Esta web usa cookies operativas propias que tienen una pura finalidad funcional y cookies de terceros (tipo analytics) que permiten conocer sus hábitos de navegación para darle mejores servicios de información. Si continuas navegando, aceptas su uso. Puedes cambiar la configuración, desactivarlas u obtener más información.

Maria Paola Daud - publicado el 11/11/20

Las milagrosas apariciones a un papá y sus tres hijos en Le Tre Fontane


Le Tre Fontane (Las Tres Fuentes) en la Via Laurentina de Roma fue siempre un lugar muy conocido históricamente, allí ocurrió el martirio de san Pablo.

Cuenta la leyenda que cuando san Pablo, durante las persecuciones de Nerón, fue decapitado (pena de muerte «digna» reservada para ciudadanos romanos) su cabeza rebotó tres veces antes de detenerse. En el suelo brotaron espontáneamente tres manantiales de agua: el primero de agua caliente, el segundo de agua tibia y el tercero de agua fría. Por eso la zona es llamada “Le Tre fontane” 

Este lugar bastante alejado del centro romano en el año 1947, se había convertido en tierra de ladrones, prostitutas y en dónde muchas veces dejaban abandonados los fetos muertos.

A jugar con los niños cerca de la basílica

Es aquí que Bruno Cornacchiola, después de perder un tren, llevó a sus hijos a jugar a los jardines cerca de la basílica, mientras él se dedicaba a escribir una ponencia para luego exponerla en las plazas romanas.

¿De qué se trataba esta ponencia? De demostrar que en toda la Sagrada Escritura no hay un solo verso que diga que María es Inmaculada, que es siempre Virgen, que es Madre de Dios y asunta al Cielo. Bruno, aunque si lo habían bautizado como católico apostólico romano, se convirtió en adventista. Había madurado una gran aversión por la Iglesia Católica y odiaba al Papa, tanto que deseaba matarlo. En su cuchillo grabó la frase: “Muerte al Papa”.

Mientras Bruno, estaba en este su trabajo en contra de María, sintió de repente un largo silencio, no se sentían las alegres voces de su hijos Isola, Carlo y Gianfranco.

Fue a ver lo que sucedía, y los encontró arrodillados dentro de una gruta, mientras recitaban a coro: “Bella Señora, bella Señora”. Los tocó y sintió que estaban helados.

Desesperado pidió por primera vez ayuda a Dios, y fue que gracias a ese acto de humildad, que María se presentó antes sus ojos como la Virgen de la Revelación y le confió una verdad de la fe: “Mi cuerpo no podía corromperse  y no se corrompió”.

La Virgen había revelado a Bruno, lo que luego tres años después el 1 de noviembre de 1950, papa Pío XII en la constitución apostólica Munificentissimus Deus define como dogma católico, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo.

Se colocó una estatua de la Virgen

En la gruta se colocó una estatua de la Virgen como la había visto Bruno: “deslumbrante en su belleza, lucía un vestido largo blanco, sujeto a la cintura por una faja rosa, y un manto verde que, apoyado sobre su cabello negro, le llegaba hasta sus pies descalzos. Sostenía una Biblia contra su pecho, que simbólicamente representa la fuente de la Revelación”

Tras este suceso aquel lugar de pecado y perdición se convirtió en un lugar santo, y una meta donde peregrinos día y noche llegan para ver a la “Bella Señora” y pedirle un favor si es necesario.

Pio XII permitió una capilla

Se sucedieron otras apariciones y aunque éstas no fueron reconocidas oficialmente tampoco nunca han sido condenadas por la Iglesia Católica.

El mismo Papa Pío XII permitió la construcción de una capilla para su culto y confió la custodia a los Franciscanos Conventuales Menores.

En 1997, san Juan Pablo II aprobó el nombre del lugar como “Santa Maria del Tercer Milenio a las Tres Fuentes».