Dolors Massot - publicado el 29/05/21
Nuestra Señora de la Espera es homenajeada con un icono donado por santa Helena, madre de Constantino
Los libaneses siempre han tenido una devoción especial por la Santísima Virgen María, tanto, que se la distingue como Nuestra Señora del Líbano y es la santa patrona del país.
Los motivos de esta devoción pueden encontrarse en el hecho de que, en vida, Nuestra Señora visitó Líbano con Jesús. En el pueblo de Magdousheh se encuentra un santuario especial dedicado a la Virgen de Mantara o Nuestra Señora de la Espera. Este es el lugar donde Nuestra Señora se quedó esperando el regreso de Jesús, que había partido hacia Tiro y Sidón (cf Mateo 15,21).
Trescientos años después, santa Helena de Constantinopla, madre de Constantino, donó un icono al santuario, que permanece allí a día de hoy. El lugar se llama ahora santuario de Nuestra Señora de Mantara (Nuestra Señora de la Espera). Los católicos melquitas viven en el pueblo y cuidan el santuario.
La historia del cristianismo en Líbano se remonta a Pedro y Pablo con la evangelización de los fenicios. La difusión del cristianismo en Líbano fue lenta pero firme. La mayoría de los cristianos libaneses son descendientes directos de los primeros cristianos originales.
La devoción principal a Nuestra Señora de Líbano se manifiesta en otro santuario, ubicado en la basílica de Nuestra Señora del Líbano. La basílica se encuentra en Harissa, un pueblo montañoso al norte de la capital de Beirut. El santuario pertenece al Patriarcado maronita, el cual, en 1904, cedió la administración del lugar a la Congregación de los misioneros maronitas.
Una labor que culminó el 3 de mayo de 1908. Durante la misa inaugural en el santuario, el Patriarcado maronita declaró que la Santísima Virgen María llevaría el título de Reina de Líbano. A día de hoy, el aniversario de Nuestra Señora del Líbano se celebra el primer domingo de mayo en el santuario de Harissa, la “Notre Dame” del Líbano.
El santuario ha atraído a millones de fieles, tanto cristianos como musulmanes (los musulmanes también tienen devoción por María). En 1954, el papa Pío XII envió al cardenal Angelo Roncalli al santuario por el centenario del establecimiento del dogma de la Inmaculada Concepción. El cardenal Roncalli se convertiría más tarde en el papa Juan XXIII. El santuario también recibió la visita del papa san Juan Pablo II el 10 de mayo de 1997, dentro de sus esfuerzos por apoyar al catolicismo oriental y evangelizar a la juventud.
El santuario de Harissa es considerado uno de los santuarios marianos más significativos del mundo. El punto focal es una estatua de bronce gigante de 15 toneladas, 8,5 metros de altura (unos 27 pies) y cinco metros de diámetro (unos 16 pies). La Virgen María extiende sus manos hacia la ciudad capital, Beirut. La estatua corona una colina a 650 metros (casi 2000 pies) por encima del nivel del mar.
Hay historias de milagros que han sucedido en el santuario.
Ponemos un ejemplo: Una mujer estaba inclinada de espaldas a una barandilla para hacer una fotografía de la magnífica estatua de Nuestra Señora irguiéndose imponente sobre ella. Perdió el equilibrio y empezaba a caer por encima de la barandilla cuando un joven la sostuvo y tiró de ella, salvándola del desastre inminente. Y empezaron a hablar.
El joven dijo que su nombre era Faidi y que él y su madre eran muy devotos de Nuestra Señora del Líbano. La madre de Faidi decía que era incapaz de tener hijos pero que, cuatro días después de rezar a Nuestra Señora, descubrió que estaba embarazada. Desde entonces, cada año, ella y su hijo visitan el santuario por el cumpleaños de Faidi.
Nuestra Señora del Líbano, Virgen de la Espera, reza por nosotros y, especialmente, por tu querido Líbano.