Esta web usa cookies operativas propias que tienen una pura finalidad funcional y cookies de terceros (tipo analytics) que permiten conocer sus hábitos de navegación para darle mejores servicios de información. Si continuas navegando, aceptas su uso. Puedes cambiar la configuración, desactivarlas u obtener más información.

Por Domingo Aguilera. Diciembre 2020

Por sugerencia de un gran amigo mío, Roberto C., acabo de leer el libro EmocionArte y sin solución de continuidad escribo estas páginas, para que todos los que estén interesados en el arte lo lean. Es un libro “redondo”.

El “truco” de este libro es su propio autor. Carlos del Amor es un magnífico divulgador del arte y sobre todo un gran enamorado del arte.

Carlos pertenece a esa generación que ha sabido penetrar en las esencias del arte y que ha sabido divulgarlas, además de tener un gran conocimiento global, enciclopédico, podríamos decir.

El arte, todo el arte, es emoción. Es difícil emocionarse con una fórmula matemática, sin embargo cuando asociamos un hecho a una música, a un cuadro, etc., establecemos una relación emocional que nos une de forma más intensa que el propio objeto o suceso.

En los años en los que dediqué gran parte de mi tiempo a las obras de arte, a su restauración y conservación, aprendí a ver otra realidad más interesante que el impacto a primera vista. Aprendí a ver los cuadros por detrás.

Los cuadros, por detrás, siempre dicen la verdad. Engañan al ojo por delante, pero el pintor no ha tocado casi nada la parte trasera. Y sin embargo ahí está la historia.

Mirando por el reverso al cuadro veremos la composición del soporte.  Si es una madera o una tela, si es de lino o artificial, si ya ha sido restaurada y tiene intervenciones como parches, cosidos, añadidos, etc. Entonces veremos datos como la de aquél retablo hermoso que por detrás, inaccesible, tenía escrito de puño y letra quién lo hizo y cuando y la maldición al que se lo encargó porque le debía dinero.

También por delante se encuentran sorpresas: Aquel cuadro del museo provincial de Huesca titulado: “Virgen con Niño”, que mostraba a una bella doncella con un niño, hasta que una cuidadosa limpieza afloró a un estupendo José que también miraba al niño. El cuadro pasó a llamarse “Nacimiento”.

Otro caso parecido nos ocurrió con un cuadro que se titulaba: “La sagrada Familia” autor anónimo. Cuando comenzamos a limpiarlo, mi hermana Adela me llamó muy apresurada para mostrarme el detalle del pelo de “S. José”. Sus trazos eran firmes y evidentes, de Luca Giordano. Y bien limpio los actores eran: Joaquin, Ana y una niña llamada María. Autor: Luca Giordano, que curiosamente estuvo por esa zona cuando vino a España.

Conocer la historia del cuadro, al autor, las circunstancias, etc., añaden un plus a la obra de arte. Hacen que te emociones al contemplarlo.

La emoción es básica en el ser humano. Nos ensaña lo que es real y valioso. Los afluentes de un río, o la fórmula de un teorema se nos podrán olvidar, pero aquél momento en el que sonando aquella canción desconocida, pero muy bonita, en el que entramos por primera vez en aquella casa tan agradable y hace tantos años… La canción sigue emocionándonos.

Por eso Carlos del Amor me ha emocionado. Porque sabe mostrar lo que hace grande a un cuadro. Los pequeños detalles del autor: las circunstancias de aquel cuadro. En definitiva por qué o para qué el autor pintó aquel cuadro. Es entonces cuando nos emocionamos y vemos al autor en su dolor, en su pasión o en su obsesión. Participamos de su obra, somos parte de él.  Lo comprehendemos y entonces sí, entonces lo contemplamos sin cansancio.

Sinceramente, en mi opinión, este libro es de obligada lectura para todo aquél que sin ser un profesional del arte, esté relacionado con él. Y si es un profesional del arte también, porque casi seguro que la visión de Carlos, macerada en el tiempo y destilada en el alambique de la pasión por el arte, enriquecerá su obra.

Sin embargo Carlos no comenta a artistas actuales, abstractos, o sin catalogar, de los que han roto todos los moldes con los anteriores, de los que casi todas sus obras son “sin título” de los que tienes que adivinar lo que han querido pintar o han pintado lo que han querido sin querer. No sé si lo ha hecho a propósito. Pienso que sí, y yo estaría muy de acuerdo con él, a pesar de ser un apasionado del arte abstracto. Porque el arte puede ser innovador o rompedor, pero si divide, también yo dudo.

Para saber un poco más de lo que opino del ate actual aconsejo leer “crear o no crear”

 https://www.amigosdelavirgen.org/la-virgen-y-el-arte/360-crear-o-no-crear

Agradecerle a Carlos del Amor este regalo. Este enorme regalo.

Madrid  a 27 de diciembre de 2020.