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COMENTARIOS A UN ESCRITO DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET SOBRE EL ARTE

Por Domingo Aguilera. Nov 2020

Me envía un amigo un escrito de José Ortega y Gasset titulado “La deshumanización del arte” que se editó en libro en 1925, con el ruego de que le dé mi opinión.

Primero seleccionaré un resumen de ese pensamiento, para después, comentar y esclarecer los puntos más sobresalientes, según mi limitado saber, que me servirán como base para profundizar en lo que está pasando en el arte en siglo XXI.

Advierto al lector que soy Físico,  “de nacimiento” y a ello me he dedicado toda mi vida. Además estudié Filosofía, y por circunstancias familiares me introduje en el arte generando una empresa con mi hermana Adela: (Aguilera Arte y Restauración S.L.) Con Adela aprendí lo que no está en los libros. Y además me encanta el arte abstracto. Es con estos ojos, con estas experiencias, con los que abordo este trabajo.

José Ortega y Gasset, es un espectador privilegiado de la primera mitad del siglo XX. Siglo que marca un enorme giro para la humanidad. Dos grandes guerras mundiales, el Concilio Vaticano II, que es el primero que no aborda un tema doctrinal, sino una situación,  y en tercer lugar la expansión del  comunismo y la globalización. La visión que puede aportar un gran pensador, que no artista, como José Ortega y Gasset sobre el arte, es altamente valiosa, dado que  el arte es un micromundo que se autoalimenta e impone sus propias reglas. Tomar contacto desde “fuera” aporta no una validación del arte, que será realizada por los críticos, que están dentro, sino que pondrá el marco necesario a una realidad compleja.

  1. Resumen de los puntos del documento que me parecen más importantes:

Lo primero que plantea Ortega y Gasset en esta obra es que el arte nuevo divide al público en dos clases: los que lo entienden y los que no lo entienden.

“Hasta hace poco el arte era para “el pueblo” que se reconocía en él. Así se da paso a que los jóvenes artistas aprecien su misión que consiste en ser pocos y tener que combatir contra los muchos. Esta división no solo se da en el arte sino en otros campos como la concepción de la política y en el ámbito de las relaciones humanas.”

Es en el siglo XX cuando se visualiza un cambio radical en lo que durante siglos había sido la razón del arte.

“El arte nuevo no es un arte para los hombres en general, sino para una clase muy particular de hombres que podrán no valer más que los otros, pero que, evidentemente, son distintos.” Es por lo tanto un arte para ilustrados.

Para explicar esta tendencia pone un ejemplo muy clarificador: Si miramos un paisaje a través de un espejo, o una lente, tendremos que enfocar el cristalino al paisaje o podríamos enfocar al cristal, para observar otra realidad. Es en este ejemplo donde Ortega y Gasset nos dice que el vidrio o lente es la esencia de lo artístico, la verdadera obra de arte, pero que la mayoría de la gente accede al paisaje, con el que se identifica. Pero no accede al vidrio, con el cual no se identifica.

Según ese criterio, “hasta finales del siglo XIX la obra de arte ha tenido mucho de realista y poco de artista. Es decir, ese arte realista necesita poco de sensibilidad artística; basta con tener sensibilidad humana para identificarse con él. Es en definitiva un arte popular.” También la aparición y divulgación de la fotografía en esas fechas, es un hecho importante que incide en ese cambio, al competir directamente con los cuadros realistas.

“Así con el arte nuevo, comienza la deshumanización del arte. Aparece en el mundo, el hecho indudable de una nueva sensibilidad estética. Esa sensibilidad representa lo genérico y como el manantial de toda la pluralidad de direcciones especiales.”

Apunta un dato, que desde mi punto de vista es crucial. “Sabemos distinguir un cuadro de 1860, bueno o malo en función de cómo se hayan ejecutado los objetos y así sabemos cuándo es un cuadro de un artista consagrado o de un aprendiz. Pero no sabemos distinguir si esa obra del arte nuevo es buena o mala”.

