Jesús V. Picón - publicado el 27/10/20
Los médicos no comprenden lo ocurrido. Entrevistamos a la doctora que llevó todo el caso: "Hay Alguien arriba que define el rumbo"
El 25 de agosto de 2020, día de la fiesta litúrgica de la carmelita santa Mariam de Jesús Crucificado, una de las primeras santas palestinas, nació en Ciudad de México el segundo de los hijos de una periodista católica mexicana, Ana Paula Morales Martínez. Se trata de una niña a la que sus padres bautizaron con el nombre de Lourdes.
“Mi embarazo fue de lo más normal”, platica Ana Paula, “nunca me enfermé, y tuve cuidado de no estar cerca de enfermos de covid19 ni de ninguna otra enfermedad contagiosa”. Sin embargo, apenas nació la bebé por cesárea, lo primero que los médico le preguntaron fue si había estado cerca de alguna persona con varicela o sarampión.
“Mi bebé tenía como bolas de pus. Fue sorprendente para todos. A mi hija la vi hasta el día siguiente; mi esposo me había enseñado por fotos lo que mi bebé tenía”. Javier, su esposo, lo describe de esta manera: “Cuando nació mi hijita Lourdes, vi que tenía pequeños tumores por todo su cuerpo. Al principio nadie sabía qué era; yo pensé que era una pequeña enfermedad viral, pero la dermatóloga me dijo que lo más conveniente era que se hicieran biopsias para ver exactamente qué era”.
Mientras aguardaban el diagnóstico, Ana Paula se acordó de que aún tenían en casa un poco de agua del santuario de Lourdes, de un viaje que ella hizo a Europa en 2014 y que le regaló a Javier antes de hacerse novios. “Nos casamos hace 3 años, y Javier todavía guardaba algo de esa agua. Así que, al ver que nuestra bebé estaba enferma, le dije a Javier que se trajera al hospital lo que quedaba del agua de Lourdes”. Él explica: “Se la echamos en la cabeza de nuestra hija y le confiamos su curación a la Virgen, incluso antes de saber lo grave de la enfermedad que tenía”.
El lunes 31 de agosto la neonatóloga y dermatóloga los llamaron y les comunicaron el resultado: la niña nació con “histiocitosis de células de Langerhans”. Dice Javier: “Cuando nos dieron el resultado, no entendí bien qué era esa enfermedad hasta que entré a internet y encontré que era un tipo de cáncer rarísimo”. Y Ana Paula: “Cuando nos empezaron a explicar sobre la enfermedad, me solté a llorar. Pero estas dos médicas fueron bastante positivas, porque nos hablaron de fe; dijeron que habían visto que éramos personas de fe, ya que yo en mis partos me llevo mi altarcito, con mi reliquia de santa Mariam y una imagen de la Virgen que me regalaron unas monjas francesas de clausura”. Efectivamente, Ana Paula posee una reliquia de santa Mariam de Jesús Crucificado, que le regaló una monja en Belén, cuando la periodista estuvo viviendo en Tierra Santa.
“Nos dijeron que había que hacer otros estudios, y nos recomendaron con una oncopediatra. Habló con mi marido por teléfono, y ella dijo que la niña iba a necesitar quimioterapias para curarse”, continúa la madre de la bebita. Sin embargo, “las otras dos médicas, la neonatóloga y la dermatóloga, nos comentaban que, además de que era una enfermedad rarísima, que le da a una persona de cada 3 millones, había niños que se curaban solos. Y que, como veían la fe que teníamos, era probable que nuestro caso estuviera dentro de ese rango”.
Ana Paula escribió de inmediato a sus amigas monjas, “para pedirles oración y que encomendaran a mi niña a la Virgen de Lourdes. También les pedí ayuda a amigas laicas que tienen sus grupos de oración, para que intercedieran. Igualmente se los pedía a mis amigos obispos y sacerdotes. Y así se hizo una gran cadena de oración. Pero yo, la verdad, apenas si podía rezar; Javier también apenas si podía”.
