Mónica Muñoz - publicado el 29/05/25 Aleteia
No es sencillo concentrarse para rezar el santo Rosario, sin embargo, con un poco de creatividad y algo de técnica resultará una devoción muy provechosa
No basta con repetir las Avemarías del santo Rosario de manera mecánica y sin sentido. De ese modo, perdemos las gracias que Dios quiere regalarnos cada vez que reconocemos "la grandeza del Señor" por las "maravillas que hizo en María", como decimos al rezar el Magníficat.
Rezar digna, atenta y devotamente
El padre Antonio Royo Marín O.P. dice en el número 450 de su libro La Virgen María, teología y espiritualidad marianas que:
"Hay que reconocer que es difícil rezar bien el Rosario, precisamente porque hay que juntar la oración vocal con la mental".
Y continúa recomendando que, para evitar el riesgo de invalidar esta bella devoción, hay que rezar "atenta y devotamente", pero ¿cómo se cumple con estos tres requisitos?
1Usar una postura digna
Como corresponde a la majestad de Dios -dice el padre Royo- a quien principalmente dirigimos nuestra oración, comenta que:
"El mejor procedimiento es rezarlo de rodillas ante el Sagrario—lo que lleva consigo una indulgencia plenaria—o ante una devota imagen de María".
Sin embargo, puede ser también en cualquier otra postura digna, ya sea modestamente sentado, paseando por el campo, etc. Pero nunca rezar acostado en la cama - a menos que se esté enfermo - o interrumpiéndolo constantemente o en un lugar público y muy concurrido lleno de distracciones, pues es necesario evitar cualquier situación que minimice de algún modo la oración que estamos dirigiendo a Dios.
2Rezar atentamente
Es inevitable que la imaginación trabaje, por eso, es sacerdote recomienda:
"Las distracciones involuntarias no invalidan el efecto meritorio e impetratorio -que se ha pedido con insistentes ruegos - de la oración, con tal que se haga lo posible por contenerlas y evitarlas".
En este punto, el padre Royo comenta que el Doctor Angélico dice que "que para obtener el fin de la oración es mejor que sea atenta", y con esto se refiere a la intención primera de poner toda la mente y el corazón en lo que se esté rezando, en la pronunciación correcta de las palabras, su significado y lo más importante, poner la mente en Dios.
Para ello, el sacerdote propone un sencillo método:
- En el Padrenuestro, fijarse únicamente en el sentido maravilloso de cada una de sus palabras.
- En las tres primeras Avemarías, concentrarse en cada frase, saludando a la Virgen.
- En las tres siguientes, pensar exclusivamente en el misterio correspondiente que se está rezando.
- En las Avemarías finales pensar exclusivamente en las consecuencias prácticas que se desprenden del misterio correspondiente (v.gr., la humildad de María, el amor a la cruz, etc.)
- Durante el Gloria pensar exclusivamente en glorificar con él a la Santísima Trinidad.
3Devotamente
Dice el padre Antonio Royo que la condición de rezar devotamente "se consigue automáticamente a base del procedimiento que acabamos de indicar". Porque:
"La devoción consiste [...] en una prontitud de ánimo para las cosas tocantes al servicio de Dios".
Ya que:
"El fin principal de toda oración vocal o mental es unir el alma con Dios de la manera más íntima posible".
Entonces, al rezar con amor intenso, dejándose abrasar por la llama viva del amor divino, se estará cumpliendo con la devoción con que la oración redirá frutos en el alma de quien medite cada misterio.