Una anécdota poco conocida de la vida del gran Papa que proclamaría el dogma de la Inmaculada Concepción
Nació el 13 de mayo de 1792 en Senigallia con el nombre de Giovanni Maria Battista Pietro Pellegrino, siendo el noveno hijo de diez hermanos de Isidoro Mastai-Ferretti y Caterina Antonia Maddalena Solazzi.
La suya era una familia muy devota que acostumbraba todos los años visitar en peregrinación a la Virgen de Loreto. Cuenta el historiador y archivista del santuario, padre Giuseppe Santarelli, que el pequeño Giovanni, la noche antes de visitar la Santa Casa, no lograba dormir de la emoción.
Fue bautizado, el mismo día de su nacimiento, en la catedral de la ciudad por su tío el canónigo Angelo Mastai Ferretti. Recibió la confirmación el 9 de junio de 1799 y su primera comunión el 2 de febrero de 1803.
Era un niño especial, lo llamaban «Giovannino il buono» (Juancito el bueno). Jugaba alegremente como todos los chicos; pero los viernes, después de los juegos, con el Crucifijo en las manos, reunía a sus compañeros en las plazas y predicaba el Evangelio. A menudo, incluso los adultos se detenían a escucharlo, admirados.
Sus primeros ataques epilépticos
A los 11 años pudo entrar en el renombrado colegio de los Nobles de Volterra, dirigido por los padres escolapios; sin embargo, aquí comenzaron los problemas. Sus estudios tuvieron que suspenderse por ataques epilépticos repentinos y repetidos, causados por un traumatismo craneoencefálico a causa de un accidente muy grave que tuvo al caer a un arroyo en octubre de 1797.
En 1814 fue invitado a Roma por su tío Paolino Mastai Ferretti, canónigo de San Pedro, y aquí continuó sus estudios de filosofía y teología en el Colegio Romano.
En 1815 logró unirse a la Guardia Noble Pontificia; pero, debido a su enfermedad que lo atormentaba, y a la noticia de los médicos que no daban ninguna esperanza de curarse de la epilepsia, lamentablemente le destituyeron de la guardia.
El milagro de la Virgen de Loreto
Profundamente amargado, ese mismo año, fue en peregrinación a Loreto a rezar con fervor a la Virgen. Luego de esta visita, milagrosamente, ya no tuvo más ataques epilépticos.
El futuro papa Pío IX atribuyó siempre la curación a la gracia recibida de la Virgen de Loreto; y en agradecimiento, apenas elegido pontífice el 16 de junio de 1846, se quitó la cruz pectoral y el anillo y los envió al Santuario de Loreto.
El papa Pío IX, el último papa rey, gobernó la Iglesia durante 32 años, hasta el 7 de febrero de 1878.
Fue uno de los más grandes Papas de la historia, definió el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María y celebró el Concilio Vaticano I; en él se estableció el dogma de la infalibilidad del Pontífice.