Continúa, “Lejos de ir el pintor más o menos torpemente hacia la realidad, se ve que ha ido contra ella… se ha propuesto deshumanizarla”

Y termina este apartado con  una conclusión que quiero subrayar porque la usaré más adelante, "se dirá que para tal resultado, fuera más simple prescindir totalmente  de esas formas humanas y construir figuras del todo originales. Pero esto es, en primer lugar, impracticable. Tal vez en la más abstracta línea ornamental vibra larvada una tenaz reminiscencia de ciertas formas “naturales”. En segundo lugar, el arte de que hablamos no es solo inhumano por no contener cosas humanas, sino que consiste activamente en esa operación de deshumanizar”

Aunque sea imposible un arte puro, no hay duda alguna de que cabe una tendencia a la purificación del arte, y esta tendencia llevará a una eliminación progresiva de los elementos humanos”  Pero esto ya ocurrió en el arte árabe, no por evolución sino por imposición, por lo que ¿podríamos concluir que la civilización árabe es la más avanzada?. La purificación del arte no pasa necesariamente por la eliminación de los elementos humanos.

Y añade una sentencia que para nuestro objetivo es importante. “Un cuadro, una poesía donde no quedase rastro alguno de las formas vividas serían ininteligibles, es decir, no serían nada, como nada sería un discurso donde a cada palabra se le hubiese extirpado su significado habitual”.

“tenemos, pues, que improvisar otra forma de trato por completo distinto del usual vivir las cosas; hemos de crear e inventar actos inéditos que sean adecuados a aquellas figuras insólitas. Esta nueva vida, esta vida inventada previa anulación de la espontánea, es precisamente la comprensión y el goce artísticos. No faltan en ella sentimientos  y pasiones, pero evidentemente estas pasiones y sentimientos pertenecen a una flora psíquica muy distinta de la que cubre los paisajes de nuestra vida primaria y humana. Son emociones secundarias que en nuestro artista interior provocan esos ultra-objetos. Son sentimientos específicamente estéticos.”

“Pero es el caso que entre la idea y la cosa hay siempre una absoluta distancia. Lo real rebosa siempre del concepto que intenta contenerlo. El objeto es siempre y de otra manera que lo pensado en su idea.”

“De pintar las cosas se ha pasado a pintar las ideas: el artista se ha cegado para el mundo exterior y ha vuelto la pupila hacia los paisajes internos y subjetivos”.

Hasta aquí la visión de José Ortega y Gasset, con alguna puntualización mía. Creo que con este resumen tenemos suficientes mimbres para construir el cesto

 

  1. ¿Qué ha pasado desde mediados del siglo XX hasta estas dos décadas del siglo XXI?

La línea señalada por Ortega y Gasset, no se ha detenido. El arte no sólo se ha deshumanizado sino que se ha aislado en sí mismo para intentar encontrar “la piedra filosofal” y que, en mi opinión, no solo no la ha encontrado, sino que se ha desviado de forma inmisericorde: La deconstrucción. El arte líquido. El arte de la ruptura por la ruptura, que bajo el lema  ”no puede haber arte sino hay una ruptura previa” basa todo su potencial en la negación de la creación anterior. Ruptura, ¿con qué?. Con todo lo anterior.

Es el nuevo artista que iluminará a la “gente” y que tiene que reinventarse cada día, cómo si todo lo anterior fuese una bagatela y las civilizaciones anteriores hayan sido de muy baja calidad, comparada con esta simiente tan única. Y aquí me surge una cuestión:

Cuando estudié física en el instituto, las leyes de la física me parecían sencillas: Las piedras caen, existe el rozamiento y los fenómenos que ocurren a mí alrededor son comprensibles. Cuando terminé la carrera saqué una conclusión: Comprendo mejor las cosas, pero tengo muchas más dudas que cuando comencé.  El conocimiento de la realidad, de la física, se realiza mediante una hipótesis que hace el físico y que demuestra un fenómeno en toda su plenitud… hasta que un pequeño suceso no se explica por aquella teoría y esta se sustituye por otra.

Y descubrí que hay otras realidades no conocidas, pero tan reales como la manzana que cae del árbol, y que nunca sube. Son realidades como el Bossom de Higins, nunca vista con el ojo humano, pero real. Son realidades micro o macro, que necesitan de otras herramientas para ser observadas. Claro que cuando observamos las realidades micro o macro, las deformamos. Porque para medirlas, para observarlas, hay que interactuar con ellas y entonces las deformamos. Y no podemos interactuar sin deformar. El conocimiento más “realista” es el menos real.

Otra lupa que utilizamos los físicos para desarrollar la ciencia son las matemáticas. La abstracción casi absoluta, porque los números no existen. Sin embargo los matemáticos piensan teoremas teóricos que se les ocurren y los plasman en un lenguaje universal. Aunque algunos o muchos no entiendan el teorema.

Entonces ¿los matemáticos crean? ¿Son verdaderos artistas?. La música de Bach es abstracta,  no es descriptiva sino matemática.

