Macky Arenas - publicado el 21/11/20
La basílica de la Virgen de Chiquinquirá en Venezuela por primera vez no se llenó de fieles, pero la devoción crece
No hubo jolgorio callejero, ni feria, ni gaitas sonando en cada esquina. No hubo tantas misas ni visitas a la Virgen de Chiquinquirá («La Chinita»). Muchos, desde lejos, añoraba el terruño y las alegrías de esta fiesta tan señalada. Pero el zuliano, dondequiera que esté, por estos días une su alma a la de todos sus coterráneos.
Todo esto porque hay una amalgama irrompible, la que quita los pesares, alivia las cargas, infunde esperanza y muestra el camino de la reconciliación entre los venezolanos: Nuestra Señora de Chiquinquirá.
La misa solemne por esta celebración en el estado Zulia se realizó este 18 de noviembre y con muy poca gente y observando estrictamente los protocolos de seguridad frente a la pandemia. Pero las redes sociales estaban repletas por estos días de notas que reflejaban el dolor de tantos venezolanos, en especial, zulianos por no poder acudir; aunque lo más importante es la reafirmación en la fe por la patrona que crece día a día en el corazón de sus devotos.
Una semana de fiestas por la Reina del Cielo
Cabe recordar que este es uno de los días más importantes del calendario de festividades católicas en este marianísima Venezuela. Antes de la pandemia, cada mes de noviembre dedicaba una semana completa a las celebraciones más largas de cualquier advocación mariana en Venezuela. No sólo contribuye a ello el carácer abierto y bullanguero del zuliano, sino el conjunto de actividades -religiosas o no- que se llevan a cabo durante esa semana.
Aparte de la liturgia, hermosa y cargada de simbolismo que se dedica a la Virgen de Chiquinquirá -también patrona de Colombia-, las calles de organizan en las llamadas «caimaneras», en otras palabras, un bochinche organizado. La gente canta gaitas, bailan y preparan comidas especiales. Por dondequiera hay gaiteros y conjuntos musicales que amenizan los días y las noches.
Para esas ferias se solía traer a los mejores toreros de España y México para corridas en honor a La Chinita. Algunas familias trabajaban todo el año para vestir a la Virgen con los mejores trajes. Los conocidos como «Servidores de la Chinita», que van de impecable blanco muy elegantes, la llevan en hombros en procesión «como debe ser, como la Reina que es», suelen decir cuando se les pregunta por su nombre: «si, somos sus servidores, todas las reinas los tienen», explican. Los jefes de familia van entregando el testigo a los varones que siguen, de generación en generación. Para ellos es un honor servir a La Chinita. Es como una herencia de amor y de fe en la patrona del Zulia.
Un paso de reconciliación
La Virgen de Chiquinquirá inspira uno de los fervores más instalados en el alma cristiana de este país. A pesar de las restricciones, sus millones de fieles se han esmerado en recordarla y pedir una oración por la patria sufriente. En Venezuela, todos somos gravemente afectados pr la crisis, pero el Zulia ha sido severamente castigado, tal vez por su espíritu crítico y su carácter indoblegable. Y es en medio de toda esta penuria cuando dicen sentir más cerca a su Chinita.
Ha circulado de todo por las redes sociales, las fotografías más hermosas junto a peticiones y agradecimientos. Pero sobre todo, eso, el reconocimiento a esta advocación que los zulianos, en medio de penalidades que no terminan, perciben cada vez más cercana. El acompañamiento de la Virgen de Chiquinquirá es gran consuelo y esperanza para los marabinos y zulianos en estos tiempos de carencias y llanto. Así lo expresan y así lo valoran.
Los pastores con olor a oveja hablan a su pueblo
Los pastores saben que su pueblo añora las celebraciones de la Virgen de Chiquinquirá que había sentimientos encontrados de alegría y también frustración. Así que, percibiendo ese “olor” en sus ovejas, han enviado el consuelo en forma de prédica de esperanza. Resaltaron el valor de la vivencia familiar en la fe, privilegiando lo espiritual. Es una ocasión, decían, de recibir a la Virgen en los hogares y convertirla en el centro de nuestra plegaria en su día.
Tres sacerdotes, uno de Trujillo y dos del Zulia, enviaron a los zulianos su salutación y reflexión en el día de la Virgen de Chiquinquirá. Se trata de los presbíteros José Magdaleno Álvarez, rector del Santuario del Niño Jesús, de Isnotú, cuna del Dr. José Gregorio Hernández, próximo beato venezolano; Guillermo Sánchez, al frente de la parroquia Nuestra Señora del Carmen en El Carmelo, La Cañada de Urdaneta; y Leonardo LópezQuintero, quien lleva las riendas de la parroquia Santísimo Cristo, en el municipio San Francisco.
Desde San Francisco, el padre Leonardo López Quintero dice: “Dios quiere que tomemos conciencia de la importancia del hogar, de la familia”. El padre José Magdaleno Álvarez, rector del Santuario de Isnotú: «Que la Chiquinquirá nos consiga de Dios salud integral y paz». El padre Guillermo Sánchez, La Cañada, emblemática zona de Maracaibo: «Chinita, conviértenos en gente de calidad».
Primero choza y hoy Monumento Nacional
La basílica de la Virgen de Chiquinquirá, que hoy es centro de todas las miradas y todas las plegarias, se remonta al año 1668 cuando apenas era una choza destinada a recibir a los fieles católicos; para 1686 se había transformado en ermita y fue llamada San Juan de Dios.
Posteriormente fue sustituida por una pequeña iglesia que mantuvo el mismo nombre. En 1808 se dio paso a la iglesia conformada por una sola torre, y en 1864 se adicionan el frontis y la torre norte y se cambia su nombre por iglesia San Juan de Dios y Chiquinquirá.
En 1920, se le otorgó la jerarquía de basílica menor al templo. Y debido a su antigüedad y valor patrimonial fue declarada Monumento Histórico Nacional según Gaceta Oficial Nº 26320 del 2 de agosto de 1960. Está ubicada en el paseo más famoso de la capital zuliana, donde alberga una valiosa colección de imágenes religiosas y objetos litúrgicos.
“¡Se llama Chiquinquirá y no es solo una Tablita!”
Así tituló el 18 de noviembre el diario más antiguo y leído de Maracaibo, Panorama, en el día de la Virgen de Chiquinquirá. El primer milagro, la aparición de la Virgen a una humilde lavandera en una tablita en 1749, inspira una fuerte devoción a esta advocación mariana. Luego, han seguido numerosos favores y más milagros que han anclado esta devoción en hechos reales que sus devotos testimonian.
Desde Canadá hasta la Patagonia, en los países europeos donde han emigrado los zulianos, lo primero que han llevado consigo es un retablo de La Chinita, sus estampas, oraciones y canciones dedicadas a ella por los más reconocidos compositores y gaiteros de la región.
Los zulianos hoy, desde el corazón, le cantan su himno chiquinquireño:
“¡Ay, mi Chinita! vos sois mi ternura/ mi Reina del alma / tu rostro es dulzura que me da la calma/ mi luz infinita ¡ay ve! / Cómo te quiero, ¡ay Dios!”.