Más de una veintena de artistas, algunos no creyentes, toman de modelo a la Virgen María en una nueva exposición del espacio O_Lumen
José Calderero Aldecoa - Alfa & Omega
La sensación al estar frente a esta pintura es que cualquiera de las mujeres que se encuentran en la sala, paseando con las manos a la espalda y contemplando cada uno de los cuadros, podría haber sido la modelo de Matilde Olivera, la autora de la composición. No es una intuición desacertada. «Una siempre busca que el espectador se pueda sentir identificado. De hecho, yo siempre suelo huir de las poses afectadas que parecen presentar la santidad como algo ajeno, inalcanzable». A Olivera le gusta más «plasmar a los santos como personas de carne y hueso, porque la santidad es para todos», asegura. En este caso, además, la afirmación de la pintora es literal porque su Virgen, en realidad, «es una chica de mi parroquia con la que me suelo cruzar cuando voy a Misa», desvela la artista. «Veía cosas en ella que yo asocio a María, como la serenidad, la dulzura o el recogimiento, así que pensé en ella como modelo para este cuadro».
María, de Paco Paso, quien ha querido reflejar el dolor de las mujeres de Ucrania. Foto: José Calderero de Aldecoa.
Pero la pintura de esta joven artista madrileña —nacida a finales de los 80— es, en verdad, un boceto de un fresco definitivo, compuesto por muchos otros elementos, ante el que hoy se puede rezar en la parroquia de San Juan Crisóstomo de Madrid. «Cuando me encargaron el mural, preparé esta pintura para enseñársela al párroco y que él pudiera hacerse a la idea de lo que iba a hacer allí y dar su visto bueno». Por eso la Virgen está de perfil, en actitud de contemplación, porque a su izquierda, en la obra original de la parroquia, está el sagrario, y un poco más allá el Espíritu Santo. «La obra completa es una escena de la Anunciación, que está pensada para que los ojos se vayan al sagrario», concluye Matilde Olivera.
Justo detrás del panel donde está la Virgen en oración, hay dos obras de Kiko Flores: Piedad y la Virgen de los no nacidos, con las que el artista nos presenta a una María consoladora de los afligidos. «Se trata de dar una respuesta al sufrimiento que pueda tener cada uno. La Madre, como la Iglesia, es capaz de tocar ese dolor. No tiene miedo, porque la fe nos habla de la vida eterna. Teniendo fe sí que se puede afrontar el sufrimiento, incluso encontrarle un sentido», asegura el pintor.
Esperanza, buscando luz, de Pablo Redondo, ha ganado el premio Mariano Benlliure. Foto: José Calderero de Aldecoa.
Flores llevaba queriendo pintar a la Virgen de los no nacidosdesde que contempló la ecografía de las 12 semanas en las que aparecía su hijo mayor, que responde al nombre de José. «Me quedé impactado, sobre todo al pensar que había gente que decidía acabar con esa vida», confiesa. Hoy, el pequeño José tiene 16 años, por eso en el cuadro de Flores aparecen niños de distintas edades. «Son niños en potencia, en desarrollo. Si no les hubieran sesgado la vida, en la actualidad serían tan grandes como los que aparecen en la obra».
Junto a Olivera y Flores, otra veintena de artistas —algunos de ellos no creyentes— han dado vida a la Madre de Jesús a través de la pintura, la fotografía o la escultura. Todos ellos han sido congregados por la comisara, Pilar Gordillo —delegada de Fe y Cultura de la archidiócesis de Toledo—, que explica que la muestra trata de «dar a conocer la belleza de María». Pero Ella también tiene sabor a reivindicación, por un lado, de los artistas contemporáneos de arte sacro, «que están bastante desamparados», y, por otro, de la propia figura de la Virgen ante la realidad de un mundo herido: «En un sociedad erosionada por cosas como la pandemia, la soledad, la ruptura de la familia o el relativismo, ¿en qué regazo consolarse y recuperarse como persona? En el de la Madre», concluye Gordillo, que pone un último ejemplo. «Una de las imágenes de la exposición, de la Virgen embarazada, ha sido encargada por un ginecólogo para su consulta, para que cuando vayan las mujeres allí se sienten al lado de esa imagen preciosa de María acariciando su vientre y no tengan miedo a la maternidad».