La humanidad siempre ha avanzado sobre el conocimiento de las generaciones anteriores. La actual, intenta avanzar rompiendo todos los lazos con la anterior.

Se me podrá decir: pero el arte no tiene nada que ver con la búsqueda de la verdad, ni con la realidad. Sólo tiene un límite: la belleza.

Y ¿Qué es la belleza?. Al deshumanizar o desgarrar el arte se busca una belleza. Como la belleza de lo feo, que lo es por “ser o existir la cosa” y no por la fealdad en sí. Y entonces podríamos plantearnos si con sola la imaginación y con la sensibilidad, sin barreras ¿No podríamos ir más lejos en el arte?.

Planteada así la cuestión, la obra de arte es lo que yo digo que es arte. Y si tengo muchos seguidores y asienten, “like”, soy un genio. Y si no asienten….me deprimo, o busco otro gestor de redes sociales.

Otra respuesta que me han dado, cuando he preguntado por qué tal cuadro es bueno,  es que: no es cuestión de este cuadro o del otro, sino de la tendencia. La búsqueda de algo que difícilmente se comprenda o de un bonito sueño. No importa el objetivo sino la tendencia y la originalidad. Así, si original es provocar, …pues provoquemos, convirtiendo la provocación en una libertad de categoría superior, que debe ser respetada por “la gente”.

 

  1. ¿Cuáles han sido las razones para esta nueva situación?

En toda esta búsqueda, noble la mayoría de las veces, encontramos un deseo de abarcar las realidades subjetivas y objetivarlas. El proceso anterior era sacar de la realidad una realidad subjetiva, una emoción.

Así, en esta sociedad en la que el arte ha excluido al común de los mortales, ese mismo arte ha democratizado la belleza. Lo ha realizado a través del diseño, de la imagen y del impacto, que se materializa en el envoltorio del regalo, en la marca, etc. Nunca una sociedad ha pagado tanto por el envoltorio. Curiosamente para muchos jóvenes es más importante el envoltorio que el contenido. Y eso lo trasladan a su vida, siendo más importante lo que los demás piensen de mí que lo que yo sea de verdad, mirándome a solas ante el espejo.

Mientras que la belleza se alcanza por impactos emocionales, la verdad exige un lenguaje univalente y un discurso lógico. Es más difícil, así visto, alcanzar la verdad que sucumbir a los impactos. Y así toda la sociedad pivota sobre el diseño, no sobre la verdad. Esto bien lo saben los “influencers”, los departamentos de márketing y los gestores de redes sociales.

¿Por qué la sociedad del siglo XXI está más orientada a la belleza, que a la verdad ?

Desde esta atalaya me atrevo a intentar arrojar alguna luz:

La primera es el enorme empobrecimiento moral de la sociedad que se produce con la ideología comunista y con el desprecio a la vida de la “libertad sexual”.

La segunda es el agotamiento de la filosofía clásica que no da respuestas a una humanidad cansada.  Mucha gente demandando “algo” que explique su vida y su entorno tan variable y exigente y sólo encuentran respuestas en “lata” o slogans. Es aquí donde la filosofía de Leonardo Polo, como soporte para una teología antropológica, podría haber sido el revulsivo necesario para ese nuevo concepto de hombre.

La tercera es la globalización y extensión rápida de noticias e ideas, sin dar tiempo a la maduración de muchas de ellas.

En el siglo XXI la sociedad ha perdido a sus guías naturales y los ha cambiado por los “influencers”

 

  1. Crear o no crear.

Llegamos así al punto nuclear de la cuestión. ¿Qué es crear?

Copio del libro “Santa María de Nazaret” lo siguiente: “Crear es no copiar demasiado la naturaleza. El arte es una abstracción; deriva esa abstracción de la naturaleza, mientras sueñas ante ella, pero piensa más en la creación que en el resultado. La única manera de elevarse hasta Dios es haciendo lo que hace nuestro divino maestro, Crear” (palabras de Gauguin a Van Gogh)

Este texto nos muestra una evolución del arte realista hacia la abstracción, que ya se perfila en las últimas obras de Miguel Angel, con el boceto de su obra nonata de la Trinidad.

El arte actual quiere crear sin Dios. Por eso el nuevo arte, el nuevo artista, necesita de una deconstrucción de lo anterior y acude por ello a la libertad para justificar su obra.

Un activista francés del 68, Dennis Tillinac escribe este artículo: https://www.amigosdelavirgen.org/la-virgen-y-el-arte/53-el-error-del-68-creer-en-la-inocencia-del-deseo-y-la-creatividad-del-inconsciente

Que nos sitúa no en la línea de Gauguin, sino en la del arte actual.

