Los patriotas americanos y su devoción a la Virgen María, a quien recurrieron en los momentos más difíciles.
Hay quien sostiene que «toda historia es historia de salvación». Y con razón, pues la Biblia enseña que la presencia salvadora de Dios se manifiesta en toda la historia.
La historia de los países de habla española, específicamente de los países de América del Sur, es historia de salvación. En aquellos tiempos, la guerra se consideraba legítima si era justa. Y era justa si se trataba de hacer valer el principio de la autodeterminación de los pueblos, de afirmar la identidad de la Patria soberana.
La generación de patriotas americanos como Manuel Belgrano, José Félix Ribas, Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo O’Higgins, Antonio José de Sucre y otros, divisaron el horizonte de la trascendencia a través de la devoción mariana a lo largo de las guerras de Independencia.
Virgen María
Recurrieron a Dios y a su Madre Santísima, especialmente en los momentos críticos. De eso hay constancia. Ellos y tantos otros próceres de la lucha por la emancipación de América tuvieron conciencia de jugar un papel muy relevante y específico en esta historia de salvación y no dejaron de recurrir a Dios y a su Madre Santísima, la Virgen María.
Basta citar algunos casos –aunque hubo muchos debidamente registrados en documentos y testimonios- investigados acuciosamente por el sacerdote Ramón Vinke, historiador venezolano y autor de diversos libros sobre el tema, lo cual cobra gran valor debido a las muy divulgadas versiones acerca de la supuesta adhesión masónica de muchos jefes patriotas, comenzando por Bolívar.
El General Manuel Belgrano (Argentina) ordenó, con ocasión de la Batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1813), «fabricar un templo dedicado a nuestra Señora de Las Mercedes en el campo del honor, para que sirva de trofeo y perpetuo recuerdo de la victoria conseguida en este lugar por la intercesión de Nuestra Señora».
El General José Félix Ribas (Venezuela) llevó consigo a la Inmaculada Concepción durante la Batalla de La Victoria (12 de febrero de 1814) y dictó «que se marque un día para bendecir a la Madre de Dios con el título de Concepción, jurándole una fiesta solemne anual, en la Santa Iglesia Metropolitana, a que debe asistir todas las corporaciones, y exhortando a las demás ciudades y villas para que en gratitud ejecuten lo mismo».
La Virgen del Carmen fue proclamada Patrona del Ejército de Los Andes el 5 de enero de 1817 por el General José de San Martín, ante la cual juró el ejército en uniforme de parada por las calles de Mendoza, en la actual Argentina. Ante la misma imagen se postró el pueblo de Santiago de Chile en agradecimiento por “intercesora en nuestros conflictos” el 14 de marzo de 1818.
Bolívar y la Virgen de Coromoto
La Virgen de Coromoto, hoy patrona de Venezuela, escuchó el ruego de Simón Bolívar antes de la Batalla de Carabobo, decisiva para la independencia de ese país: en camino al campo de batalla, el Libertador se detuvo para rezar frente a su imagen en Guanare, lugar de la Aparición, encomendándose a Ella en vísperas del combate.
A la Virgen del Carmen atribuyó el jefe patriota venezolano su salvación en el atentado del que pudo haber sido víctima mortal en Bogotá. Él llevaba el escapulario y logró escapar la noche del 25 de septiembre de 1828, a través del puente del Carmen, cerca del Convento de Las Monjas Carmelitasdonde se mantuvo por más de tres horas sin ser descubierto hasta que los facciosos fueron derrotados.
El 25 de julio de 1819 tuvo lugar una famosa batalla previa a la Batalla de Boyacá en lo que hoy es Colombia, conocida como la Batalla de Pantano de Vargas, antes de la cual Bolívar invocó la protección de la Virgen del Rosario de Tutazá, muy venerada en los pueblos circundantes.
Después de la Batalla de Pichincha (24 de mayo de 1822), la Municipalidad de Quito resolvió establecer perpetuamente una función religiosa para celebrar el aniversario de la emancipación de Quito «la cual se hará trasladando en procesión solemne la víspera de Pentecostés, hasta la Santa Iglesia Catedral, la imagen de la Madre de Dios bajo su advocación de Mercedes…y será considerada como la primera fiesta religiosa de Quito».
Un año más tarde, la Virgen de las Mercedes fue proclamada como Patrona del Ejército del Perú por decreto del Congreso Constituyente.
Inmaculada Concepción
Hay constancia del voto de los Generales del Ejército Unido Libertador – Antonio José de Sucre, José de Lamar, Agustín Gamarra, José María Córdova, Jacinto Lara y John Miller– a la Inmaculada Concepción antes o durante la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824. El Gral José Félix Ribas, muy devoto de esta imagen, sufrió una muerte ignominiosa en enero del año siguiente (1915) cuando Venezuela había caído nuevamente en manos de los realistas. Pero su voto a la Inmaculada en la Batalla de La Victoria no fue en vano.
Diez años después, en Ayacucho, los Generales del Ejército Unido Libertador y demás oficiales, sellan la Independencia americana con el voto a la Inmaculada Concepción. De hecho, según consta en el Acta de Independencia de Venezuela, firmada el 5 de julio de 1811, se consagra la nueva nación a esta advocación mariana.
Es así como la Independencia de América, en virtud de la devoción a la Virgen que profesaban los próceres patriotas, está claramente unida al misterio de la Inmaculada Concepción.