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Manifestación masiva de cariño hacia la Virgen y el Espíritu Santo.

El sentimiento que se vive en el Rocío es indescriptible. Recuerdo con especial cariño mi participación en una fiesta del rocío y la acogida por parte de la Hermandad Matriz de Almonte y de Villamanrique de la Condesa. Pero…yo me preguntaba: ¿Qué es el Rocío? ¿Por qué este sentimiento? Fui preguntando uno a uno a todos los que me encontraba y aunque nadie supo responderme bien con palabras, sus ojos, su mirada y su devoción me demostraron que estaba ante algo indescriptible, algo muy singular.

La Blanca Paloma

Años después intentaré explicar cómo discurre la fiesta del Rocío, que este fin de semana (Fiesta de Pentecostés) espera como agua de mayo la llegada de «la blanca paloma», aunque el verdadero sentimiento sólo se vive visitando la aldea como un verdadero rociero.

Ante todo la romería del Rocío es una fiesta de carácter religioso. Una fiesta religiosa sin precedentes y con un sentimiento que sólo puede entenderse desde los aledaños de la aldea. La romería comienza el sábado con la presentación de las Hermandades Filiales. Todas ellas van llegando después de muchos días, semanas o meses de romería. Se sigue un riguroso orden de antigüedad y la Hermandad Matriz de Almonte las van recibiendo.

Destaca la vistosidad del momento y las carretas del «Simpecado». Romeros a pie, o a caballo, engalanados o llenos del polvo del camino van prestando sus honores a la Hermandad Matriz y alegrándose por llegar a la meta, al final del camino de la romería que han comenzado desde su lugar de origen.

Lo que todo rociero quiere vivir

Al día siguiente, domingo de Pentecostés, tiene lugar la Eucaristía y Misa Pontifical, donde se sitúan todos los Simpecados de las Hermandades, a cada cual más bellos, engalanados con bordados, orfebrería y muchísimo colorido. La fiesta, la ilusión, el canto se convierte en oración y devoción hacia la Eucaristía. 

Silencio y recogimiento que vuelve a vivirse al rezo del Rosario el mismo domingo por la noche. Los avemarías, las salves y las letanías preceden al gran momento que todo rociero quiere vivir, la salida en procesión de su Virgen del Rocío.

Es el mágico momento del «salto de la reja», cuando los Almonteños rescatan a la Virgen y comienza la procesión por toda la aldea, visitando una a una a las hermandades filiales. La gente se echa a la calle y los vivas no dejan de sonar en una noche especial: la de la llegada de la «Blanca Paloma» y la salida de la Virgen por su aldea: la aldea del Rocío.