Pero lo más fuerte, en lo que estoy totalmente de acuerdo con José Ortega y Gasset, es en que “Esta nueva vida, esta vida inventada previa anulación de la espontánea, es precisamente la comprensión y el goce artísticosy que no representa una tendencia pasajera sino una nueva forma de acceder a la belleza, por lo que ha de ser tenida en cuenta.

Este cambio en la percepción de la belleza ha sido, en mi opinión, el cambio más radical que ha sufrido la humanidad en el siglo XX y XXI, no precisamente como una filosofía, ni una ideología impactante, sino sencillamente como el vehículo más adecuado para realizar un cambio en toda la humanidad.

Solo falta revelar al lector cómo concluye José Ortega y Gasset este libro. “Se dirá que el arte nuevo no ha producido hasta ahora nada que merezca la pena, y yo ando muy cerca de pensar lo mismo. De las obras jóvenes he procurado extraer su intención, que es lo jugoso, y me he despreocupado de su realización. ¡Quién sabe lo que dará de si este naciente estilo! La empresa que acomete es fabulosa- quiere crear de la nada. Yo espero que más adelante se contente con menos y acierte más. Pero, cualesquiera sean sus errores, hay un punto, a mi juicio, inconmovible en la nueva posición: la imposibilidad de volver hacia atrás.”

Crear con Dios o crear como Dios. Esta es la cuestión. La serpiente dijo a Eva: ”seréis como dioses” Y Adán y Eva lo intentaron.

Si me preguntaran, entonces ¿qué hacer?. La respuesta sería muy larga y dependería de los múltiples puntos de vista implicados, pero intento hacer un resumen de lo que pienso al respecto, sin ánimo de agotar la respuesta y como pura opinión  personal.

En el terreno de las ideas: Lo primero es reconocer que la filosofía no ha propuesto un concepto de “hombre” que abarque la profundidad de esas ideas, sino que ha permanecido en un concepto monolítico de persona aristotélico, siendo las subsiguientes aportaciones negaciones de esta. La única filosofía antropológica que podría haber iluminado a esa humanidad que ha perdido sus orígenes y que necesita una respuesta más amplia, sería la de Leonardo Polo.

Esta filosofía debería ser la base de una teología más humana, basada en la dinámica del ser como coexistente en otro, y por lo tanto tomando en cuenta la realidad de las relaciones, como motor del desarrollo humano y la dependencia de Dios.

En el terreno de la praxis: La Iglesia que había sido el motor del arte en los siglos pasados, pierde en el siglo XX la propiedad del mismo y el arte se separa, como hemos visto de forma irreconciliable, para dejar un hueco al arte religioso, para a continuación que este sea considerado como mera artesanía, o habilidad, pero no creatividad, y que el arte, sin adjetivos, sea solo patrimonio de los artistas.

La aparición del jesuita polaco P. Rupnik, en el teatro del arte, parece solucionar el problema, retornando al arte bizantino y llamándolo arte litúrgico. Pero esto no es la solución de un problema sino la constatación de un fracaso. El arte se cotiza en las galerías de arte y en los museos y el arte litúrgico es para la devoción de los creyentes y para los templos.

Y si la humanidad no entiende la verdad, pero sí la belleza, ese mismo vehículo debería ser el que salve a la humanidad.

Porque lo difícil es crear con Dios, pero eso no es el problema, sino la solución. Ahí sí que cabe toda la diversidad de la Belleza.

Si partimos de que Yahvé dio a Adán y Eva el jardín del Edén para que lo trabajara y lo cuidara, es decir lo mejorara, lo embelleciera, etc, si tuviésemos más en cuenta esa segunda parte, que nos corresponde como herencia a los redimidos, otro gallo nos cantaría.

Devolver al arte su sentido genuino, esencial y metafísico es la asignatura pendiente de esta generación y obviar esta visión causará mucho daño a las almas presentes y futuras.

Es cierto que varios artistas contemporáneos lo han intentado. Venancio Blanco, artista abstracto, tiene tallas de Cristo y de María muy novedosas. Diana G. Roy está desarrollando un arte muy específico con mucha abstracción en sus tallas de motivos religiosos.

Es desde el arte, sin adjetivos, desde donde se podrá demostrar que el nuevo arte es posible sin necesidad de romper al anterior, muy al contrario, respetando la tradición. Así sí.

 Madrid  9 de Noviembre de 2020. Día de la Almudena.