Cuando la crisis económica golpeaba Europa, la Virgen del Corazón de Oro dijo: "Yo convertiré a los pecadores"
Era noviembre de 1932, entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. En muchos países de Europa el totalitarismo se fortalecía. La crisis económica golpeaba fuertemente a los habitantes de Bélgica y otros países. Fue en este contexto cuando María se apareció en Beauraing e invitó a orar y redescubrir la ternura de Dios.
Entre el 29 de noviembre de 1932 y el 3 de enero de 1933, aquella Dama que será conocida como «Nuestra Señora del Corazón de Oro«, se apareció 33 veces a cinco niños: a Fernande, Gilberte y Albert Voisin, y también a Andrée y Gilberte Degeimbre.
María se les apareció por primera vez sobre el puente, cuando estaban en la puerta del internado donde se encontraba Gilbert.
Y unos días después se les apareció también en la entrada del jardín del internado, bajo la rama de un espino blanco.
Bondad y oración
Es aquí donde la Virgen se les apareció casi 30 veces. Y es en este lugar donde Ella se dirigió a los niños pidiéndoles ser más buenos y orar.
Su cabeza estaba cubierta con un velo blanco que le llegaba hasta los hombros, y los rayos de luces que salían de su cabeza formaban una corona.
María se presentó a los niños como «la Virgen Inmaculada» y les pidió que le construyeran una capilla y que le hicieran una peregrinación.
La Virgen del Corazón de oro
A partir del 29 de diciembre de 1932, los niños vieron entre los brazos de la Virgen un corazón iluminado como un corazón de oro.
Es por esto que es conocida como «la Virgen del corazón de oro», que invita al hombre a descubrir la ternura de Dios en los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación.
María, que tantas veces invitó a los niños a orar, les dijo antes de su última aparición: «Yo convertiré a los pecadores».
El nombre con el que se le venera expresa la confianza en la protección y ruego de la madre de Dios por los hombres.
Un secreto
El 30 de diciembre: «Oren, oren mucho». El primero de enero de 1933: «Oren siempre». El 3 de enero, María confió un secreto a los tres niños.
Ella promete: «Yo convertiré a los pecadores». Ella se nombró otra vez: «Yo soy la Madre de Dios, la Reina del Cielo». Ella preguntó: «¿Amas a mi Hijo? ¿Me amas a mí? Entonces, sacrifícate por mí».
Monseñor André-Marie Charue, obispo de Namur, autorizó el culto de Nuestra Señora de Beauraing el 2 de febrero de 1943.
Seis años después, en 1949, el carácter sobrenatural de las apariciones fue reconocido por la Iglesia.
Oración
Nuestra Señora de Beauraing, Virgen inmaculada,
lleva a tu Hijo Jesús, todas las intenciones que nosotros te confiamos ahora.
Madre del Corazón de Oro, reflejo de la ternura del Padre,
mira con amor a los hombres y mujeres de nuestro tiempo,
y cólmalos del gozo de tu presencia.
Tú que prometiste convertir a los pecadores,
haznos descubrir la misericordia infinita de nuestro Dios.
Vela en nosotros la gracia de la conversión
para que toda nuestra vida sea el reflejo de esta misericordia.
Haz que cada instante de nuestra existencia sea un sí a la pregunta que tú nos haces hoy: «Amas a mi Hijo? ¿Me amas a mí?».
Entonces, el reino de Jesús vendrá al mundo.Amén.