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La mirada seria y sombría de Jacinta de Fátima: tenía una misión de la Virgen y vivió para cumplirla

Fue la más entregada de los tres a los sacrificios por los pecadores

Cari Filii

A los cien años de su muerte, el testimonio de Santa Jacinta Marto, la más pequeña de los pastorcillos de Fátima, es tan actual como la verdad eterna que transmite: el sufrimiento ofrecido salva almas. Serafino Tognetti, autor de un reciente libro sobre Jacinta, recuerda el sentido de la vida y muerte de la santa niña en Il Timone

Jacinta, la santa niña que nos enseña el sacrificio

El 20 de febrero es el centésimo aniversario de la muerte de Santa Jacinta Marto, la pastorcilla de Fátima fallecida en Lisboa con sólo diez años. Todos conocemos la  historia de las apariciones de la Virgen de Fátima, en 1917, a los tres niños Lucía (1907-2005), Francisco (1908-1919) y Jacinta (1910-1920), pero pocos saben qué sucedió en la vida de Jacinta en los meses siguientes.

La canonización de los dos hermanos Marto (13 de mayo de 2017) decreta a Jacinta como la santa no mártir más joven de la Iglesia católica; sin embargo, no fue canonizada en virtud de las apariciones (no todos los videntes se convierten "automáticamente" en santos), sino por lo que vivió y cómo lo vivió después, lo que hace de esta pequeña santa una de las maestras de espiritualidad más auténticas de nuestro tiempo.

El don de sí misma

Jacinta, de hecho, fue totalmente atrapada, transformada y moldeada por el mensaje que había oído de la Virgen María. En la primera aparición (13 de mayo de 1917), la Virgen les hizo una pregunta directa, fuerte, inesperada a los tres: "¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera enviaros, en acto de reparación por los pecados con los que se le ofenden, y de petición para que los pecadores se conviertan?". Lucía respondió en nombre de todos: "Sí, lo queremos".