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Las diócesis de los Estados Unidos y Canadá se unieron el 1 de mayo para la reconsagración de sus respectivos países a la Santísima Virgen María. en un acto de común oración por la liberación de la pandemia del coronavirus.

Los obispos de EE.UU y Canadá consagrarán sus naciones a la Virgen María

(CNA/InfoCatólica) El arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, dirigió a los obispos de su país en una liturgia en la catedral de Los Ángeles el viernes por la tarde, que fue transmitida entre otros medios por la cadena católica EWTN.

El Cardenal Thomas Collins de Toronto dirigió a los obispos de Canadá sus propias oraciones de consagración el viernes por la mañana.

En inglés y español, el arzobispo Gómez se dirigió a la Virgen María, Madre de la Iglesia en una celebración que comenzó con una oración introductoria y la lectura del Evangelio de S. Juan 19,25-27, seguida de una reflexión.

Como María fue la primera persona que se consagró a Jesucristo en virtud de ser su madre y someterse plenamente a su voluntad, «hoy pedimos a Dios que nos dé esa misma fe, ese mismo valor», dijo el arzobispo.

«Pedimos su misericordia y su perdón. Le pedimos que nos purifique y nos fortalezca para seguir a Jesús en la búsqueda de su santidad y su Reino», añadió. María, dijo el presidente de la Conferencia de Obispos de EE.UU., enseña al mundo a confiar en el plan de Dios y a abrir sus corazones a Jesús.

«Confiamos a su corazón de madre, todos nuestros sufrimientos y ansiedades, todos nuestros temores por el futuro», dijo el prelado. «Así que demos nuestro corazón a Jesús, a través del corazón de su madre. Todo por Jesús a través de María», pidió.

«Que ella, que es la Madre de Dios y Reina de los Ángeles, continúe guiando a toda la Iglesia en América», concluyó monseñor Gómez.

A continuación, se rezó el quinto misterio doloroso del Rosario, la Crucifixión de Jesús y después se realizó el acto de renovación de la Consagración a la Virgen María. Terminó la celebración con una oración final, la bendición y el canto del Regina Coeli ante la imagen de la Virgen María. Esta fue la oración de renovación de la consagración:

Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, fruto preciado del amor redentor de Dios que cantas la misericordia del Padre y nos acompañas con amor de madre: en este tiempo de pandemia acudimos a ti, que eres para nosotros signo seguro de esperanza y de consuelo. Hoy renovamos la consagración y entrega que realizaron quienes nos precedieron.

Arzobispo Gómez: Con amor de Madre y Sierva, acoge a nuestra nación que hoy de nuevo te confiamos y consagramos, junto con nosotros mismos y nuestras familias.

De modo especial te encomendamos a los más necesitados de tu protección maternal. María, Salud de los enfermos, signo de salud, de curación y de esperanza divina para los enfermos te encomendamos a todos los que están contagiados del coronavirus.

María, Madre de la Consolación, que consuelas con amor maternal a quienes recurren a ti, te encomendamos a todos los que han perdido a seres queridos en la pandemia.

María, Auxilio de los cristianos, que vienes en nuestra ayuda en toda prueba, encomendamos a tu protección amorosa a todos los que cuidan de otros.

María, Reina y Madre de Misericordia, que acoges a todos los que recurren a tu auxilio en su angustia, te encomendamos a todos los que están sufriendo de alguna manera a causa de la pandemia.

María, Trono de la Sabiduría, admirablemente iluminada por el esplendor de la verdad, te encomendamos a todos los que trabajan para encontrar un remedio para esta pandemia.

María, Madre del Buen Consejo, que te entregaste de todo corazón al plan de Dios para la renovación de todas las cosas en Cristo, te encomendamos a todos los líderes y legisladores.

Acepta con bondad maternal, el acto de consagración que hoy hacemos confiadamente, y haznos instrumentos de tu Hijo para la curación y salvación de nuestra nación y del mundo.

María, Madre de la Iglesia, coronada como reina a la diestra de tu Hijo, rogamos tu intercesión por las necesidades de nuestra nación: que todo deseo de bien quede bendecido y fortalecido, la fe reavivada y alimentada, la esperanza sostenida e iluminada, la caridad suscitada y animada. Y guíanos a todos por el camino de la santidad.

El arzobispo recordó que María siempre ha acompañado a los Estados Unidos incluso antes de que el país se fundara, y que en «esta hora difícil» era una vez más el momento de renovar esta consagración.

Consagración en Canadá

Al otro lado de la frontera en Canadá, los obispos se hicieron eco de las plegarias por la intercesión de María el viernes, al consagrar el Dominio de la Corona a Nuestra Señora.

Más temprano ese día, el Arzobispo Christian Lépine de Montreal alabó a María como el «modelo de santidad» y la auténtica guía para imitar su relación con Dios.

María es «nuestro modelo para vivir según el plan de Dios», dijo Lépine.

«A través de la simplicidad de su vida, podemos contemplar la presencia activa de Dios en nuestra vida. María se convierte en un puente, un canal entre Dios y nosotros. Ella reza con nosotros y por nosotros. María lleva una vida sencilla, pero también difícil: María conoce el dolor y el sufrimiento».

Mons. Lepine describió a María como alguien «inmersa en la vida y sus momentos difíciles», que puede «comprender nuestras pruebas y darnos la fuerza para mantenernos firmes, ser fieles, continuar nuestro camino».