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En el año 1317 Portugal era azotado por una fuerte pestilencia. Las religiosas del Monasterio de Santa Clara de Coimbra, muy cerca del epicentro de la epidemia, estaban muy asustadas y pensaban huir y dejar el monasterio para no contagiarse.

Pero fue en ese momento de gran crisis cuando llamó a la puerta un peregrino. Las religiosas encontraban en él una gran similitud a san Bartolomé.

El hombre les dio en mano una oración y le pidió que rezaran incesantemente a la Virgen María para evitar la propagación de a epidemia.

Las hermanas así lo hicieron, rezaron la antífona que el misterioso peregrino les encomendó, día y noche hasta que el flagelo disminuyó y desapareció por completo.

El primer texto escrito datado (1430) de esta oración milagrosa contra las epidemias se encuentra en el “Libro de Horas” de Carlos de Orleans.

Esta antífona quizás un poco olvidada ha vuelto a resurgir y ha sido recuperada por varios grupos de canto y rezada en varios conventos y monasterios para pedir a la Virgen Estrella del Cielo por el cese del coronavirus.

Cada uno en su casa y su familia puede también rezar esta oración milagrosa:

La estrella del cielo

que amamantó al Señor

ha extirpado la peste de la muerte

que plantó el primer padre de los hombres.

Que esa misma Estrella

se digne ahora apaciguar los cielos

que airados destruyen al pueblo,

con heridas de cruel muerte.

Oh piadosísima Estrella del mar,

socórrenos de la peste.

Escúchanos, oh Señora,

pues tu Hijo no te niega nada que te honre.

Sálvanos, oh Jesús,

que por nosotros te ruega tu Madre Virgen.

Amén