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Fotos cortesía de Viviana Quevedo y Roberto Lecaros

Un sencillo signo puede ayudarte a reafirmar tu fe y aumentar tu amor a tu Madre María...

Vivo en Lima, Perú. El  domingo 4 de abril, día de Pascua de Resurrección de este año 2021, regresábamos de nuestra caminata. Estaba con mi esposo y siempre nos detenemos en la parroquia Virgen de Fátima para rezarle a la Virgencita. 

Yo estaba orando con esa certeza absoluta de la hija que toma la mano de su madre, buscando refugio, recordando lo que decía san Luis de Monfort: 

«María es el camino más seguro, el más corto y el más perfecto para ir a Jesús».

Normalmente yo le rezo oraciones a la Virgen como el “Ave María” o el “Dios te Salve”.  Pero justo en ese momento yo le estaba hablando mentalmente a la Virgen.

Recuerdo que le decía que algún día la vería en el cielo y que también vería a Jesús y  a Dios y que también volvería a ver a mi papá adorado que murió en el año 2017.

Era un lindo día soleado

Eso le estaba diciendo a la Virgen, cuando  mi esposo se alejó un poco para tomar la  foto que te comparto,  porque le pareció un lindo día soleado y saldría una bonita foto.

A él le gusta tomar fotos. Eso es lo que él me ha dicho del por qué tomó la foto en ese momento.

Cuando llegamos a casa y vimos la foto nos dimos cuenta de que aparecía un rayito de la luz del sol que parece bajar del cielo y atraviesa el corazón de la Virgen.

Nos sorprendimos muchísimo y nos sentimos felices. Es como si la Virgen nos dijera:

“Nunca dejen de orar. Escucho sus oraciones y las llevo a Jesús”.

La foto es maravillosa, un regalo sorpresivo, inesperado.

Sabemos que la Virgen, Reina y Estrella del cielo, siempre escucha y responde nuestras oraciones, nos cuida y calma nuestras inquietudes.

Desde ese día, cada vez que voy a saludar a la Virgen María en mis caminatas habituales, su Inmaculado Corazón me atrae mucho, pues siento que tiene un gran significado. Es un “corazón que arde de amor divino”.

…………….

Aquí termina el relato. Vi la foto que me enviaron y no pude evitar sorprenderme y admirarme. Es bellísima. Me pareció que debía compartirla con ustedes.

Me encanta cuando nuestros lectores, me escriben y nos cuentan sus bellas experiencias con Dios, Jesús en el sagrario, el buen san José y nuestra Madre del cielo, la siempre Virgen María.

La Virgen es Madre, abogada nuestra en el cielo y una gran intercesora ante Jesús, su Hijo amado. Su Corazón Inmaculado nos acoge a todos.

Me gusta acercarme a ella y pedir sus favores rezando el Acordaos de san Bernardo. Y nunca he quedado defraudado. ¡Qué bella es María!

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra…

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Dios te bendiga.