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Lucía Chamat
- Aleteia Colombia - publicado el 23/07/21

Nuestra Señora de la Candelaria, que desde el cerro de La Popa protege a la ciudad de Cartagena, bajó al sector amurallado de la ciudad después de 200 años y permaneció durante una semana en la Catedral, acompañando a los fieles en sus rogativas

El más grande altar que tiene Cartagena, en la costa caribe colombiana, es un cerro que acoge la imagen de su patrona, la Virgen de la Candelaria. Allí, a casi 150 metros de altura, los Agustinos Recoletos cuidan la hermosa imagen morena con el niño en brazos. Se trata de una advocación muy popular en América Latina y patrona de las Islas Canarias.

Si bien la venerada imagen es traslada en procesión para su fiesta patronal -2 de febrero- a la parroquia ubicada al pie del cerro, hacía dos siglos no visitaba el sector amurallado. Un sitio donde se encuentran la Catedral y templos coloniales como san Pedro Claver y santo Toribio.

En esta ocasión, los padres Agustinos Recoletos la bajaron por varios motivos, que explicó a Aleteia fray José David Niño:

“Estamos celebrando los 35 años de la coronación de la imagen por parte de san Juan Pablo II, los 60 años del regreso de nuestra comunidad a Cartagena y para pedir por el fin de la pandemia del coronavirus”.

Coronada por un santo

Así fue como sus devotos pudieron visitarla del 11 al 18 de julio en la Catedral, donde se celebraron eucaristías y jornadas especiales de oración ante la imagen vestida de blanco y azul. La misma que el 6 de julio de 1986 coronó el papa Juan Pablo II durante su visita apostólica a Colombia.

“Es la única imagen de la Virgen que ha sido coronada por un pontífice en nuestro país. El hoy santo le colocó la hermosa diadema que la acompaña”, contó fray José David, rector del Convento de los Agustinos ubicado en el cerro de La Popa.

El decreto de coronación, firmado por Agustín Cardenal, encargado de los negocios públicos y eclesiásticos de la Santa Sede, dice:

“Nosotros persuadidos de que una señal de tal honor puede aumentar el amor hacia la Bienaventurada Virgen María y multiplicar los bienes que de allí han de surgir ya para los fieles en particular como para toda la nación, hemos coronado personalmente con preciosa diadema aquella imagen…”.

En 2017, cuando el papa Francisco visitó Cartagena, la Virgen morena fue bajada en procesión. Además, estuvo presente en la misa campal celebrada por el pontífice en la ciudad.

El retorno de los Agustinos Recoletos

La otra razón por la cual la patrona dejó su altar fue el recordatorio del retorno de la comunidad de Agustinos Recoletos a Cartagena, ocurrido en 1961. Los frailes fueron expulsados del lugar y del país durante la época de La República. El lugar fue convertido en cuartel de las tropas que lucharon por la independencia.

“Estuvimos ausentes durante 139 años, tiempo en el cual el convento estuvo abandonado, acogió tropas libertadores y funcionó como hospital militar. Al volver, por petición del gobernador de Bolívar, nos entregaron las ruinas y hoy es el principal sitio de peregrinación de la ciudad”, asegura fray José David.

La patrona de Cartagena también llegó al centro histórico para unir a los cartageneros en rogativas para que finalice la pandemia del coronavirus. Esta enfermedad ha ocasionado casi dos mil muertes en la ciudad y más de 116.000 contagiados.

Anteriormente había sido trasladada con fines similares, como lo recuerda Gustavo Tatis en el periódico El Universal: “Una vez fue por la peste de cólera. Otra, por un largo y tormentoso verano en que los sembradores se encomendaron a San Isidro Labrador. Otra, por los desafueros del invierno”.

La historia

La historia dice que la Virgen se apareció por primera vez en Colombia en 1606 a fray Alonso de la Cruz Paredes, fraile agustino que se encontraba en un convento en Ráquira (en la zona andina del país). Le pidió que le hiciera un altar lejos de allí, en Cartagena de Indias, para devolver la fe a sus habitantes.

En 1607 se levantó una sencilla capilla de madera y techo de palma. Después se construyó el convento que fue bautizado con el nombre actual porque tiene forma de la popa de una galera.

La leyenda dice que los mulatos del lugar le rendían culto a un espíritu maligno con forma de chivo. El fraile arrojó la figura desde un extremo del cerro y desde entonces ese precipicio se llama el Salto del Cabrón, en alusión al chivo.

Hoy, el Cerro de la Popa sigue siendo el faro de la fe de los cartageneros y desde allí la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria sigue intercediendo por la ciudad.