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Catherine acompañó a su marido, que sufría depresión y también halló la fe 

En un mundo globalizado Dios sale al encuentro en el hogar y muy lejos del hogar, con María como una presencia siempre cercana y no amenazadora. Es la experiencia de Catherine Vi, de origen vietnamita, y su esposo Ryan, de origen indio, ambos residentes en Australia. La han contado en el Catholic Weekly, una publicación australiana.

Los padres de Catherine eran refugiados de la guerra de Vietnam en Australia. Ella fue educada en los valores budistas y en una fuerte ética del trabajo. No comía carne, sólo verdura, intentaba ser “buena persona, pero fallando” y se quemaba con los estudios. En la universidad, más dura, se desilusionó. “Debe haber un propósito más elevado en la vida, ¿dónde está la verdadera felicidad?”, se preguntaba.

Conoció a Ryan, nacido en la India, con quien se casaría. Pero después de tres años, Ryan fue golpeado por una grave depresión. Podía pasar días enteros en cama incapaz de hacer nada. “Mi corazón estaba destrozado”, dice ella.

Un viaje decisivo

Después de un año de sufrir esta grave situación, reunieron fuerzas para visitar Darjeeling en la India, donde él había nacido y donde estaban su abuela y su tía. Se trataba de una familia devota y católica en un pueblecito de mayoría católica alrededor de una parroquia, St Mary’s Hill, en los Himalayas.

Allí Ryan y Catherine paseaban por la montaña, y casi cada día pasaban ante una gruta que es réplica de la cueva de Lourdes, con una imagen de la Virgen de Lourdes. “Nuestra Señora sabía que necesitábamos ayuda y nos mantenía cerca”, considera Catherine.

 

La casa de la abuela estaba llena de crucifijos y estatuas de la Virgen. Ryan le dijo a Catherine que recordaba a su abuela rezando el rosario varias veces al día e ir a misa cada día a las 6 de la mañana incluso en el invierno del Himalaya. Allí estaba también la Tía Bibi, que también acudía a la misa matinal con el amanecer cada día. En domingos se ponía su mejor sari y los animaba a ir a misa, aunque ellos no daban el paso. Allí, Tía Bibi rezaba por ellos.

Primera misa

En estos días en su hogar natal Ryan empezó a mejorar. Ya se reía, hablaba y recuperaba su antiguo talante. “Dios le estaba sanando y yo lo observaba”, dice su esposa.

El último domingo en Darjeeling se animaron a madrugar e ir a misa: él lo quiso y ella la acompañó. “Era mi primera misa y yo le estaba agradecida al Dios cristiano, mi corazón se empezaba a abrir”.

De vuelta a Australia, la fe católica de Ryan crecía y crecía. Un amigo cristiano lo animó a hablar en serio de la fe con su esposa. Pero ella no quería romper sus raíces budistas porque las asociaba con el amor tierno a su familia. 

El papel del obispo Barron

Ella acompañaba a su marido a misa. También vio la serie de videos Catolicismo del obispo Robert Barron, muy popular en inglés. “Empecé a ver la bondad en la Iglesia Católica y sus enseñanzas”, explica.

Sin embargo, no captaba nada sobrenatural en la misa, no sentía reverencia ante lo sagrado. ¿Cómo puede ser que aquí se encuentren el cielo y la tierra?, se preguntaba.

El puente que le ayudó fue conocer a los monjes benedictinos y los trapenses, con su tradición de “silencio y reverencia que yo siempre he asociado con el culto y con Dios”. 

En 2017 ella lloraba junto a su marido pensando que hacerse cristiana sería como abandonar a su madre. Pero hablando en ese momento entendió que con Dios podía recibir la gracia de amar a su madre más todavía. Quedó en silencio mientras caían las lágrimas, dice, “me volví al Único Dios Verdadero y lo acogí”.

Catherine fue bautizada el 31 de marzo de 2018, recordando todo el camino que había comenzado paseando por esa colina del Himalaya, junto a la imagen de la Virgen.

Publicado originariamente en Cari Filii News.