Claudio de Castro - publicado el 14/12/22
Tenemos dos madres, una en la tierra y otra en el cielo a la que debemos amar, honrar, defender y acudir. Una bella reflexión del escritor Claudio de Castro
«Ante Dios, los ruegos de los santos son ruegos de amigos, pero los ruegos de María son ruegos de Madre»
San Alfonso
Recuerdo la alegría inmensa de aquellos niños que jugaban en el parque aquella tarde soleada. Mis hijos entre ellos. Disfrutaba mucho esos momentos de paz, en un ambiente sano, rodeado de la naturaleza, admirando la inagotable energía de los pequeños. «¿Es que nunca se cansan?», pensaba sorprendido. Y yo agotado solo de verlos. ¿Te ha pasado alguna vez?
Era el paseo reglamentario de las tardes. Llegaba del trabajo cada tarde y escuchaba la algarabía en mi casa: «¡Llegó papá! ¡Llegó papá!». Bajaban todos y nos íbamos de paseo, a comer postres y jugar en el parque.
Más de una vez los vi caerse, como suele pasar con los niños, golpearse y correr a refugiarse en los brazos de su mamá.
Vida, mi esposa, los abrazaba, les sacudía la ropa y los tranquilizaba: «Nada ha pasado, vuelvan a jugar».
Y tranquilos volvían a reír y gritar de júbilo mientras corrían hacia los juegos diseñados especialmente para su edad.
Los adultos no nos diferenciamos mucho de los niños, necesitamos acudir a una madre cuando tenemos problemas, miedos, ansiedad, inquietudes.
Las madres tienen un don
Ellas, las madres, lo saben todo, no podemos engañarlas.
Me sonrío al recordar una maravillosa homilía del padre Alejandro Goulborne, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes en Panamá. En aquella memorable Eucaristía, nos habló de su mamá y se notaba cuánto la quiere:
«Las madres tienen un don, un instinto maternal que las hace intuir y saber cosas.
Una tarde fui a ver a mi mamá y tan pronto me vio entrar a la casa me dijo: «A usted le pasa algo hijo».
Me dejó sorprendido, en verdad que tenía una inquietud pero a nadie le había comentado, menos a mi madre.
Le dije y me dio la solución que suelen dar las madres, amándome, abrazándome, diciéndome que todo saldría bien. Salí confortado y sereno».
No temas acudir a María
Cuando me pasa que tengo inquietudes o un problema difícil de resolver, acudo a nuestra bella Madre celestial, la Inmaculada Concepción, la siempre Virgen María.
Es curioso, cada vez que escribo sobre este tema salen personas a rechazar a la Virgen amparados por párrafos seleccionados y mal usados de las Escrituras. Les dicen «trolls».
Si buscas su significado en Internet vas a encontrar esto: «Describe a una persona con identidad desconocida que publica mensajes provocadores para crear polémica».
Este es uno de los versículos que usan sacado de contexto:
«Jesús contestó: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí».
Juan 14, 6Te dicen todo tipo de cosas aferrados a ese versículo bíblico y que a Dios solo se llega por Jesús, lo cual es correcto, pero no toman en cuenta una verdad evidente…
A Jesús podemos llegar a través de su madre,
a quien nada le niega si es para nuestro bien.Por lo general no les hago caso, excepto cuando suben de tono. A una Madre todo hijo la defiende, más tratándose de la Virgen, la mamá de nuestro Salvador.
Tenemos dos madres
Desde muy pequeños, mi mamá (María Felicia Soto De Castro) nos inculcó a mis hermanos Henry, Frank y a mí que tenemos dos madres, una en la tierra y otra en el cielo a la que debemos amar, honrar, defender y acudir a ella en todo momento y circunstancia pidiendo su auxilio maternal.
La Virgen es Madre de la humanidad y siempre velará por nuestro bienestar. No tengas reparo en acudir a ella.Yo nunca he quedado defraudado. Siempre ha acogido mis plegarias, se las lleva a su Hijo quien las atiende favorablemente.
«¿No estás por ventura en mi regazo?»
El Ángel Gabriel la honra llamándola «llena de gracia» (Lucas 1, 28). Y los católicos la honramos llamándola «Madre».
San Alfonso escribió de ella estas admirables palabras:
«Nunca he visto a un pecador que haya rezado con fe y devoción
a la Santísima Virgen y haya tenido mala muerte«.Te invito a rezar el Rosario diario, que tanto agrada a nuestra Madre del cielo y nos trae tantas bendiciones.
Te dejo ahora amable lector con estas palabras de la Virgen a san Juan Diego y que son para todos nosotros también.
No se turbe tu corazón. ¿No estoy aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mí regazo? No te apene ni te inquiete otra cosa
Solo me queda exclamar emocionado, a todo pulmón: «¡Viva María!«.
¿Te gustaría compartir con nosotros tus bellas experiencias con la Virgen María? Escríbeme. Te dejo mi email personal: cv2decastro©hotmail.com
¡Dios te bendiga!