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ReL

Francisco comenzó este sábado en la basílica de San Pedro el maratón del Rosario que él mismo ha convocado para cada día de mayo a las seis para implorar el fin de la pandemia. Y este domingo, tras rezar el Regina Coeli, precisó a qué intención debe ir dedicada una de las cincuenta avemarías: "Hay una iniciativa que me importa mucho: la de la Iglesia birmana, que nos invita a rezar por la paz reservando un Ave María del rosario diario por Myanmar".

Myanmar, la antigua Birmania, vive una situación muy complicada tras el golpe de Estadodel pasado 1 de febrero, del que han sido víctimas, entre otras instituciones, algunos templos católicos. Igualmente se ha hecho célebre la figura de la religiosa Sor Ann Rose Nu Tawng, de las Misioneras de San Francisco Javier, al interponerse entre los manifestantes y las fuerzas policiales que los disuelven, en la localidad de Myitkyina, al norte del país, enfrentamientos en los que en ocasiones se han producido muertos. En el país, de aplastante mayoría budista, solo hay un 5% de cristianos.

"Cada uno de nosotros se dirige a la mamá cuando está en necesidad o en dificultad", recordó el Papa: "Nnosotros, en este mes, pedimos a nuestra Madre del Cielo que hable al corazón de todos los dirigentes de Myanmar para que encuentren el valor de recorrer el camino del encuentro, la reconciliación y la paz".

Oración y testimonio

Antes de estas palabras y de rezar el Regina Coeli, Francisco comentó el Evangelio del día, el pasaje de la vid y los sarmientos (Jn 15, 1-8), en el que "el Señor se presenta como la vid verdadera y habla de nosotros como los sarmientos que no pueden vivir sin permanecer unidos a Él".

Cristo reitera hasta siete veces el verbo "permanecer", y es porque, "antes de dejar este mundo e ir al Padre, quiere asegurar a sus discípulos que pueden seguir unidos a Él". 

Nosotros necesitamos a Jesús, porque "antes de la observancia de sus mandamientos, antes de las bienaventuranzas, antes de las obras de misericordia, es necesario estar unidos a Él, permanecer en Él. No podemos ser buenos cristianos si no permanecemos en Jesús. Y, en cambio, con Él lo podemos todo".

Pero también Jesús "nos necesita", continuó el Papa, en el sentido de que "necesita de nuestro testimonio", pues una vez que Él ha subido al Padre "es tarea nuestra seguir anunciando el Evangelio con la palabra y con obras... dando testimonio de su amor... Unidos a Cristo, recibimos los dones del Espíritu Santo, y así podemos hacer el bien al prójimo, hacer el bien a la sociedad, a la Iglesia. Por sus frutos se reconoce el árbol. Una vida verdaderamente cristiana da testimonio de Cristo".

Y ¿cómo hacerlo? "La fecundidad de nuestra vida depende de la oración", concluye el Papa. Con la oración "podemos pedir que pensemos como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Y así, amar a nuestros hermanos y hermanas, empezando por los más pobres y sufrientes, como Él lo hizo, y amarlos con Su corazón y dar en el mundo frutos de bondad, frutos de caridad, frutos de paz".