Entonces una de sus amigas religiosas le recomendó hacer sencillamente esta oración: “Jesús, confío en Ti”. Ana Paula se despertaba llorando en medio de la noche y entonces decía: “Jesús, confío en Ti”.
Javier cuenta: “Mi miedo más grande era que le fueran a dar quimioterapias a mi hija”. Pero poco después sucedió esto: “La oncóloga vino y nos dijo que nuestra hija ya no tenía nada; lo primero que pregunté es que si se habían equivocado en el diagnóstico inicial, y me contestó que era imposible porque las dos muestras de biopsias que le hicieron decían lo mismo. En ese momento le di gracias a Dios y a la Virgen. Le atribuyo yo el milagro a la Virgen de Lourdes porque, desde el día que le pusimos agua de la gruta, ya se la habíamos confiado a la Madre de Dios”.
Por su parte, Ana Paula atribuye esta curación “principalmente a la Virgen de Lourdes, por lo del agua; pero también a santa Mariam, a quien la encomendé, y a toda la gente que rezó por mi hija. Fue la fuerza de la oración que dice el Evangelio: ‘Mientras haya dos o tres personas reunidas en mi Nombre, ahí estoy Yo’. Y también: ‘Pedid y se os dará’”.
El 3 de octubre Javier y Ana Paula bautizaron a su pequeña con el nombre de Lourde
Y, para despejar dudas desde el punto de vista médico, Aleteia España entrevistó a una de las médicas que siguió el caso de la pequeña Lourdes, la dermatóloga Adriana Valencia Olvera, quien ejerce su profesión en el Hospital Infantil de México “Federico Gómez”.
Doctora Adriana Valencia, ¿qué nos puede decir sobre el diagnóstico inicial y de lo que arrojaron los estudios de la bebé Lourdes?
Cuando nosotros conocimos a la pequeña Lourdes, que fue el día que nació, nos llamó la atención que en su piel tenía lesiones; para que me lo puedan entender, se veían burbujitas con pus. Se llaman pústulas.
Dentro del abordaje de un recién nacido con pústulas tenemos una gama de posibilidades diagnósticas, y para poder saber de qué se trata, el estudio ideal es la biopsia, sobre todo por el tipo de lesiones que la bebé tenía; había, por ejemplo, algunas lesiones en su cabecita y en sus piecitos que parecían estar perforando la piel.
Se comunicó conmigo la doctora que recibió a la bebé, la dermatóloga que primero la atendió. Y fue muy curioso que en las 4 horas que yo me tardé en llegar a valorar a Lourdes, la mayoría de las lesiones ya no parecían burbujas de pus, sino costras; esto hacía pensar que el padecimiento que tenía de nacimiento estuviera relacionado con el medio en que estaba la bebé en el vientre materno, así que en el momento de nacer, al estar en contacto con el aire, las lesiones se secaron.
Sin embargo, aún había algunas lesiones con coloración blanquecina o amarillenta, así que tomé muestras para dos biopsias: una de su cabecita y otra del tronco, a fin de poder llegar al diagnóstico. Y cuando recibimos el resultado de la biopsia, el diagnóstico fue “histiocitosis de células de Langerhans”. Se trata de una proliferación de estas células que son parte del sistema inmunológico; se consideran células presentadoras de antígenos o dendítricas que están en la piel; pero no se sabe la causa de por la cual en esta enfermedad tales células aumentan en número, las cuales potencialmente pueden infiltrar diferentes tejidos.
Por ello esta enfermedad la valoran y la manejan los oncólogos.
Habiendo encontrado esto en la piel, era obligatorio buscar si Lourdes ya tenía el problema en algún otro lugar. Pero, a pesar de lo florido, lo extenso de las lesiones en piel, gratamente nos llevamos la sorpresa de que en el resto de los tejidos no se encontró ninguna alteración.
¿Entonces se puede decir que lo que se encontró en la hija de Ana Paula fue algún tipo de cáncer?
Sí, así se le considera. Y el tratamiento que se da es quimioterapia, ya que se trata de una proliferación anormal de células.
¿Se puede determinar con seguridad que un recién nacido tiene este tipo cáncer?
