Por Domingo Aguilera. Abril 2022
En el artículo “Arca de la Alianza” de esta web, hemos visto cómo el Arca de la Alianza ha sido tratada como una imagen veterotestamentaria de María. ¿Tuvo alguna relación José de Nazaret con el Arca?
Moisés introdujo dentro del Arca tres elementos, la tabla de piedra escrita por el dedo de Yahvé, un recipiente con maná y la vara de Aarón. El Arca se trasladaba a hombros por el pueblo a través del desierto y en torno a ella giraba toda la vida del pueblo judío, era la garantía de protección y victoria.
El Arca había desaparecido bastante años antes de que naciera José, pues desapareció en el año 587 a.C., tras la destrucción del Templo. Desde entonces el pueblo de Israel vivía sin el lugar donde Yahvé se reunía con ellos para decirles cuanto les quería. Según una tradición, Jeremías la escondió en el monte Nebo y según esa tradición Yahvé hará que aparezca cuando muestre su gloria.
¿Conocía José que la joven Miriam era la nueva Arca de la Alianza?
José es un patriarca del Antiguo Testamento que conocía a fondo los detalles del Arca porque vivía de ellos. Además conocía la importancia que tenía todo lo referente al Arca en la religiosidad del pueblo escogido y su historia. Y cuanto la añoraban los coetáneos de José.
En el templo de Jerusalén ya no estaba el Arca. En la sinagoga de Nazaret tanto José como Maria se conocieron cuando escuchaban la lectura de los libros. Ya hemos dicho que en Nazaret estaba el rollo completo de Isaías, donde, entre otras cosas, se dice que el Mesías nacerá de una virgen. No es casualidad que estuviese el rollo completo del profeta Isaías, pero un rollo completo, por el coste tanto en pieles de cabrito como en escritura, era sólo accesible a ciudades muy ricas. Era una pieza fruto de la fe de su padre Jacob y muy considerada en Nazaret.
Lo más normal es que José no asociase a María con la figura del Arca, sobre todo antes de casarse. Cuando José piensa casarse con María, seguro que no pensó que María era el Arca de la Alianza. Cuando María le dice a José que Ella ha realizado una alianza con su Padre Dios por la que permanecerá virgen para dedicarse toda a Él, José tampoco tiene datos para pensar que María completará el tipo del Arca de la Alianza. ¿Pasaría por la cabeza de José, que María, esa mujer tan bella y llena de virtudes, podría ser la madre del Mesías? Desde luego que como posibilidad, era la mujer más adecuada que él conocía, además de que la mayoría de las mujeres hebreas ansiaban tener hijos y el no tenerlos era una desgracia. José ve en María una gran diferencia con todas las demás mujeres y desde luego una candidata.
José conocía cuanto reverenciaba su padre David el Arca. Cómo debía tratarse todo lo referente al culto, con que unción y respeto debía trasladarse el Arca. Conocía cómo Uzá cayó fulminado por la mano de Yahvé por tocar sin respeto el Arca. Él acababa de aceptar que no “tocaría” a María.
Pero el Arca contenía las tablas de la Ley, el maná y la rama florecida de la vara de Aarón y a primera vista no había nada que le pudiese hacer pensar en una relación entre María y el Arca. Sólo una pequeña pista: María descendía de la familia de Aarón y la rama florecida representaba el sacerdocio levítico.
Cuando realmente se da cuenta de que María es la morada del Verbo, de la Palabra, es cuando María le dice que ha concebido del Espíritu Santo. Entonces es cuando surge en José un temor reverencial como el que tuvo su padre David. Yahvé le dijo a Moisés, en la zarza, que se cubriera la cara para no morir. José se da cuenta de que “¡nunca Dios había estado tan cerca de una criatura humana!” (Tras las huellas de José. Alonso Gómez Fernandez. 1, f).
José ¿No iba a tener un temor reverencial? ¿Acaso era él mayor que su padre David? Sólo cuando el ángel le dice “José, hijo de David, no temas…”. Entonces José ya no vaciló nunca más.
Y José se afirmó en esa realidad al contemplar que su mujer estuvo tres meses con Isabel y que allí se pronuncian las palabras más jubilosas de la historia sagrada. Como el Arca en tiempos de David, que estuvo tres meses en casa de Obededón y se subió con gran júbilo a la ciudad de Jerusalén.
“Cuando José recibe a María y al Niño en su casa, Dios le bendice y a toda su estirpe. Sólo una cosa diferencia a David de José: con el primero todo aconteció en figura; con el segundo, se dio paso a la realidad” (Tras las huellas de José. Alonso Gómez Fernandez. C1. La huella de José en el Antiguo Testamento).
Así, José descubre el Arca de la Alianza en su mujer, a la cual custodia y guarda para la Nueva Alianza.
El tercer elemento que contenía el Arca era el maná, que era el alimento del Antiguo Testamento para el pueblo elegido. José, que no comulgó con el cuerpo de Jesús, creció en sabiduría y amor a Dios y a su mujer, a través del Niño, que fue su alimento espiritual.
Sin embargo el primer discípulo del Nuevo Testamento que caminó junto al Arca no fue Juan, al que el Hijo entregó a su Madre, sino José de Nazaret, el cual recibió a María en su casa y aceptó al hijo concebido en su esposa como padre. Él fue el primero que tuvo a Jesucristo en sus brazos y el discípulo que más tiempo y con más intimidad le trató.
Así, tan sencillamente, José cierra el Antiguo Testamento y abre el Nuevo. En silencio y en la intimidad con Dios.