El arzobispado de Madrid celebrará la tradicional Vigilia de la Inmaculada, el 7 de diciembre a las 21.00 horas, bajo el lema María, alumbra nuestra esperanza. Los tres templos que acogen esta celebración son,
- Catedral de la Almudena (Bailén, 10). En la celebración presidida por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, tendrán especial protagonismo las personas que se han visto afectadas por la pandemia, que dirigirán cada misterio del rosario:
– familias que han perdido a seres queridos;
– familias que han tenido a varios o a todos sus miembros enfermos;
– médicos y personal sanitario;
– familias que han perdido el trabajo o han visto cómo sus empresas tenían que cerrar;
– y miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. La celebración se retransmitirá en directo por el canal de YouTube de la diócesis.
- Basílica de la Merced (Edgar Neville, 23). Presidida por el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, estará coordinada por el instituto secular Stabat Mater.
- Santuario de María Auxiliadora (Ronda de Atocha, 25). Presidida por Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, estará coordinada por el instituto secular Cruzados de María.
Para garantizar la salud de todos, habrá aforo limitado en todos los templos de acuerdo con las pautas vigentes en ese momento y se aplicarán el resto de medidas de seguridad e higiene.
La vigilia, abierta a todo el mundo pero con una llamada especial a los jóvenes, está precedida de una campaña de pequeños testimonios en redes sociales con el hashtag #LaInmaculadaNuncaFalla. En ellos, diversas personas explican por qué María es su esperanza, su modelo, su guía y su luz.
La primera Vigilia de la Inmaculada se celebró fue en el año 1947, convocada en Madrid por el padre Tomás Morales, SJ –en proceso de beatificación–, que tenía una especial devoción por esta advocación de María. Reunió a 300 personas y, desde entonces, estos encuentros de oración se han extendido por toda España, Europa y América Latina.
La palabra vigilia procede del latín y significa estar despierto o en vela. Jesús en el Evangelio anima en varias ocasiones a velar y a orar, y es tradición en la Iglesia que las grandes celebraciones litúrgicas estén precedidas de noches de vela para que los fieles se dispongan interiormente para la fiesta.