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Kathleen Hattrup


El santuario de Nuestra Señora de La Vang es, según Juan Pablo II, un lugar para rezar por "un mundo en el que sea agradable vivir"

Los cristianos han sido martirizados a lo largo de toda la historia de la Iglesia y siguen sufriendo el martirio en la actualidad. Sin embargo, junto a la historia de la persecución está la gran historia de la gracia de Dios. Una de ellas es la de Nuestra Señora de La Vang, una advocación muy querida de la Virgen María en Vietnam.

En 1798 comenzó una feroz persecución en Vietnam. Los fieles huyeron para salvar sus vidas, y muchos buscaron refugio escondiéndose en la selva tropical de La Vang. La situación era desesperada y muchos cayeron enfermos, pero se aferraron a su fe para fortalecerse, en concreto uniéndose para rezar el rosario.

Mientras rezaban, una aparición les sorprendió: una hermosa mujer vestida con la larga túnica típica del pueblo se veía de pie sobre las ramas del árbol. Llevaba un niño en brazos y estaba acompañada de ángeles.

La Virgen no solo les consoló y animó, sino que también les dijo cómo tratar su enfermedad con una hoja determinada.

La devoción se extiende

Cuando los católicos pudieron regresar a sus pueblos unos cuatro años más tarde, la historia de la aparición siguió difundiéndose. En 1820 se construyó una primera capilla en el lugar. La capilla fue destruida en otra oleada de persecución.

En 1886 se construyó una nueva capilla y, a lo largo de la década de 1900, Nuestra Señora de La Vang gozó tanto del amor de los fieles locales como del honor de Roma. (La capilla volvió a ser destruida durante la guerra de Vietnam, pero en 2012 se construyó otra, con el respaldo del Gobierno).

Unos 200 años después de la aparición, el Papa Juan Pablo II envió este mensaje a los fieles:

 

Al acudir al Santuario de Nuestra Señora de La Vang, tan querido por los fieles vietnamitas, los peregrinos le confían sus alegrías y sus penas, sus esperanzas y sus sufrimientos. De este modo se dirigen a Dios y se hacen intercesores por sus familias y por todo su pueblo pidiendo al Señor que infunda sentimientos de paz, fraternidad y solidaridad en el corazón de todos los hombres y mujeres, para que todos los vietnamitas estén cada día más estrechamente unidos, a fin de construir un mundo en el que sea agradable vivir, basado en los valores espirituales y morales esenciales y donde cada persona pueda reconocerse en su dignidad de hijo de Dios, y dirigirse libremente y con amor filial a su Padre del cielo que es «rico en misericordia» (Ef 2,4).

La basílica de Nuestra Señora de La Vang es el santuario central de Vietnam. Se celebra en agosto, en la fiesta de la Asunción, y también el 22 de noviembre.