La concordancia en las reacciones gestuales de los niños a las apariciones eran imposibles de fingir, según el estudio del padre Joset.
Cari Filii La Iglesia es cauta antes de aprobar la sobrenaturalidad de unas apariciones. Una prueba es el caso de Beauraing, en Bélgica, donde el mismo obispo que las aprobó tras un concienzudo estudio pidió que se estudiasen otra vez, aún más a fondo, treinta años después. Lo cuenta el portal mariano Cari Filii:
Las apariciones de la Virgen a cinco niños en Beauraing (Bélgica), entre el 29 de noviembre de 1932 y el 3 de enero de 1933, no fueron oficialmente reconocidas hasta dieciséis años después. El 2 de julio de 1949, el obispo de Namur, André-Marie Charue (1898-1977), afirmó en una carta, hablando "con toda sinceridad y prudencia", que realmente la Madre de Dios había hablado ante Andrée y Gilberte Degeimbre y Albert, Fernande y Gilberte Voisin, que contaban entre 9 y 15 años. Avalaba así el mensaje que Nuestra Señora les había transmitido, pidiéndoles que rezaran por la conversión de los pecadores y que hicieran sacrificios para ello.Los cinco videntes rezan el rosario en el lugar de las apariciones. Fuente: Le passé belge.Parecían quedar así vencidas las objeciones planteadas, que llevaron al predecesor de Charue, monseñor Thomas Louis Heylen, y al mismo Santo Oficio romano, a prohibir durante un tiempo las peregrinaciones y las publicaciones sobre la cuestión. Algunas de esas objeciones se plasmaron tan temprano como en abril de 1933 en una publicación prestigiosa como Études Carmelitaines, en un trabajo titulado "Los hechos misteriosos de Beauraing" (luego publicado como separata), que firmaban el mismo director de la revista, Bruno de Jésus-Marie, como experto en mística y en psicología religiosa, y dos celebridades en su campo, el neurólogo Paul van Gehuchten y el psiquiatra Étienne de Greeff, junto con Aloïs Janssens, historiador de la Iglesia.Sin embargo, la clara declaración episcopal, retrasada tanto tiempo por esas críticas, no las calló por completo. El mismo monseñor Charue pidió en 1977, pocos meses antes de morir, que se publicasen "trabajos científicos susceptibles de disipar las dudas que todavía subsistan". La petición surtió efecto, pues como recoge el blog de historia Le passé belge [El pasado belga], se creó un comité presidido por el vicario general de la diócesis, Fernand Toussaint, quien encargó la tarea investigadora a un reconocido historiador, el jesuita Camille-Jean Joset, S.I.El padre Joset la acogió, según sus propias palabras, "sin ningún entusiasmo" porque su devoción a la Virgen no le llevaba a estar siempre "a la caza de apariciones". Pero sí le animó su sentido del deber y del servicio, y la llevó a cabo a conciencia, sabedor de que, en cualquier caso, "no es un historiador quien tiene que declarar" si la Virgen se aparece o no, sino la autoridad de la Iglesia. En cualquier caso, él iba a aportar al servicio de la verdad todo su bagaje académico como doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Lovaina y en Derecho por la de Nancy, y ex rector y profesor de la Universidad de Namur.El padre Joset, en 1984. Fuente: Le passé belge.Consagró tres años de trabajo, entre 1981 y 1984, a la publicación de cinco volúmenes, más uno de divulgación: "Reuní, clasifiqué y exploté todos los documentos, y luego me v