La Iglesia Católica estrenó hace unos días el tiempo de Adviento. Unas semanas, hasta el nacimiento de Cristo, que serán para celebrar la espera. En la localidad de Maghdouché (Líbano), con vistas al Mediterráneo y a la vecina Sidón, una estatua de la Virgen sosteniendo al niño Jesús corona la cima de una colina. La imagen indica el lugar donde, según la tradición, María esperó a su hijo mientras predicaba por los alrededores.
El santuario de "Nuestra Señora de Mantara" o de "La Virgen de la Espera", donde se encuentra la gruta en la que María vivía con su hijo, ofrece un oasis de paz para todos los visitantes. Dentro, la estatua de la Virgen sentada les da la bienvenida, y en una placa, en francés, árabe e inglés, se puede leer: "Estoy esperando a mis hijos". Este santuario cristológico y mariano (uno de los pocos con raíces bíblicas) es un importante centro de peregrinación para católicos y no católicos de todo el país.
Bajo su protección
La gruta fue descubierta en 1721, cuando un pastor perdió a una oveja en las inmediaciones. La historia cuenta que el pastor estuvo varios días alrededor de la cueva con su rebaño. Sentado debajo de una encina, tocaba su flauta. De pronto se oyó a sus cabras balando alborotadas. Corrió en dirección del grito y uno de sus corderos cayó en un pozo (el agujero que hay en el techo de la cueva sobre el altar).
El pastor arrancó la maleza y encontró un camino que conducía a una cueva. Se arrastró para adentro y dio con el icono de la Virgen (regalado por santa Helena en el 326 d.C). Salió corriendo y se fue a anunciar la noticia a la gente de Maghdouché. Unamultitud de personas acudió de inmediato para visitar la cueva que había sido abandonada durante mucho tiempo. Sonaron las campanas y, a partir de ese momento, se organizaron procesiones.
El santuario se sitúa a más de 200 metros sobre el nivel del mar y al borde de una colina con vistas a la localidad de Sidón y a la costa mediterránea. Los peregrinos que lo visitan pueden mirar hacia arriba y sentirse bajo la protección de la estatua de María sosteniendo a Jesús (realizada por el artista italiano Pierrotti). Una imagen de bronce, de 8 metros de altura, que se encuentra, a su vez, sobre una torre de 28 metros. Debajo de la torre hay una pequeña capilla.
Mientras que la vecina Sidón tiene una población musulmana de más del 90%, el pueblo de Maghdouche está habitado por 5000 melquitas católicos. A pesar del crisol de culturas y religiones, es habitual que el obispo del lugar organice una comida de ruptura del ayuno, durante el mes de Ramadán, donde se distribuyen paquetes de alimentos a los más necesitados, muchos de ellos pertenecientes a familias musulmanas.
Ciudad pagana
El santuario, al que suelen acudir en peregrinación muchas personas de rodillas, tiene sus raíces en el Evangelio. San Marcos menciona en el capítulo siete, versículo 24, que Cristo, habiendo dejado Galilea, fue a la región de Tiro y Sidón (Saida ahora) para predicar y sanar a los enfermos. Llegando a orar, precisamente, en la gruta de Mantara.
En Sidón, por ejemplo, Jesús libera a una endemoniada: "Mujer, grande es tu fe". San Lucas, por su parte, cita en el capítulo 6:17 que, después de elegir a sus doce apóstoles, "bajó con ellos y se detuvo en una meseta (Galilea). Había un gran número de sus discípulos y una gran multitud de gente de la costa de Tiro y de Sidón para escuchar y para ser sanados de sus enfermedades".
La tradición cuenta que la Virgen acompañó a su hijo en sus viajes a Tiro y Sidón. Sin embargo, se sabe que a las mujeres judías no se les permitía entrar en las ciudades paganas. Y como Sidón era una ciudad cananea, por lo tanto pagana, la Virgen María esperó a su hijo en esta cueva, ya que la calzada romana que cruzaba la costa libanesa a Jerusalén, pasaba por el pueblo.
En 1860, la comunidad greco-melquita se convirtió en dueña del sitio y en 1880 transformó la cueva en un santuario. A la Virgen de Mantara se la conoce como la protectora de los niños, por eso se celebran allí muchos bautizos. En 1986, debido a los combates, los habitantes de Maghdouche se vieron obligados a huir y la ciudad fue destruida. En 1990, empezaron a regresar a las ruinas de la que había sido su aldea.
Publicado originalmente en la web de Fundación Tierra Santa.