MENSAJE AL XXV CONGRESO MARIOLÓGICO INTERNACIONAL
Ayer, 8 de septiembre, dio comienzo el XXV Congreso Mariológico Internacional sobre el tema «María entre las teologías y las culturas hoy. Modelos, comunicaciones, perspectivas». El Papa Francisco ha querido hacerse presente y ha enviado un mensaje a los participantes en el que ha expresado que «la mariología es una presencia necesaria de diálogo entre culturas».
(Revista Ecclesia/InfoCatólica) El Santo Padre se ha dirigido a los más de 300 participantes, representantes de sociedades mariológicas y estudiosos de todo el mundo, para recordarles que «nuestro regocijo no debe olvidar el grito silencioso de tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de gran dificultad, agravadas por la pandemia».
Las jornadas han sido sido organizadas por la Pontificia Academia Mariana Internationalis y presidida en nombre del Papa por el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, la conferencia se celebrará por primera vez por videoconferencia.
La actividad de la Pontificia Academia Mariana Internationalis
En sus más de sesenta años de actividad, la Pontificia Academia Mariana Internationalis ha reunido a los estudiosos de la mariología de todo el mundo, sobre todo mediante la celebración de los Congresos Mariológicos Internacionales, en los que ha ofrecido ideas y reflexiones en un mundo cambiante y en una época de cambio que está transformando rápidamente el modo de vivir, de relacionarse, de comunicar y procesar el pensamiento, de relacionarse entre las generaciones humanas y de entender y vivir la fe. Tales Congresos , ha destacado Francisco., «son un claro testimonio de cómo la mariología es una presencia necesaria de diálogo entre culturas, capaz de alimentar la fraternidad y la paz».
María se convierte en la voz de los sin voz
También les ha citado una frase de Fratelli tutti, en la que habla de cuánto nos ayuda en esta tarea María: «María, en la belleza del seguimiento del Evangelio y en su servicio al bien común de la humanidad y del planeta, nos enseña siempre a escuchar estas voces, y ella misma se convierte en la voz de los sin voz para hacer nacer un mundo nuevo, en el que todos seamos hermanos, en el que haya lugar para todos los rechazados por nuestras sociedades».
María, la Madre de todos
Después, el Santo Padre ha explicado que es precisamente en las fronteras donde la Madre del Señor tiene su presencia específica: «Es la Madre de todos, independientemente de la etnia o la nacionalidad, que en el camino de esta cultura de la fraternidad, el Espíritu nos llama a acoger de nuevo el signo de consuelo y de esperanza segura que tiene el nombre, el rostro y el corazón de María, mujer, discípula, madre y amiga».