El santuario más querido por el pueblo polaco es el monasterio de Jasna Góra, en Częstochowa, que alberga el venerado icono de la Virgen Negra desde que, el 26 de agosto de 1383, lo llevó a este lugar el duque Ladislao II de Opole. La historia de este icono comienza con San Lucas, un evangelista no solo en la palabra escrita sino también en la imagen pintada. Se cree que pintó este icono de la Madre y el Niño en vida de María. Luego, de Jerusalén acabó en Constantinopla y, posteriormente, acabó en manos de la princesa de Rutenia, que lo recibió como regalo antes de que Ladislao de Opole lo consiguiera para el pueblo polaco.
La historia del icono es análoga a la del pueblo polaco. La Virgen Negra, al igual que Polonia, ha sido golpeada por los enemigos de la Iglesia a lo largo de los años y tiene las cicatrices que lo demuestran. El icono ha sido dañado por una flecha tártara y un tajo de espada husita, dejando una cicatriz en la garganta de la Virgen y dos en la mejilla. El pueblo polaco también ha sufrido los estragos de la guerra y ha sido sometido en muchas ocasiones por quienes pretendían destruir su fe y cultura católicas. Sin embargo, y contra todo pronóstico, tanto la nación polaca como su preciado icono de la Virgen Negra permanecen hoy en día.
En esta época del año, desde la celebración de la Asunción hasta la fiesta de Nuestra Señora de Częstochowa, que se celebra el 26 de agosto, millones de polacos peregrinan a pie para venerar la imagen sagrada que, según ellos, ha protegido y preservado a su pueblo. Por eso, una gran pancarta proclama con orgullo en el recinto del monasterio de Jasna Góra a todos los que se acercan: "Aquí late el corazón de la nación".
Pero el pueblo polaco no es el único que reclama a la Virgen de Częstochowa como su Patrona. Theresa Bonopartis es cofundadora de Entering Canaan [Entrar en Canaán], un ministerio que ayuda a guiar a las mujeres que sufren las cicatrices emocionales de un aborto. También es autora de Un camino de sanación a través de la Divina Misericordia, publicado por Marian Press. Recientemente ha hablado con Catholic World Report sobre su propia historia, su importante ministerio y por qué cree que Nuestra Señora de Częstochowa es una patrona adecuada para las mujeres que han abortado.
-Háblenos de su historia y de lo que la inspiró a fundar el ministerio Entrar en Canaán.
-Cuando era adolescente me quedé embarazada. Como a la mayoría de las adolescentes, me aterraba decírselo a mis padres, así que lo oculté hasta que estuve de cuatro meses. Venía de una familia italiana y católica, así que no creía que el aborto fuera una posibilidad. Me equivoqué. Mi padre me echó de casa y me dijo que me olvidara de que era su hija. Me quedé sola, sin trabajo, sin dinero y sin un lugar donde vivir. Luego me obligó a abortar. Finalmente cedí, no porque tuviera libertad de elección, sino porque sentí que no tenía otra opción.
»Ese aborto cambió mi vida. Comencé un estilo de vida autodestructivo que duró años. Busqué ayuda pero no la encontré. Cuando finalmente sané, estaba decidida a hacer saber a los demás que este terrible pecado, que hace que sintamos que no podemos ser perdonadas, puede ser perdonado y sanado por Dios. De hecho, Él nos está esperando porque anhela sanarnos.
»Solía escribir al difunto arzobispo de Nueva York, el cardenal John O'Connor, para hablarle de la necesidad de un ministerio para las mujeres que habían sufrido un aborto. Una de las primeras hermanas de la congregación Sisters of Life [Hermanas de la Vida], la hermana Lucy, era muy amiga mía. El cardenal prometió que, cuando empezara con las hermanas, este sería uno de sus apostolados; de ahí que naciera Entrar en Canaán, basado en gran medida en mi propia experiencia de sanación.
-¿Cómo ayuda el ministerio Entrar en Canaán a las mujeres que sufren el dolor y el arrepentimiento de haber abortado?
-"Por eso, yo la persuado, la llevo al desierto, le hablo al corazón" (Oseas 2,16). Tomando su nombre de la experiencia del Éxodo del pueblo judío, de la esclavitud a la Tierra Prometida, Entrar en Canaán acompaña a quienes han sufrido un aborto en un viaje hacia la Tierra Prometida de la sanación.
»Los antiguos israelitas eran un pueblo oprimido que anhelaba liberarse de su esclavitud. Dios les llamó para que salieran de Egipto y se alejaran del pecado y la idolatría de los faraones y del gran sufrimiento que soportaban. A pesar de sus temores siguieron la llamada del Señor, mientras Él los conducía al desierto con la promesa de una nueva vida.
