un templo en la cima del monte que era el lugar de los sacrificios aztecas. Y todo un continente descubre la belleza y la bondad de la Madre que les enseña un nuevo Mundo, el mundo sobrenatural.
Cuando la barbarie de la revolución francesa toma cuerpo en Europa y la Ilustración triunfa, comienzan una serie de apariciones en la Salette que confluyen en Lourdes, apareciéndose como la mujer unida al Espíritu Santo. Cuando dice “Yo soy la Inmaculada Concepción” nos revela no sólo que fue concebida sin pecado, sino la primera y más poderosa intervención del Espíritu Santo en la humanidad.
Y ante el siglo más sanguinario en Europa, se aparece, entre otros sitios, en Fátima con un mensaje muy claro, la salvación de Europa, la salvación de esta civilización, sólo será posible si se la Consagra el mundo y se reza el Santo Rosario.
Cuando la civilización se hunde, cuando los líderes arruinan y engañan a sus seguidores, cuando parece que ya no hay solución, es el momento de seguir el consejo de S. Bernardo:
Mira la estrella, mira a María.