Allí rezaron los nobles antes de la batalla y descansó el cuerpo de Jacinta Martos
Se acerca la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa y tras la recuperación hospitalaria de Francisco, su presencia en la peregrinación mundial parece estar asegurada. La expectación es mayor entre los peregrinos desde que hace unos días, el Vaticano anunció que el santuario de la Virgen de Fátima será una de las paradas obligadas del Pontífice, al que seguirán miles de peregrinos.
De las variadas opciones que disponen los fieles, devotos e interesados en peregrinar, la ruta Carmelita es una de las modalidades más conocidas de Portugal, uniendo el Carmelo de Santa Teresa de Coimbra con el santuario de las apariciones, separados por 111 kilómetros.
A lo largo del recorrido y de todo el país luso, se cuentan por cientos las quintasdedicadas al hospedaje, grandes fincas de campo con casas rústicas y abundante terreno que bien podrían compararse a los cortijos.
Pero en Ourém, a 15 kilómetros de media del santuario -según la ruta la distancia puede variar entre los 13 y los 17 kilómetros- se encuentra una que se diferencia de todas las demás: la Quinta da Alcaidaria-Mór.
Hay quienes lo achacan a la historia, otros a su encanto personal. Según los comentarios en agencias de viajes, los peregrinos y hospedados valoran ambos aspectos por igual. Pero sobre estos, el atractivo religioso de la quinta predomina sin duda, pues sus propietarios, la familia Vasconcelos, se encuentran directamente relacionada a la historia de las apariciones y los "pastorinhos" de Fátima.
Hoy, uno de sus principales administradores es Nuno Vasconcelos, banquero retirado para dedicarse por entero a la "quinta" que acoge a multitud de peregrinos desde que se habilitó a tal efecto en 1984.
"No me sentía cómodo trabajando en un banco. Dije que me gustaría dejar la banca, darle compañía a mi mamá y cuidar el lugar y continuar lo que había hecho mi padrecomo anfitrión", explica a William Cash, del Catholic Herald.
Vinculada a la corona y María desde la Edad Media
Sin embargo, las cuatro décadas transcurridas desde entonces no suponen ni una décima parte de su historia.
Vasconcelos remonta los orígenes de la Alcaidaria a la Edad Media. Concretamente a mediados del siglo XIV, cuando perteneció a la Soberana y Militar Orden Hospitalaria de San Juan, hoy conocida como Orden de Malta. Entonces no era raro que los Hospitalarios cediesen algunas de sus propiedades para la subsistencia de familias y parientes de altos dignatarios, el privilegio de bienhechores o a su misma rentabilización.
Precisamente en torno a la Orden aparece una de las primeras vinculaciones a la Quinta da Alcaidaria-Mór, Álvaro Gonçalves Pereira, Prior de Crato de la institución, y posteriormente a su hijo, Nuno Álvares Pereira.
Este último tendría una relevancia histórica, devocional y mariana considerable como responsable de la victoria en la batalla de Aljubarrota (1385), que consolidó la independencia lusa ante la hegemonía franco-castellana.
¿Qué relación tienen los santos y la Virgen con el personaje? Al parecer, la quinta posee una capilla porticada en la que, de camino a la batalla, Nuno Álvares se arrodilló y suplicó la intercesión de Santa Luzía para obtener la protección divina. Y hay más: durante aquel rezo, el Condestable Álvares habría prometido construir una iglesia dedicada a la Virgen María en Lisboa si lograba la victoria. Tras proclamarse vencedor, Pereira ordenó la construcción del Monasterio de Carmo en Lisboa. Sería canonizado por Benedicto XVI en 2009.
Directamente relacionada con Fátima y los pastorcitos
Pasaron los siglos hasta que la familia Vasconcelos recibió la quinta en propiedad, a raíz de la curación del rey Juan VI (1816-1826) por el primer barón de Alvaiázere, médico que recibió en recompensa la propiedad de la tierra.
Pero aquel espacio parecía no querer despegarse de un marcado carácter devocional. El siguiente episodio de lo que podría llamarse una quinta de "influencias marianas" tendría lugar en plena efervescencia de las apariciones comenzadas en mayo de 1917. El mismo Vasconcelos recuerda que su abuelo, un destacado abogado de Fátima, era en un principio escéptico con las apariciones hasta que él mismo presenció el llamado "tercer milagro":
"Él estaba ahí. Él lo vio. Desde esa fecha, empezó a creer«, relata el actual administrador de Alcaidaria-Mór. El nuevo converso no solo conocía a los tres niños de Fátima, sino que "los sacaba a pasear y conducía con ellos en su carruaje".
También intercedió para tratar de curar a Jacinta en el hospital de Lisboa después de enfermar, sin éxito. Cuando sus restos fueron llevados de vuelta a Fátima, también su abuelo fue el encargado de recibir el cuerpo junto a varios sacerdotes para llevarla al panteón de la familia Vasconcelos, en el que permanecería los siguientes 15 años antes de ser trasladada al cementerio de Fátima.
"Mi padre tenía 10 años y se fue con mi abuelo. En una casa cercana que aún existe, abrieron la caja. El cuerpo estaba como si hubiera muerto ayer, solo que fue 15 años después. Mi padre lo vio", asegura Vasconcelos.
La intervención de Jacinta
Lejos de concluir aquí el episodio, el administrador de la Alcaidaria explica que a partir de entonces sucedió "lo más extraordinario". "En ese momento, la finca se había deteriorado y los tiempos eran difíciles. Íbamos a perder este lugar, pero cuando Jacinta entró en nuestro mausoleo familiar, las cosas empezaron a ir bien económicamente. Hubo un repentino cambio de fortuna y la quinta se salvó gracias a un préstamo bancario milagroso", relata.
El papel de la familia Vasconcelos y su quinta en la historia de los milagros y apariciones de Fátima jugaron un papel destacado. Muestra de ello también es que todos los documentos familiares que plasman esta relación y la relevancia actual de Fátima cono uno de los santuarios más visitados del mundo se encuentran donados al Vaticano.
El último hito de la quinta y la familia Vasconcelos ya es recordado nítidamente por el mismo Vasconcelos, que iba a la quinta a pasar cada verano. En 1984, sus padres decidieron habilitar siete habitaciones de la quinta a modo de hospedaje de peregrinos y tras la muerte de su padre, Nuno lanzó a sus hermanos el órdago de continuar la labor paterna haciéndose cargo del lugar. Tras la respuesta favorable de sus hermanos, Vasconcelos convirtió la antigua bodega de la Orden de Malta, ya en desuso, en un espacio donde celebrar bodas y retiros, amplió el número de habitaciones para peregrinos y trasladó su propia residencia a una cabaña anexa.
"Hay algo en Fátima, hay una energía especial. Cuando salgo de la carretera de Lisboa y empiezo a subir la colina a Fátima, sientes la energía. Algo pasa. Pero mi abuelo no creía en la leyenda de Fátima, o al menos no al principio", asegura.
Por su vinculación personal con la quinta, pero también por su relevancia histórica y devocional, ni Nuno ni su familia se plantean deshacerse de la Quinta da Alcaidaria-Mór. Lo importante, concluye, "es transmitirla a la siguiente generación".