"En Ti se aúna cuanto en la criatura hay de bondad"... Incluso el papa Francisco citó una vez estos versos que el poeta italiano puso en boca de san Bernardo de Claraval
¿Sabías que el poeta italiano Dante Alighieri (1265-1321) escribió una bella oración a la Virgen en su obra La Divina Comedia? Está al final del Paraíso.
Ahí se narra cómo Dante, acompañado de Beatriz (símbolo de la fe), finalmente llega al Empíreo, la sede de Dios.
Llega después de haber atravesado los nueve cielos y de haber recorrido antes, con la sabia guía de Virgilio (símbolo de la razón humana), todos los círculos infernales, y la montaña del Purgatorio.
Finalmente el poeta está preparado para afrontar la visión de Dios, etapa final de su viaje de ultratumba.
Pero antes, san Bernardo de Claraval (símbolo del ardor contemplativo) debe dirigir una oración ardiente a la Virgen, para que Ella interceda ante el Altísimo y le conceda el privilegio de penetrar en los misterios del universo.
Esta invocación a la Virgen María que Dante pone en labios de san Bernardo, ocupa la primera parte del canto XXXIII de La Divina Comedia.
Es uno de los poemas marianos más intensos de la poesía religiosa, un fragmento que bien podemos usar de oración, para pedir también nosotros poder acercarnos a los misterios de Dios.
Oración
Oh, Virgen madre, hija de tu hijo,
la más humilde y alta criatura,
del santo plan de Dios término fijo.
Tú ennobleciste la humana natura
hasta tan alto grado, que su autor
no desdeñó el hacerse de esa hechura.
En tus entrañas se encendió ese amor
por cuyo ardor allí en la eterna paz
llegó a ser germinada así esta flor.
Cual luz de mediodía brilla tu caridad
sobre los santos. Y para los mortales
de esperanza eres vivo manantial.
Mujer, eres tan grande y tanto vales
que si alguien busca gracia sin tu ayuda
son un volar sin alas sus afanes.
Pues Tú con gran bondad no sólo cuidas
de quien te pide: con generosidad
te adelantas y das antes que acuda.
En Ti misericordia, en Ti piedad,
en Ti magnificencia, en Ti se aúna
cuanto en la criatura hay de bondad.
Ahora este, que de la ínfima laguna
del universo, ha visto paso a paso
las formas de vivir espirituales,
solicita, por gracia, tal virtud,
que pueda con los ojos elevarse,
más alto a la divina salvación.
Esta oración ha pasado a la historia de la literatura. Incluso el papa Francisco, que fue profesor de literatura en sus tiempos de ‘maestrillo’ en la Compañía de Jesús en Argentina, la citó en su catequesis sobre la piedad del 14 de mayo de 2016 en la Plaza de San Pedro.