Maria Paola Daud - publicado el 26/01/21
Ocurrió durante la invasión de Napoleón. Él mismo quedaría impresionado. Pasará a la historia como "Los milagros marianos de 1679"
El 1679 fue un año muy duro para Italia, Napoleón invadía con sus tropas el país. Entró en combate con la Italia septentrional y el centro, con el reino de Cerdeña y el Estado Pontificio.
A su paso, Napoleón creó muerte y desolación. Destruía y saqueaba todo lo que encontraba en las más importantes iglesias y catedrales, que eran riquísimas en obras de arte.
Lo que no podía esperar es que ocurriera un evento extraordinario. Se le conoce como “los milagros marianos del 1679”. Más de 120 imágenes de la Virgen María movieron sus ojos en Roma y varias partes del país.
Milagro de la Virgen Reina de todos los santos
El primero fue el 25 de junio en la ciudad de Ancona. En su catedral dedicada a san Ciriaco, un registro de ese año llevado por los párrocos, relata y constata lo acontecido.
Las tropas francesas se preparaban para invadir la zona. Asustados por la noticia de las redadas francesas, los habitantes se refugiaron en la catedral para rezar por su ciudad.
Francesca Marotti, una joven viuda que se encontraba presente en la catedral, vio mover los ojos del cuadro de la Virgen “Reina de todos los santos”, y luego también pudieron verlo los demás fieles.
Los párpados se abrían y se cerraban lentamente ante el asombro y la emoción de los presentes. Muy pronto llegaron los clérigos y los expertos para analizar el fenómeno, que se extendió durante varios meses.
El 10 de febrero del año siguiente Napoleón entra en la ciudad. Se entera de lo que estaba sucediendo en la catedral y se dirige al cuadro con la intención de quemarlo.
Cuando se acerca y lo mira, empalidece al ver mover los ojos de la Virgen. Asustado cambia idea y ordena taparlo con un paño en lugar de quemarlo.
Todo lo sucedido por increíble que sean los hechos, fue reconocido como autentico por el obispo Vincenzo Ranuzzi.
Las Virgencitas de Roma
Y no fue sólo en Ancona, dos semanas más tarde, el 9 de julio, se verificó el mismo milagro en Roma, con la Virgen del Arco. Sería el primero de Roma.
En las subsiguientes semanas, el milagro se repitió en varias imágenes de la Virgen colocadas en los ángulos de las callecitas de Roma. Cerraban y abrían los ojos o sonreían.
El cardenal secretario de Estado Francesco Saverio de Zelada, informó a los nuncios europeos de los hechos que sucedían en Roma. En la carta que envió al nuncio de Madrid escribió:
«Muchas imágenes de la Virgen María, unas pintadas en lienzos, otras en los muros, algunas en iglesias, la mayoría en vía pública, se han visto moviendo los ojos de manera significativa».
El Papa, entonces, no dudó en pedir la invocación celestial a Nuestra Señora, la Virgen María, para el pacificar de las armas.