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Michael Tan ha ido respondiendo a distintas llamadas dentro de su vida y a discernir vocaciones dentro de su propia vocación. Nació y se crio como budista en Malasia, pero la devoción a la Virgen María le llevó a la Iglesia, pero también a servir como médico.

Con los años y según alimentaba su fe vio que su lugar estaba con los más enfermos y vulnerables por lo que se especializó en cuidados paliativos. Pero si ya era médico de cuerpos ahora ha sentido también la llamada a cuidar de las almas como diácono permanente, y dentro de poco será ordenado

“El Evangelio es cada vez más importante y está más en el centro de todo lo que hago”, dijo Michael a Catholic Outlook, que explicó además que “cuando eres ordenado diácono, eres ordenado heraldo del Evangelio. Estás ordenado para servir el Evangelio en comunión con el Obispo al creer lo que lees, enseñar lo que crees y practicar lo que enseñas”.

Michael no era católico, aunque se sintió atraído por el cristianismo durante la Educación Secundaria, sobre todo por la devoción a la Virgen María. “Cuando tenía tres años, mi abuelo murió, y en medio de todo el ‘ajetreo’ en el funeral, sentí esta extraña paz, que luego asocié con Guanyin, la diosa budista china de la misericordia”, cuenta. Aunque en realidad algo se le iba a revelar.

La compasión de la Virgen María

“Fui a una escuela católica durante 12 años y, al final de ese tiempo me di cuenta de que de que si bien Guanyin es un principio de compasión budista, en la persona de la Madre María este principio se volvió humano y una parte vital de nuestra historia de salvación. Fue entonces cuando escuché a María decirme ‘haz lo que él te diga’, tal como le dijo a Jesús en las Bodas de Caná”, confiesa.

Así fue –explica Michael- como “me convertí en católico para seguir a Jesús bajo el patrocinio de María, y emprendí este viaje de fe para convertirme en médico”. Y es que atribuye el hecho de haber rezado una novena a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en una iglesia el haber hecho su ingreso en los estudios de medicina.

El día de la inscripción en la universidad, mi nombre fue transferido a mi primera preferencia, que era medicina. Así que volví y puse una nota de agradecimiento en el buzón de peticiones. La semana siguiente, fui a misa y la lectura del Evangelio fue sobre Jesús sanando a los diez leprosos. El sacerdote que predica enfatizó la importancia de agradecer los favores recibidos, no solo a los presentes, sino que también me confirmó en mi vocación de médico católico”, asegura Michael.

El cuidado de los moribundos y su llamada al diaconado

Michael ha trabajado como médico de cabecera hasta su jubilación pero en 2005 y 2006 se involucró en cuidados paliativos, donde, en el cuidado de los moribundos, se sembraron las primeras semillas para su decisión de ser llamado a servir a la comunidad como diácono.

“Tenía un interés en los cuidados paliativos que surgieron de este llamado a servir a los pobres, los enfermos y los moribundos, y combinar la experiencia técnica y profesional con la comprensión del papel pastoral de acompañar a los moribundos”, señala..

De este modo, Michael agrega que “durante el debate sobre la eutanasia, vi una necesidad real no solo de abogar contra la eutanasia, sino de promover el cuidado compasivo de los moribundos basado en el amor del Evangelio por los enfermos y moribundos”.

Al final, Michael decidió retirarse para poder concentrarse en la formación de profesionales de la salud católicos para ayudar a los moribundos a estar en paz con el proceso y ayudarlos a vivir con esperanza frente a la muerte. “Decidí que lo mejor era centrarme en este aspecto del acompañamiento de fe como diácono en lugar de como médico”.

Publicado originariamente en Cari Filii News