Sí. El hallazgo en la biopsia de piel determinó que Lourdes tenía proliferación de células de Langerhans en la piel. Y cuando uno encuentra que estas células están en mayor número, se hacen estudios de inmunohistoquímica para buscar marcadores muy específicos de estas células, como es la proteína c100 y la CD1a, y hay una tinción especial que se llama langerina. Todas dieron positivas. Este diagnóstico es histológico, no es sólo por ver las lesiones.
¿Qué es lo que siente un bebé con este tipo de laceraciones?
En realidad no es común ver a recién nacidos con esta manifestación. Hay autores que hablan de apenas 40 casos reportados en el mundo de bebés que han nacidos con histiocitosis de células de Langerhans.
En realidad Lourdes no parecía tener ninguna manifestación de que le molestaran las pústulas. Pero yo sí he visto casos de niños menores de un año con histiocitosis que presentan muchas manifestaciones; por ejemplo, les crece el hígado o el bazo, son niños en los que se detiene el crecimiento, y pueden tener lesiones en los huesos, hoyos literalmente, se llaman lesiones líticas y se aprecian en las radiografías; y si se afecta la médula ósea, entonces habrá una disminución en las células de la sangre y, por tanto, anemia, disminución de las plaquetas así como de los leucocitos, que son células que nos ayudan a defendernos.
Sin embargo, en Lourdes no vimos ninguno de estos síntomas ni alteración del resto de los órganos.
¿Y qué nos dice del tratamiento?
El tratamiento depende de si se afectan o no otros órganos. Si sólo se manifiestan las lesiones en la piel, la enfermedad puede ser “autoinvolutiva” en el período neonatal, o sea, que las lesiones se resuelven solas; y eso sucedió con Lourdes. Mientras que hay otros bebés en los que la enfermedad evoluciona muy tempranamente hacia otros órganos.
Lourdes es una pequeña a la que habría que vigilar estrechamente para estar seguros de que no desarrolle la enfermedad en algún otro momento.
Doctora Valencia, en este caso Ana Paula siente que hay un milagro en la salud de su bebé Lourdes dado el corto tiempo en que desaparecieron las lesiones de la piel. ¿Cuál es la postura de usted como médica y cuál es su postura como una mujer de fe?
Como médico yo puedo decir que hay otros casos reportados que se “autolimitan”, es decir, no es el único reportado en que las lesiones se resuelven sin tratamiento. Así, en teoría, puede haber una explicación científica.
Sin embargo, aprendí por información de médicos y como ser humano que hay arriba Alguien que marca el camino de cada persona. A mí me impresionaba mucho, cuando me formé como pediatra, que había pequeñitos a los que dejábamos, según nosotros, mucho mejor, y al día siguiente llegábamos y ya no estaban. Y, por otro lado, pequeñitos que estábamos seguros de que no iban a recuperase, algunos porque estaban muy graves, y que sin ninguna explicación clara comenzaban a mejorar y salían adelante.
Yo realmente creo que la vida no depende del ser humano. Somos instrumentos los médicos para ayudar a mejorar a las personas; sin embargo, hay Alguien arriba que define el rumbo.
¿Es un milagro de la medicina o es un milagro de la fe?
Hablando con Ana Paula yo le comentaba que si ella decía que era un milagro, le dirían que está escrito que esos casos se pueden resolver.
Sin embargo, si uno pide con fe, puede lograr que se vuelva un cuadro de los que se resuelven y no de los que progresan hacia otras manifestaciones de la enfermedad. Definitivamente la fe y la oración en comunidad pueden hacer la diferencia, pues Jesús dijo: “Pidan y se les dará”.
Cuando vimos a los papás de Lourdes, tanto a la oncóloga como a mí nos impresionó mucho la fe muy característica que ellos tienen, y desde el recibimiento de la bebé fue muy distinto de otros, ya que ellos todo el tiempo estuvieron en un ambiente de oración, en un ambiente de fe; y aunque no resultó al principio como ellos lo estaban pidiendo en la oración, muy rápidamente llegaron a la tranquilidad. Por eso creo que es un caso que sí se podría explicar con la fe.