Este 20 de abril se cumple un nuevo aniversario de un hecho que le cambió la vida a estudiantes y profesores de un colegio jesuita de Quito
Era la noche del 20 de abril de 1906. En esa oportunidad, 36 de estudiantes (entre 10 y 17 años) del Colegio San Gabriel de Quito (Ecuador) que se preparaba para cenar tuvo una experiencia que les cambiaría la vida para siempre y que sería recordada a lo largo de los años.
Es que, de un momento a otro, uno de los estudiantes, identificado como Carlos Herrmann, notó que el cuadro de la Virgen de los Dolores, que colgaba en la pared del comedor, empezó de manera extraordinaria a mover los párpados, a abrir y cerrar los ojos.
Lo primero que hizo, además de quedar conmovido, fue creer que se trataba de una impresión suya y empezó a cubrirse los ojos con las manos. Sin embargo, rápidamente le dijo a Jaime Chávez, uno de sus compañeros:“Ve a la Virgen”. Jaime miró la imagen y también fue testigo del prodigio.Como no podía ser de otra manera, el hecho comenzó a difundirse entre los presentes, quienes tuvieron diversas reacciones. Pero uno de ellos logró comunicarle lo sucedido al padre Andrés Roesh, prefecto de este colegio jesuita, y al inspector Luis Alberdi, recuerdan las redes de los jesuitas en Ecuador.
A partir de lo acontecido y lo relatado, el prodigio –que duró unos 15 minutos- llegó a manos de las autoridades eclesiásticas de la época, quienes luego de un proceso de investigación y análisis concluyeron que no se trató de un efecto de ilusión sensorial y fue considerado como “materialmente cierto”.
Gracias a todo esto, lo acontecido en este colegio jesuita de Ecuador empezó a generar gran devoción y comenzó a conocerse con como “el milagro de la Virgen Dolorosa”.
El Papa gran devoto de la Dolorosa
Durante su visita a Ecuador en 2015 el papa Francisco pudo hacer efectivo uno de sus grandes deseos: rezar ante la imagen de la Virgen de la Dolorosa y entregarle un ramo de flores.
Es que como jesuita, el Papa conocía muy bien esta imagen y hasta se hizo pública su ferviente devoción, que data desde que era novicio.
En ese sentido, el embajador de Ecuador ante la Santa Sede en aquel tiempo, Luis Latorre Tapia, había contado a Aleteia acerca del vínculo entre el Papa y la Virgen de la Dolorosa.
“Embajador, le cuento que yo soy muy devoto de la Dolorosa, le rezo todos los días y tengo la imagen de la Dolorosa en mis efectos personales”, contó el embajador que le dijo el Papa.
Este 20 de abril se cumplen 114 años de aquel prodigio y se da en un contexto en el que las oraciones se multiplican en el mundo entero a raíz de la pandemia del coronavirus.
Ecuador, en América Latina, es uno de los países con mayores casos y situaciones más angustiantes de momento. Hoy más que nunca vale la pena recordar esta devoción y pedirle una vez más a la Virgen Dolorosa que abra los ojos, que llene de ánimo a los fieles en este tiempo tan especial. Ella, como madre, sabrá responder.