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TUTAZA
Archivo Patrimonio y Memoria
 
 

Se trata de una hermosa imagen de la Virgen del Rosario venerada desde la Colonia en Tutazá, un pequeño pueblo de Boyacá, y a la que se le atribuyen múltiples milagros.

 La tradición popular, los historiadores y la Iglesia afirman que el 25 de julio de 1819 —en medio de una feroz pero desigual batalla— el Libertador Simón Bolívar invocó a una Virgen cuyo nombre había olvidado y convirtió una derrota a manos del poderoso ejército español en una fenomenal victoria que abrió las puertas a la libertad de seis naciones.

 

La imagen se denomina Nuestra Señora del Rosario de la Estrella de Tutazá y existe en esa población de no más de 3.000 habitantes desde el siglo XVII. Al parecer, la llevaron algunos misioneros agustinos españoles que la habían adquirido a un escultor de la famosa escuela quiteña. En Tutazá —cuyo nombre en lengua chibcha significa ‘hijo del sol’— la Virgen fue entronizada en una pequeña iglesia doctrinera y, desde entonces, se le atribuye una extraordinaria intercesión.

Según el canónigo Cayo Leónidas Peñuela, Simón Bolívar llegó a la población el domingo 18 de julio de 1819 en búsqueda de víveres y más combatientes para sus diezmadas tropas. Luego de obtener la generosa ayuda de los pobladores —añade el historiador Alfredo Cardona Tobón— Bolívar quedó sorprendido por “la abundante cantidad de ollas, cazuelas, tazas, chorotes, tinajas y demás tiestos de barro cocido que producían los artesanos del caserío”, en ese entonces de mayoría indígena.

Más adelante, anota el periodista Ricardo Cipagauta en entrevista con Aleteia el caraqueño fue al templo, se acercó al altar, oró por largo rato y de rodillas ante la Virgen, se levantó con reverencia y salió hacia su campamento a planear la manera como podía cortar el paso de los ejércitos del rey de España, Fernando VII, que planeaban tomarse a Santa Fe de Bogotá, para reasumir el gobierno del virreinato de la Nueva Granada.

Una semana después de su visita a la Virgen, el general y sus hombres —mal equipados, poco entrenados y hambrientos— se encontraron de frente en el Pantano de Vargas con un ejército superior en unidades, con mejores armas, muy preparado y al mando del brigadier español José María Barreiro. La supremacía de los españoles sobre los criollos era tan evidente que el mismo Barreiro dijo en medio de los combates: “¡Viva España! ¡Ni Dios me quita la victoria!”

La batalla era muy desigual y la derrota tan previsible que un pesimista Libertador, al ver que la caballería española destrozaba a sus hombres y ganaba posiciones clave, le ordenó a Juan José Rondón, un militar venezolano al mando de 14 lanceros montados en caballos montaraces, que atacara a su manera a los españoles. Allí, al dar la orden, Bolívar pronunció una de sus sentencias históricas: “¡Coronel Rondón, salve usted la patria!”

Diversas fuentes escritas señalan que enseguida Bolívar hizo su invocación a la Virgen que había visitado una semana atrás y de la cual no recordaba nombre, advocación ni el lugar donde la había conocido. Lo único que atinó a decir en ese momento de alta presión fue: “¡Virgen de allá donde hacen los tiestecitos, se nos vino la caballería y perdimos la batalla!”

En efecto, lo que parecía una derrota segura, se convirtió en un victoria gloriosa que la historia de Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia conocen como la Batalla del Pantano de Vargas. Dos semanas después —el 7 de agosto de 1819— un Bolívar fortalecido militar y políticamente, derrotó al ejército realista en la célebre Batalla de Boyacá que selló la independencia de estos países y motivó posteriores acciones bélicas en otras naciones.

La devoción

La Iglesia católica ha propiciado desde entonces la devoción y veneración de Nuestra Señora del Rosario de la Estrella de Tutazá. Los fieles la conocen como la Virgen de Tutazá, de la Libertad, pero popularmente la llaman Virgen de los Tiestecitos, para aludir a la olvidadiza invocación del Libertador.

En el pueblo se conserva la capilla doctrinera donde Bolívar conoció a la Virgen. En su entrada, dos estatuas muestran al militar casi de rodillas y a María escuchándolo. En los pedestales, dos placas recuerdan el histórico encuentro, la invocación y la memorable confrontación.

A pocos metros, una iglesia construida en el siglo XVIII y conocida como Santuario de Nuestra Señora de la Libertad, conserva en un retablo colonial de tipo barroco la venerada imagen. Se trata de una figura de madera, con vestido y manto de finas telas. El rostro, las manos y el busto son de yeso con cola. A sus pies tiene una media luna y en la mano derecha lleva un rosario y en la izquierda al Niño Dios.

La devoción a la Virgen de los Tiestecitos convirtió a Tutazá —a 79 kilómetros de Tunja, la capital del departamento de Boyacá— suele ser un importante destino turístico.

Sin embargo, los días con mayor presencia de fieles y turistas colombianos y extranjeros son el primer domingo de febrero y el último de octubre, cuando todo el pueblo rinde honores a su patrona.

No obstante, llama la atención que de la costumbre de fabricar los ‘tiestecitos’ de arcilla, mencionados por Bolívar, ya queda muy poco porque, según dicen habitantes de la región, “los jóvenes no ven el trabajo artesanal como una buena fuente de empleo y prefieren otras actividades más lucrativas”.