Una propuesta del padre Ed Broom
El padre Ed Broom, OMV (Oblato de la Virgen María), conocido también como Padre Escobita, fue ordenado sacerdote por Juan Pablo II en 1986. Es asistente del párroco en la iglesia de San Pedro Chanel en Hawaiian Gardens (California). Allí imparte retiros, predica los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola y organiza y dirige Barriendo conciencias, su propio programa de radio y televisión en Guadalupe Radio. También da un curso de preparación a los fieles en diversas parroquias de la archidiócesis de Los Ángeles para la consagración total a Jesús mediante María.
La congregación a la que pertenece, los oblatos de la Virgen María, fue fundada por el venerable Bruno Lanteri (1759-1830) precisamente en torno a la devoción a la Madre de Dios, a quien Bruno fue consagrado por su padre cuando quedó huérfano de madre a los cuatro años de edad: "A partir de ahora, ella será tu madre", le dijo llevándole ante una imagen de Nuestra Señora.
Vocacionalmente misioneros, los oblatos llegaron a Estados Unidos en 1976, tras recibir varias vocaciones de aquel país.
El padre Broom propone en Catholic Exchange diez formas de manifestar amor y devoción a la Santísima Virgen.
Éstas son:
1. Consagración
“El primer gesto que deberíamos hacer cada mañana es una oración: la oración de consagración a Jesús por medio del Corazón Inmaculado. ¡Arranca bien el día por medio de María”, afirma el Padre Escobita.
Y recuerda la oración que le dirigía Santa Teresa de Calcuta: “María, dame tu corazón, tan hermoso, puro e inmaculado, tan pleno de amor y humildad que yo pueda recibir a Jesús en el Pan de Vida, amarle como tú le amas y servirLe en el rostro angustiado de los pobres”.
2. Rezar el Angelus o el Regina Caeli
Aunque rezada tradicionalmente a mediodía, el padre Broom recuerda que puede hacerse en cualquier momento de la jornada, estando establecidos sobre todo tres momentos: las 9.00, las 12.00 y las 18.00 horas. “De esta forma santificaremos las horas de la mañana, de la tarde y de la noche por medio de la santa y dulce presencia de María”.
Y nos anima a ello con una frase del Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney: “Solo después del Juicio Final podrá María descansar. Desde ahora y hasta entonces, está demasiado ocupada con sus hijos. Servir a la Reina del Cielo es reinar allí, vivir bajo sus órdenes es mejor que gobernar”.
3. Consagrar el hogar y la familia al Corazón Inmaculado de María
El Padre Escobita propone hacerlos mediante una novena de nueve días de Rosarios y oraciones que culminarían “con la bendición, por parte de un sacerdote, de la imagen, el hogar y los miembros de la familia. Con esta bendición y consagración, Dios Padre derramará un aluvión de bendiciones sobre y sobre cada miembro de la familia”.
4. Consagración de uno mismo
Nos insta a iniciar ese proceso según las distintas formas conocidas: la de San Maximiliano Kolbe, la de San Luis María Grignion de Montfort, la más moderna del padre Michael Gaitely. “Esa consagración cambiará radicalmente tu vida entera. Y si ya la has hecho, ¡puedes renovarla cada año para profundizar en el tesoro infinito de amor de Dios que obtenemos por medio de María! María tiene poder sobre nosotros en formas que van más allá de nuestra más rebuscada imaginación”.
5. Imita a María
“Cuando queremos de verdad a alguien, queremos conocerle mejor, seguirle más de cerca e imitar sus buenas cualidades, a las que llamamos virtudes”. San Luis María Grignion de Monfort, en su Tratado de la Verdadera Devoción a María, recuerda cuáles son las diez principales virtudes de Nuestra Señora que debemos imitar a modo de utilizarlas luego como “autopista hacia el cielo”. Son éstas:
-Profunda humildad
-Fe viva
-Obediencia ciega
-Oración incesante
-Negación de sí mismo
-Pureza absoluta
-Amor ardiente
-Paciencia heroica
-Amabilidad angelical
-Sabiduría celestial
Como dice el mismo San Luis María Grignon de Monfort, “los mayores santos, los más ricos en gracia y virtud, serán quienes recen con mayor frecuencia a la Santísima Virgen, contemplándola como un perfecto modelo a imitar y como una ayuda poderosa”.
