Jesús V. Picón - publicado el 28/09/23
Para Kinga María, de Budapest (Hungría), y su esposo Ricardo Zatarain, de Guadalajara (México), no hay duda de que el poder del rosario los unió en matrimonio y los sigue sosteniendo
Kinga, después de 25 años juntos, afirma lo siguiente: «Estoy muy consciente de que no es porque seamos tan santos o tan buenos, sino porque hemos invitado a Dios y a la Virgen María a nuestro matrimonio».
Pero esta invitación comenzó mucho antes de que se conocieran, cuando Kinga tenía 16 años. «Yo decía que no quería buscar un novio y otro, sino que Dios me indicara quién sería mi futuro marido para ahorrar tiempo».
«Se lo pedí mucho a la Virgen María. Mi mamá nos inculcó mucho la oración del Rosario, pues en Hungría la figura de la Santísima Virgen es muy importante, así que siempre he tenido contacto con Ella».
Ricardo, por su parte, recuerda que en los campos de su escuela preparatoria había una imagen de la Virgen en piedra. «Ahí me paraba a orar y rezaba algún misterio, pues yo sentía un amor especial y cariño a María Santísima».
Encuentro en Alemania
No fue en Hungría ni en México donde encontraron la respuesta a sus oraciones, sino en Alemania, en octubre de 1994. Ricardo cuenta que encontró a Kinga a través de un amigo mutuo. «Él y yo estudiamos juntos alemán, y me invitó a conocer a un grupo de húngaros que se reunían para hacer ejercicio».
Conocer a Kinga «fue amor a primera vista». Caminaron como novios tres años y finalmente se casaron. Y ella, por su parte, reconoce: «Cuando conocí a Ricardo hasta lo espanté, pues yo tenía la seguridad de que él iba a ser mi esposo y se lo dije a la semana de conocernos».
La gran invitada de su matrimonio
«En la boda, el ramo que le llevamos a la Santísima Virgen fue un modo de decirle: ‘Aquí estamos este par de hijos, y queremos que vengas, que estés en medio. Queremos tu abrazo maternal, tu apoyo, tu sabiduría’. Y nunca nos ha fallado: sigue estando en medio de nosotros», atestigua Ricardo.
Kinga también comentó sobre su vida matrimonial y familiar que, por lo general, rezan el rosario por separado, «pero cuando hay un problema los dos hablamos y nos comprometemos a rezarlo juntos», pues comenta que, cuando crecen los hijos «llegan a una edad en donde las batallas se ganan de rodillas».