«Peregrino de los Andes, levanta la mirada«, con este lema tuvo lugar hace unos días la Cruzada por María. Más de 100 jóvenes salieron de Mendoza (Argentina) y recorrieron 415 kilómetros, casi veinte días, hasta llegar al Santuario de Bellavista (Chile).
Atravesando la cordillera de los Andes, con una parada en el Cristo Redentor, la estatua majestuosa a 3800 m de la altura, jóvenes de Argentina, Paraguay, Brasil, Chile, México y Suiza participaron en la iniciativa del Movimiento de Schoenstatt.
Vistas imponentes
«Es una gracia de Dios y una oportunidad para pensar. Caminamos rodeados de vistas imponentes y comprobamos cómo la creación nos muestra lo pequeños que somos», señaló el sacerdote.
«Agradecer a la Madre por lo que ha sido esta cruzada y por encontrarnos con Jesús, con esta tremenda energía y amor a Dios que tenemos«, comentó Vicente, un joven chileno de la Cruzada por María.
«Emocionado, feliz de llegar después de tanto sufrimiento, con ganas entregarle a la Madre todo el sacrificio y entrega que hicimos durante estos días«, apuntó Matías Estigarribia de Paraguay. Cuando llegaron a las puertas del santuario, los «cruzados» cantaron y ondearon las banderas de sus países.
El P. Emmanuel Tropini, vicario de la parroquia Santa Rosa de Lima, en Villaguay (Argentina) fue uno de los integrantes de la peregrinación.
“Todo esto nos revela la importancia de conocer nuestro país a través de sus bellezas y desde la fe”, afirmó el presbítero. “Este desafío de la peregrinación y su recorrido también nos llenan el alma”.
El sacerdote declaró al portal mexicano Siete24 como se vio enriquecido por una experiencia que no es solo «espiritual», sino también «humana».
“Es una gracia de Dios que debemos interpretarla como una oportunidad para pensar y repensar. Caminamos rodeados de lo imponente y la creación nos demuestra lo pequeños que somos”, reconoció.
Para el sacerdote, esa humildad no debe estar reñida con el deber de evangelizar. En este sentido, instó a pensar y meditar en «cuánto podemos hacer cada uno, junto a los demás, para cambiar y generar una empatía que nos permita mirar con el deseo de ayudar para llevar la palabra del Creador a quienes se sienten desalentados en este mundo complejo”.
“El clima es espiritual, pero también hacemos guitarreadas, y como hay chicos de otros países, se habla de fútbol y están presentes las costumbres de esos lugares, algunas que conocemos y otras que las vamos aprendiendo en el intercambio de cada día, en un clima de maravillosa comunión”, expresó.
En cuanto al tema de la peregrinación de la Cruzada por María, el sacerdote explicó que se trata de “elevar la mirada a las cosas celestiales, a las cosas de Dios, para no detenernos en las realidades terrenas sino con fe, esperanza e ideales. Algo en lo que trabajamos mucho son los valores y la aspiración a las grandes cosas de la vida. No conformarse con cosas pequeñas sino luchar por las convicciones que están relacionadas con todo esto”.
Además de “la forma en que el paisaje refresca” el alma, el vicario parroquial agradeció estar en medio de las montañas porque “nos pone en condiciones de entender que somos una pequeña motita en la gran creación”.
La peregrinación tiene su origen en un encuentro internacional de la Juventud Masculina del Movimiento de Schoenstatt, que se realizó en 1999 en Bellavista, Chile. El futuro Papa Benedicto XVI, Cardenal Joseph Ratzinger, visitó el Santuario de Bellavista del Movimiento de Schoenstatt en 1988.
Cari Filii