6. En las tentaciones, acude a María
“Nuestra vida es una constante zona de combate, ¡hasta la muerte!”, recuerda el Padre Escobita: “No debemos rezar solos contra el demonio, el mundo y la carne. Al revés: en el fragor de la tentación, cuanto todo parezca perdido, ¡pronuncia el Nombre de María, reza el Avemaría! Si lo haces, todos los poderes del infierno quedarán vencidos”.
María, explica, es “el general del ejército”. A sus órdenes, el enemigo se desvanece. Como decía San Buenaventura, “los hombres no temen tanto a un poderoso ejército enemigo como temen los poderes del infierno el nombre y la protección de María”.
7. María y el año litúrgico
El padre Broom nos invita a conocer la presencia de María en el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia a través de su presencia en el año litúrgico, en el que la Virgen tiene un lugar especial. Para ello propone que leamos la carta apostólica Marialis Cultus de Pablo VI, “una obra maestra espiritual, ¡algo que debes leer!”.
8. Leer sobre María
Y hablando de leer, el Padre Escobita recuerda que “una mariología integral y bien fundamentada debe cultivar tanto la doctrina como la devoción”, pues “así como la doctrina sin devoción resulta árida y seca, la devoción sin doctrina puede degenerar fácilmente en sentimentalismo”.
Como remedio, y además del texto antes citado, sugiere la carta apostólica de San Juan Pablo II sobre el Rosario, Rosarium Virginis Mariae, donde invita al mundo a “contemplar el rostro de Jesús a través de los ojos y el corazón de María”. “María es la forma más rápida, breve, fácil y eficaz de llegar a Jesús”, añade el sacerdote.
9. Apostolado mariano
“Conviértete en un ardiente, ferviente y apasionado Apóstol de María”: como San Maximiliano Kolbe, uno de cuyos métodos para difundir la devoción a la Inmaculada era la Medalla Milagrosa, que él regalaba a todos los que podía, a la menor ocasión que se le presentaba, como si fuesen lo que él denominaba “balas espirituales” para ese combate. Explicarla es toda una catequesis sobre la Inmaculada, y si se llama “Milagrosa” “es por la cantidad de milagros que le han atribuido quienes la han usado con fe, amor y confianza en la intercesión de María”.
¿Por qué no ser un apóstol de María siguiendo los pasos de Kolbe? El santo polaco aseguraba que “solo a la Inmaculada le ha sido prometida por Dios la victoria sobre Satanás. Ella busca almas que se le consagren enteramente, y que en sus manos se conviertan en poderosos instrumentos para la derrota de Satanás y la difusión del Reino de Dios”.
10. El Santo Rosario
Las seis veces (los días 13 de mayo a octubre de 1917) que la Virgen se apareció en Fátima a Lucía, Jacinta y Francisco les insistió en el rezo del Rosario. En la carta citada, San Juan Pablo II le atribuye al Rosario la capacidad de salvar la familia y la paz mundial. El padre Patrick Peyton consagró la frase: “Familia que reza unida, permanece unida”, y esta otra, menos conocida: “Un mundo que reza es un mundo en paz”.
¿Por qué no obedecer a la Madre de Dios, a las peticiones de Nuestra Señora de Fátima? “Si lo hacemos, la familia se salvará y alcanzaremos la paz que el corazón humano tanto anhela”, concluye el Padre Escobita su plan.
Tomado de Cari Filii y publicado en ReL el 4 de mayo de 2018.