»También nosotras, las mujeres que hemos abortado, anhelamos ser liberadas de nuestra ansiedad, depresión, vergüenza, culpa, malos comportamientos y las dinámicas que se manifiestan desde la esclavitud del aborto. Al igual que los israelitas, a menudo esta misma esclavitud es el catalizador que nos lleva al desierto y nos hace buscar la sanación. También nosotras sentimos un gran miedo cuando nos embarcamos en la travesía del desierto de la curación postaborto. Requiere salir a lo desconocido, sin estar segura de lo que te espera y de las verdades a las que te tienes que enfrentar. Al igual que Dios sacó a los israelitas del pecado de Egipto, también nos "atrae" en nuestro viaje a la Tierra Prometida.
»En Entrar en Canaán ofrecemos un enfoque multifacético para la sanación, que consiste en diferentes programas:
-Comienza el viaje: días de oración y sanación, plantando la semilla de la esperanzapara las que sufren.
-El combate: reuniones mensuales (grupos) que abordan temas específicosposteriores al aborto.
-Fines de semana de esperanza y sanación: profundizar en las heridas de la vergüenza, el dolor, la ansiedad, el odio hacia uno mismo, la ira y otras manifestaciones posteriores al aborto.
-Reuniones especiales: Adviento, Día de la Madre y otros momentos que pueden ser particularmente dolorosos para quienes han perdido un hijo por el aborto.
-Retiros de misericordia: retiros anuales de renovación para ayudar a seguir creciendo y sanando emocional y espiritualmente.
-¿Puede hablarnos del cuadro que encargó y que representa a Nuestra Señora de Częstochowa como Patrona de su ministerio para que las mujeres que han abortado encuentren la sanación?
-Un día, poco tiempo después de crear el ministerio Entrar en Canaán, me encontraba en oración ante un icono de la Virgen Negra. En ese momento tuve la revelación de que, aunque las heridas del aborto sean para siempre una parte de ti, como las cicatrices de su rostro, pueden curarse.
»Empecé a ofrecer mis oraciones diarias a la Virgen de Częstochowa pidiendo la conversión de mi padre, que me obligó a abortar. Tardó casi veinte años, pero recibió los sacramentos antes de morir. La última vez que hablamos lo hicimos sobre mi hijo abortado, Joshua.
»Encargué al talentoso y fiel artista Michael Corsini que representara a Nuestra Señora de Częstochowa como patrona de las mujeres que han abortado. Ha hecho un trabajo magnífico y el resultado es una bellísima imagen, llena de simbolismo.
Nuestra Señora de Czestochowa, patrona de las mujeres que han abortado, un cuadro de Michael Corsini.
»A primera vista, puede ser una imagen perturbadora para quienes han abortado. La cruda realidad de la imagen de un bebé abortado en los brazos de la Virgen Dolorosa de Częstochowa al pie de la Cruz es un doloroso recordatorio del aborto y de la pérdida personal de un hijo. Sin embargo, si uno va más allá de esta impresión inicial, el cuadro revela la esperanza de la sanación.
»Santa María Magdalena también está representada al pie de la Cruz, representando a todos los que han sido heridos por el aborto. Es al pie de la Cruz donde admitimos honestamente lo que hemos hecho al quitar la vida a nuestros hijos.
»A pesar de estar llena de dolor y sufrimiento, la Cruz es la fuente de la máxima misericordia de Dios. Es el lugar donde Jesús sufrió por nuestros pecados, incluso el pecado del aborto, y trae la redención.
»La representación de la Madre Dolorosa como Nuestra Señora de Częstochowa revela cómo lleva las cicatrices del dolor y el sufrimiento por la pérdida de su Hijo y de los nuestros, abrazando a nuestros hijos perdidos por el aborto del mismo modo que ella abrazó a su Hijo. María comprende el tremendo dolor de perder a un Hijo por el pecado y, sin embargo, nos invita a estar con ella. Nosotros también somos sus hijos, y ella nos perdona y nos ama con ese mismo amor de Cristo porque anhela nuestra sanación y restauración.
»A la derecha de la Cruz, detrás de la Virgen, podemos ver a María Magdalena emprendiendo el camino de la curación con otras mujeres. La Virgen camina junto a ella como su guía. Las heridas y el sufrimiento de Nuestra Señora se han convertido en las marcas de un guerrero dispuesto a luchar contigo mientras te enfrentas a los demonios del aborto en tu camino a través del desierto de la sanación, que te lleva a la Tierra Prometida. A lo largo del camino la desesperación, la ansiedad, la depresión y otras opresiones te tentarán, pero la Virgen está ahí, y confiamos en su poderosa intercesión.
»A lo lejos podemos ver la luz de Canaán, nuestro destino. Cuando miramos en esa dirección, podemos sentir la paz de Cristo y el amor del Padre, que nos atrae cada vez más. Allí estaremos con Jesús, María y nuestros hijos, que descansan en la Misericordia de Dios.
Traducido por Elena Faccia Serrano.