Alvaro Real - publicado el 15/11/22
Una de las catedrales más bellas de España con una historia marcada por un detalle: Cuando la Virgen le regaló a San Ildefonso una casulla
La Catedral de Toledo es el centro de la ciudad y el centro de la archidiócesis. Tiene un gran valor histórico, artístico y teológico.
Valor histórico
La Catedral de Toledo comenzó a construirse en el año 1227. Se construye bajo los cimientos de la Catedral visigoda del s. VI, utilizada como mezquita. Su primer arquitecto es el maestro Martín, de origen francés, a quien se deben las trazas de la planta y los comienzos de la obra en la cabecera del templo.
La construcción se irá complementando con el paso del tiempo. Hasta el siglo XIV no se pudieron cerrar las naves laterales, y es en este mismo siglo cuando se construye el claustro bajo con sus dependencias, siendo la más notable la Capilla de San Blas que le servirá de enterramiento.
En el siglo XV, se levanta la capilla de San Pedro junto a la entrada del claustro, y posteriormente se construye, en la cabecera, la Capilla de Santiago, panteón familiar de la familia Luna.
En el siglo XVI se construye el retablo, parte alta del coro y rejas. En la primera mitad del siglo, se cierran todas las vidrieras y se realizan diversas modificaciones de planta como son la sala capitular y capilla Mozárabe con Cisneros, y la capilla de los Reyes Nuevos con Fonseca.
Valor artístico
8 capillas son de visita imprescindible al visitar y acudir a la Catedral de Toledo: la Capilla Mayor, la Capilla de los Reyes Nuevos, la Capilla de Santiago, la Capilla de San Ildefonso, la Capilla de la Descensión, la Capilla Mozárabe, la Capilla de San Blas y la Capilla del Santísimo.
A ellas hay que sumarle lugares de gran riqueza artística, como por ejemplo la Sacristía de la Catedral, un auténtico Museo lleno de obras de arte: su bóveda, un grandioso fresco de Lucas Jordán que representa la Descensión de la Virgen en la imposición de la casulla a San Ildefonso.
También se encuentra allí el cuadro llamado “El Expolio” de «El Greco» pintado en eses mismo lugar por encargo del Cabildo y una verdadera pinacoteca con cuadros de El Greco, Caravaggio, Tiziano, Van Dick, Orrente, Tristán, Goya, Morales, José Ramos.
No puede uno perderse la estancia de la Sala Capitular: destaca el artesonado dorado y policromado, también las pinturas al óleo sobre el muro de yeso, que representan trece escenas de la Vida de la Virgen y la Pasión de Cristo.
Debajo de estas la serie de 32 retratos de los primeros Arzobispos toledanos, pintados por Juan de Borgoña. A partir del Cardenal Tavera, lo ejecutaron insignes pintores, como: Comontes, Carvajal, Tristán, Rizi, Goya ó Vicente López, entre otros. La silla Arzobispal es obra de Copín de Holanda realizada en 1509.
Pero si por algo se conoce a la Catedral, a la archidiócesis y a la ciudad de Toledo es por su Corpus Christi y su magnánima Custodia de Arfe. La custodia fue ejecutada por Enrique de Arfe, platero de origen alemán, entre 1515 y 1523.
Encargada por el Cabildo de la Catedral de Toledo para albergar el ostensorio de oro, que perteneció a la reina Isabel la Católica, realizado por Jaume Aimeric. Dicho ostensorio fue comprado en 1505 por el Cabildo Primado en la testamentaría de la reina católica, por mandato del arzobispo Francisco Jiménez de Cisneros. Según la leyenda, la pieza fue realizada con el primer oro llegado de América.
Valor Teológico
La importancia de la catedral con respecto a otras Iglesias de la diócesis es por encontrarse allí la sede del obispo, pero la Catedral de Toledo tiene además una característica especial. Está construida basada en una piedra especial: la piedra de María.
La piedra angular que dio origen a la edificación es la piedra de la Virgen. Se trata del lugar donde posó sus la Virgen María al aparecerse a San Ildefonso para para entregarle la casulla, bordada en los talleres del cielo, como agradecimiento por haber defendido su perpetua virginidad.
Se encuentra en un lugar “escondido”, pero que los toledanos conocen bien. Escondido en una urna de jaspe rojo donde, a través de dos pequeñas rejas de hierro, se ve una piedra blanca. La piedra se encuentra ya bastante desgastada por el roce de los dedos y la plegaria a la virgen.
Lugar aparentemente escondido pero bien visible para el alma toledana. El pueblo sabe más que la historia y hace historia escribiendo el desgaste de la piedra -ya bastante desgastada con la escritura de generaciones milenarias- con el roce de los dedos y la plegaria a la Virgen.
Así se dice en oración:
Cuando al Reina del cielo
puso los pies en el suelo
en esta piedra los puso.
De besarla tened uso,
para más vuestro consuelo.
Con los dedos calentado la piedra y con el corazón rezando el Ave María, veneremos este lugar en que puso los pies la Santísima Virgen.